Opinión

Más claros que oscuros en la economía española

  • La capacidad de financiación de la economía española fue del 3.9 % del PIB en febrero, la cifra más alta de la última década
  • El aumento en el gasto en defensa, especialmente en Alemania, no podrá compensar la debilidad esperada para el comercio mundial
  • Europa necesita ser más competitiva, soluciones para abordar con éxito los retos de descarbonización, innovación y seguridad económica, pero también para mantener el estado del bienestar
Imagen frontal del Banco España, Madrid

José Luis Martínez Campuzano
Madrid,

El Banco de España acaba de revisar a la baja su pronóstico de crecimiento para la economía española en tres décimas, hasta un 2.4 %. Y rebaja también una décima, hasta un 1.8 %, para el próximo año. Su escenario base es de moderación del crecimiento, aunque sujeto a elevadas incertidumbres en el escenario global. Es cierto que la incertidumbre internacional en estos momentos es elevada: desde una perspectiva geopolítica, a nivel comercial y también por las divergencias en la gestión de la política monetaria entre las principales economías. Son distintas amenazas que lógicamente motivan un comportamiento más moderado en el futuro de la demanda externa. Pero los datos de la demanda interna siguen siendo sólidos.

Esto es así por la situación financiera saneada de las familias y empresas. Su deuda ha seguido reduciéndose en los últimos meses, hasta alcanzar el 107.2 % del PIB, el nivel más bajo desde la crisis financiera. Y por debajo del promedio europeo. La capacidad de financiación de la economía española fue del 3.9 % del PIB en febrero, la cifra más alta de la última década. Desde la crisis financiera ya es habitual que el proceso de desapalancamiento de las familias y empresas sea compatible con un mayor crecimiento económico. Un crecimiento más sólido que en el pasado, apuntalado de forma reciente en el comportamiento del consumo y de la inversión empresarial.

Con cifras positivas de empleo y aumento de la renta disponible, bajo condiciones financieras favorables, es razonable esperar que el consumo privado siga siendo el motor de crecimiento a corto plazo. Y también resulta sensato esperar que la inversión siga al alza, apoyada en los fondos europeos, la construcción y la inversión en capacidad de producción de las empresas. La solidez de los bancos, con elevada solvencia, liquidez y rentabilidad, es también un factor de confianza en estos momentos de incertidumbre. El mejor ejemplo es el aumento de dos dígitos en la nueva financiación a familias y a empresas y a tipos de interés muy por debajo de la media europea.

Pero observar el vaso medio lleno para los próximos meses no significa obviar los retos a los que se enfrenta la economía española en el futuro, especialmente en el caso de la inversión empresarial y las finanzas públicas. Por un lado, las encuestas empresariales coinciden en la necesidad de apostar por una formación más adaptada a la demanda laboral y fomentar el talento. La formación es uno de los activos más valiosos de la sociedad, porque se traduce en innovación y crecimiento. Además, las empresas también apelan a reducir la burocracia y bajar los costes de producción, entre ellos los impuestos.

Por otro, el FMI publicó hace unos días el Informe del Artículo IV 2025 sobre España, centrando una parte de las conclusiones en la necesidad de seguir con el ajuste de las finanzas públicas. En concreto, "aprovechar el impulso del crecimiento para reconstruir con más rapidez el margen fiscal y reducir los riesgos de la deuda soberana mediante una estrategia de consolidación más clara". La deuda pública se ha moderado este año hasta un 103.5 % del PIB, aunque ha seguido alcanzando nuevos máximos en términos absolutos.

En este escenario hay que situar también la revisión a la baja del crecimiento previsto para la eurozona por el Banco Mundial, que casi ha coincidido con las proyecciones del Banco de España. La institución supranacional ha rebajado en tres décimas el crecimiento para este año para la zona euro hasta un 0.7 % y en cuatro el de 2026 hasta un 0.8 %. El aumento en el gasto en defensa, especialmente en Alemania, no podrá compensar la debilidad esperada para el comercio mundial.

Aquí el vaso está medio vacío, con las claves que todos conocemos para mejorar el pronóstico a medio y largo plazo. Europa necesita ser más competitiva, soluciones para abordar con éxito los retos de descarbonización, innovación y seguridad económica, pero también para mantener el estado del bienestar. Más integración europea y reformas estructurales que la hagan viable. De ello dependerá, también, que el vaso de la economía española se siga llenando a buen ritmo.