Opinión
La cultura como motor del crecimiento económico
Domingo Guillén
En un mundo en constante transformación, donde los modelos económicos tradicionales se tambalean y buscamos nuevas fórmulas para el progreso, la cultura emerge como un activo estratégico, un motor silencioso pero potente que impulsa no solo el crecimiento económico, sino también el bienestar social.
Lejos de ser un simple accesorio, el sector cultural se consolida como generador de empleo, fuente de innovación y elemento clave para la cohesión de nuestras sociedades. Su impacto, a menudo subestimado, merece un análisis profundo que nos permita comprender su potencial transformador para construir un futuro más próspero y significativo.
De acuerdo con el Ministerio de Cultura y Deporte, las industrias culturales y creativas representan en torno al 3,4% del PIB español y dan empleo a más de 700.000 personas. A nivel europeo, estas industrias generan más de 7 millones de empleos y contribuyen al 4,2% del PIB de la Unión Europea, superando incluso a sectores como la automoción o la energía. Estas cifras no solo demuestran la relevancia actual de la cultura, sino que anticipan su papel crucial en la construcción de un futuro más positivo, inclusivo y sostenible. Invertir en cultura es, por lo tanto, invertir en el futuro del progreso social.
Cultura un sector estratégico para el empleo
El sector cultural no solo crea empleo, sino que lo hace, además, con un alto valor añadido. Según un informe del Observatorio de la Cultura, los trabajos relacionados con este sector suelen estar vinculados a perfiles altamente cualificados, contribuyendo así a un mercado laboral más competitivo. En España, la cultura dinamiza sectores como el turismo, el transporte y la hostelería, creando sinergias que amplifican su impacto económico.
Además, el fomento de la cultura contribuye a la innovación en otras áreas. La creatividad que caracteriza al sector cultural se traslada a ámbitos como la tecnología, el diseño y la publicidad, donde las nuevas ideas encuentran aplicaciones prácticas con un claro retorno económico.
El impacto de la digitalización en el consumo cultural
Internet ha revolucionado por completo el acceso a la cultura. Ahora, disfrutar del arte y la cultura es mucho más fácil y está al alcance de un público más amplio. Plataformas digitales, servicios de streaming y bibliotecas online han derribado barreras geográficas y económicas, permitiendo que más personas disfruten de contenido cultural de calidad. Por ejemplo, cada vez más personas se conectan a internet y usan smartphones, lo que facilita el acceso a la cultura online, como muestra el informe Digital 2024 de DataReportal. Este avance tecnológico beneficia tanto a consumidores como a creadores, quienes ahora pueden financiar sus proyectos y alcanzar audiencias globales mediante crowdfunding o suscripciones.
Lejos de ser excluyentes, los formatos digitales y físicos se complementan, enriqueciendo la experiencia cultural. Mientras que lo digital facilita el acceso inmediato y la portabilidad, el formato físico, ya sea un libro, un disco o una película, ofrece una experiencia tangible, una conexión sensorial y, en muchos casos, un valor coleccionable que amplía el disfrute de la obra. Poseer un objeto físico fomenta un vínculo especial con la obra, permitiendo una apreciación diferente y contribuyendo a la construcción de una identidad cultural personal.
Iniciativas como las de Fnac, que apuestan por la venta online y física de productos culturales y la promoción de artistas emergentes, contribuyen a este ecosistema digital, facilitando el acceso a la cultura y, al mismo tiempo, manteniendo viva la importancia del formato físico. Esta combinación de ambos mundos no solo amplía las posibilidades de consumo, sino que también impulsa el mercado cultural en su conjunto, contribuyendo al aumento del consumo cultural del país. Aun así, la UNESCO advierte que debemos abordar la brecha digital para garantizar una distribución equitativa de los beneficios de esta democratización cultural.
Cultura como estrategia de desarrollo territorial
El impacto de la cultura va más allá de las grandes ciudades. En las zonas rurales, el fomento de actividades culturales es una herramienta clave para revitalizar la economía local. Ferias del libro, festivales de música y exposiciones itinerantes no solo generan ingresos directos, sino que también fomentan el turismo y contribuyen a fijar población en territorios en riesgo de despoblación.
En este contexto, el papel de las empresas es fundamental. Desde Fnac, por ejemplo, apoyamos iniciativas que promueven la creatividad local, colaborando con artistas emergentes y creando espacios donde puedan mostrar su trabajo. Este tipo de acciones no solo enriquecen el tejido cultural, sino que también generan un impacto económico positivo en las comunidades.
Apostar por la cultura: una inversión de futuro
En un momento en el que se buscan soluciones para impulsar el crecimiento económico sostenible, la cultura se presenta como una apuesta segura. La cultura genera un impacto positivo en múltiples niveles. Por ello, es imprescindible que tanto el sector público como el privado trabajen de manera conjunta para construir un ecosistema cultural fuerte y diverso. La colaboración entre instituciones, empresas y creadores es clave para garantizar que el potencial de la cultura se traduzca en beneficios tangibles para toda la sociedad.
La cultura no solo enriquece nuestras vidas; también impulsa nuestra economía, genera empleo y fomenta la innovación. En un país con tanto talento como España, apostar por ella es apostar por un futuro mejor. Reconocer su valor estratégico es el primer paso para construir una sociedad más próspera, equitativa y creativa.