Opinión
Más de 6 millones de clientes invisibles: el coste de ignorar la accesibilidad digital
- Más de seis millones de personas en España siguen sin poder usar con normalidad las aplicaciones, webs y servicios digitales que el resto damos por sentados
- En España hay más de 9,7 millones de personas mayores de 65 años, y el 40% no utiliza Internet
Isabel García
Madrid,
En 2025, hablar de innovación sin hablar de accesibilidad es quedarse corto. Más de seis millones de personas en España siguen sin poder usar con normalidad las aplicaciones, webs y servicios digitales que el resto damos por sentados. No hablamos de una minoría anecdótica. Hablamos de un mercado enorme, compuesto por personas mayores, personas con discapacidad, ciudadanos con baja alfabetización digital o usuarios en contextos de exclusión socioeconómica, que quedan sistemáticamente fuera del diseño y la comunicación del presente. Esta exclusión no es solo un problema ético, es un error de mercado. Las empresas tecnológicas, y no solo las startups, sino también bancos, aseguradoras, administraciones o plataformas educativas, están ignorando a millones de clientes potenciales. Clientes con necesidades reales, con capacidad de consumo y, en muchos casos, con una urgencia vital por conectarse.
Invisibles para la tecnología, pero no para la realidad
En España hay más de 9,7 millones de personas mayores de 65 años. De ellas, al menos un 40 % no utilizan Internet con regularidad, según el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI). A eso hay que sumar 4,3 millones de personas con algún tipo de discapacidad reconocida, muchas de las cuales encuentran barreras continuas en interfaces digitales que no contemplan la diversidad funcional, cognitiva o sensorial. La suma es clara: hablamos de más de seis millones de ciudadanos que, en la práctica, no están invitados al mundo digital que se diseña hoy. Pero este problema no es solo de acceso, sino de diseño. No basta con que haya cobertura, dispositivos o apps disponibles. Si la interfaz no es intuitiva, si los textos no son claros, si los botones son pequeños o las instrucciones ambiguas, la puerta está abierta, pero el paso está bloqueado.
Una comunicación que no les habla
Las marcas siguen dirigiendo sus campañas y productos al mismo usuario tipo: joven, ágil, familiarizado con lo digital. En esta lógica, todo lo que sale del molde desaparece. Las personas mayores no se ven reflejadas. Las personas con baja alfabetización digital se sienten fuera de lugar. Y, más allá de eso, sienten que esa tecnología no fue hecha para ellas. La consecuencia es doble: se refuerza la percepción de exclusión y se pierde confianza en un sistema que dice ser universal, pero no se esfuerza por serlo. No estamos hablando solo de empatía, sino de eficacia comunicativa y, por supuesto, de rentabilidad.
Una oportunidad de negocio con nombre y apellidos
Diseñar para todos no es solo una obligación moral, es una ventaja competitiva. Las empresas que integren la accesibilidad desde el inicio podrán abrir mercados saturados por la competencia. Tendrán usuarios más fieles, menos rotación, menos incidencias técnicas y una reputación más sólida. En Bleta lo vemos cada día. Muchas personas siguen excluidas del mundo digital debido a un diseño que no piensa en todos. Por eso desarrollamos una app inclusiva que transforma la pantalla principal del móvil y las aplicaciones más importantes, como teléfono, agenda de contactos y galería de fotos, en dispositivos Android. Esta herramienta convierte cualquier móvil en una plataforma intuitiva, accesible y diseñada para minimizar la brecha digital. No solo simplificamos la experiencia, sino que la adaptamos al lenguaje y las necesidades reales de las personas.
El resultado es una conexión directa con lo que realmente importa, como hablar con un nieto por videollamada, recibir una receta médica o hacer una compra online. Nuestra historia comenzó con una tablet adaptada para personas mayores, porque vimos de cerca el problema. Pero hoy, nuestro producto principal es el software que lo hace posible, ya que nos permite llegar a un público mucho más amplio que comparte estas mismas dificultades. ¿Por qué ninguna de las grandes marcas de telefonía, de apps de banca o de servicios públicos ha pensado en esto como prioridad? ¿Por qué seguimos hablando de "brecha digital" como si fuera un fenómeno residual, cuando es estructural?
Accesibilidad no es caridad, es estrategia
Cuando hablamos de accesibilidad digital, muchas empresas lo asocian a normativas o ajustes mínimos para evitar sanciones. Pero la accesibilidad no es un check en la lista de cumplimiento legal, es una forma de diseñar y de comunicar que amplía tu mercado y mejora tu producto. Las grandes plataformas han entendido que localización y adaptación cultural son clave para internacionalizarse. ¿Por qué no aplican la misma lógica al mercado interno? En lugar de ver a los mayores como un colectivo asistencial, podrían verlos como una comunidad con valor económico y afectivo. En lugar de considerar a las personas con discapacidad como una excepción, podrían incorporarlas como test de calidad universal. Invertir en accesibilidad es invertir en fidelidad. Y además, es sostenible: no envejecemos en abstracto, lo hacemos nosotros mismos. Lo que hoy llamamos inclusión, mañana será autodefensa.
Un nuevo contrato digital
Necesitamos un nuevo contrato digital entre las empresas tecnológicas y la ciudadanía. Uno que no deje fuera a millones de personas por falta de visión o por miedo a diseñar distinto. En ese contrato, la accesibilidad no es una nota al pie, es la clave para construir productos que duren, que escalen y que realmente transformen. Los seis millones de clientes invisibles no están esperando caridad. Están esperando que alguien les mire, les escuche y les hable en un lenguaje que entiendan. Ese lenguaje es el diseño inclusivo. Esa escucha es estrategia. Y esa mirada es la que marcará la diferencia entre las empresas que sobrevivirán a los próximos diez años y las que no