Opinión

2025, un año de sorpresas positivas liderado por Europa

  • El pesimismo de Bruselas ha creado un factor alcista que abona el terreno en los mercados
  • La UE está atrapada en un atolladero por culpa del maltrecho alemán y francés
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Ken Fisher

En enero, anticipé tres hipótesis para 2025 sobre el mercado bursátil que parecían igualmente factibles y dije que les avisaría cuando una de ellas cobrara más fuerza. Ha llegado el momento.

Recordemos, en primer lugar, las tres opciones: una gran expansión de nuevo en las bolsas de Estados Unidos y el resto del mundo; una caída leve; o rentabilidades de entre el 0% y el 5%. Pues bien, el primer supuesto se ha convertido en el más probable: 2025 será un año en el que se superarán las expectativas y Europa, contra todo pronóstico, liderará las ganancias. Veamos por qué.

Desde entonces, he podido constatar en Europa un sentimiento injustamente pesimista si tenemos en cuenta la realidad. El pesimismo es un factor alcista que abona el terreno para sorpresas positivas, y son precisamente las sorpresas las que más hacen oscilar a los mercados.

También dije que un tercer año consecutivo de fuertes rentabilidades desconcertaría a la mayoría de los inversores, en vista de la rareza histórica que supone, y que las previsiones de consenso de los expertos casi nunca se cumplen. De hecho, de los 62 pronósticos profesionales sobre la evolución del mercado estadounidense, solo 2 superan el 15%. Tal margen de sorpresa da mayor verosimilitud a las grandes ganancias.

Por otra parte, la bolsa estadounidense ha subido el 60% de los primeros años de mandato presidencial (como 2025), registrando una notable revalorización en esas ocasiones. Además, la buena forma de los indicadores empresariales hace presagiar un aumento de los beneficios. Si a todo ello le sumamos las elevadas correlaciones bursátiles y la enorme relevancia de Estados Unidos, los buenos resultados se propagarán por España y el resto del mundo.

Con todo, el motivo principal de mi optimismo es nuevo, y no es otro que el excesivo pesimismo reinante en Europa y, hasta cierto punto, en Asia. Mientras que los inversores estadounidenses han celebrado de forma mayoritaria la victoria de los republicanos por su supuesta protección de las empresas, los europeos se han dejado intimidar por Trump. Las guerras comerciales acapararon toda la atención en el Foro de Davos, donde el presidente republicano amenazó con imponer aranceles a todos los países que no invirtieran en Estados Unidos. Incluso el error de incluir a España en el grupo de los BRICS, que podría sufrir un duro castigo tarifario, hizo temblar a la Moncloa.

El caos político de la UE y la atonía de las economías alemana y francesa agravan el malestar en Europa. Sin embargo, todos estos eventos no son más que ladrillos del "muro de las preocupaciones" que los mercados alcistas suelen escalar para dar paso a una sorpresa positiva impulsada por el alivio.

Sabemos que, actualmente, la incertidumbre política en Europa es alta. La lentitud con que avanzan las negociaciones presupuestarias en España, que podrían abocarla a una cuestión de confianza, las recientes elecciones en Alemania y la inestabilidad del Gobierno de Francia son solo algunas de las razones. Además, la temida propagación del populismo antieuropeísta en Alemania, Austria y otros países echan más leña al fuego. En todo caso, se trata de eventos ya descontados, y el auge de los partidos minoritarios no fomenta malas políticas, solo dispersa el voto, lo que, al final, produce una situación parecida al bloqueo legislativo de la mano de coaliciones difíciles de gestionar. Es de esperar, entonces, que las elecciones y el mercadeo de los apoyos desencadenen el bloqueo político (típicamente alcista) en Francia, Alemania y el resto de la UE, aplacando con ello los temores políticos.

Europa se considera atrapada en un atolladero por culpa de la maltrecha economía alemana, pero pasa por alto la fortaleza del PIB español, del que también da cuenta un dato mejor de lo previsto en el cuarto trimestre de 2024. El pesimismo impide a muchos apreciar la realidad, de modo que cualquier avance económico en la eurozona, por pequeño que sea, desatará una sorpresa positiva, como sucedió en 2024.

Lo mismo vale para Asia, aunque en menor medida. Allí los sentimientos son contradictorios, lo cual puede explicar en parte los accidentados comienzos de año en las bolsas de Japón y Singapur. Asimismo, los analistas más temerosos han restado importancia al dato de crecimiento de la región, mejor de lo esperado, al que tildan de fenómeno pasajero ante la debilidad de China y la amenaza de una guerra comercial de dimensiones planetarias. Y todo a pesar de que el país creció un 5% en 2024 y el consumo está aguantando el tirón en el conjunto del continente. Las tendencias rechazadas provocan sorpresas positivas.

Con respecto a los aranceles de Estados Unidos, las amenazas de Trump son tantas y tan dispares que seguramente no se cumplan en su totalidad. Recordemos cuando en su primer mandato anunció que gravaría las exportaciones de automóviles de la UE y Japón. Como en otras ocasiones, lo utilizó como arma de negociación para cerrar nuevos acuerdos.

La coyuntura actual recuerda cada vez más a aquella. En efecto, tras advertir a Colombia de que le impondría un arancel del 25%, Trump alcanzó un pacto sobre la deportación de migrantes. Por otro lado, su retórica con China es espejo de lo sucedido en el primer mandato, que también concluyó con un acuerdo. Es decir, buena parte de sus ataques tienen como objetivo conseguir resultados concretos, como sucedió con Colombia.

Aun cuando se aplicaran aranceles a la UE, no sería para tanto. Solo el 16% de las exportaciones de la región (el 5% de las españolas) va a Estados Unidos. En el caso de que se impusiera un arancel universal a los productos españoles, las empresas podrían cambiar de proveedores, reducir costes o repercutir los gravámenes a los consumidores. En cambio, los servicios, que representan el 69 % del PIB de España, no se verían afectados. Y, aunque no fueran universales, en ocasiones anteriores los aranceles se han eludido con facilidad, con la intermediación de otro país. En definitiva, hay mucho margen para el alivio.

Por lo tanto, cuente con todos estos impulsos imprevistos, sobre todo en Europa. No en vano las bolsas española y europea batieron a Estados Unidos en enero, y en Alemania y el Reino Unido, además de en España, no dejan de alcanzarse nuevos máximos.

No me malinterprete, las acciones estadounidenses siguen subiendo. Ahora bien, 2025 será el año en que Europa dará la sorpresa y se destacará sobre el resto.