El aplazamiento de la factura electrónica no debe frenar la modernización empresarial
- Los despachos profesionales tienen ante sí una gran oportunidad para reforzar su papel como asesores estratégicos
- La obligación para pymes y autónomos de emitir facturas digitales se retrasará a 2027
Fermín Lozano
Madrid ,
La reciente decisión del Gobierno de aplazar la entrada en vigor de Verifactu hasta 2026 ha sido recibida con cierto alivio por parte de muchas pymes y autónomos. Y es comprensible: hablamos de un ecosistema empresarial compuesto en un 99% por pequeñas y medianas empresas, que arrastra desde hace años una brecha tecnológica que requiere tiempo y acompañamiento para superarse. Sin embargo, este retraso no debe interpretarse como una invitación a la pasividad. Al contrario, es una oportunidad que debe aprovecharse para avanzar con mayor solidez hacia un modelo de gestión más eficiente y conectado. La factura electrónica, lejos de ser una mera exigencia normativa, es una herramienta transformadora. Su implantación supone un cambio de paradigma en la forma de gestionar la información fiscal y administrativa. Automatiza procesos, reduce errores, mejora el control financiero y ahorra costes. Además, permite a las empresas operar con mayor agilidad, cumplir con los requisitos de la Agencia Tributaria y sentar las bases para una gestión más eficiente y transparente.
2026 está a la vuelta: ahora es el momento de prepararse
Este aplazamiento abre una ventana temporal muy valiosa. Un margen que las empresas y autónomos pueden (y deben) aprovechar para planificar su transición de forma ordenada, evitar prisas de última hora y apostar por herramientas que vayan más allá del simple cumplimiento normativo. Nosotros llevamos años trabajando junto a pymes, autónomos y asesorías en su proceso de adaptación tecnológica. Y lo hacemos con una convicción clara: más allá de cumplir la legislación, lo importante es extraer valor de ese cumplimiento. Las soluciones de gestión actuales permiten automatizar tareas repetitivas, ahorrar costes, mejorar la trazabilidad documental y, sobre todo, liberar tiempo para dedicarlo a lo que realmente importa: hacer crecer el negocio. No retrasar las decisiones será lo que marque la diferencia. Las empresas que inicien desde ahora este proceso llegarán a 2026 con sistemas plenamente operativos, empleados formados y una cultura empresarial alineada con los nuevos tiempos.
Los despachos profesionales, por su parte, tienen ante sí una gran oportunidad para reforzar su papel como asesores estratégicos, guiando a sus clientes hacia una transformación más allá del papel.No debemos esperar a que la ley nos obligue para adoptar tecnologías que ya han demostrado su eficacia. Las empresas que den este paso ahora estarán mejor posicionadas para competir en un mercado cada vez más exigente y digitalizado. Y los despachos que lideren este proceso tendrán un papel protagonista como socios estratégicos en la modernización de sus clientes. El futuro no empieza en 2026. Empieza hoy. La factura electrónica y Verifactu será obligatorios, sí, pero su valor va mucho más allá del cumplimiento. Es una inversión en eficiencia, control y competitividad. Y ese salto, cuanto antes se dé, más beneficios generará. Es el momento de hacerlo.