Opinión
Tres focos de interés para cerrar el año
- Independientemente de los resultados, la política económica de EEUU traerá un déficit público
- Una baja de tipos muy intensa llevaría a Europa al entorno del 1,5% y los de Estados Unidos al 3,5% para finales de 2025
Alejandro Vidal
Tres son los asuntos que en nuestra opinión van a marcar el devenir del año en términos financieros y de mercados: la consolidación y la velocidad del escenario de bajada de tipos de interés a nivel global (aunque con especial interés en Europa y EEUU), el devenir de las elecciones en Estados Unidos, y el impacto de las medidas expansivas y de apoyo económico desplegadas por China.
En cuanto a los tipos de interés, y al contrario de lo que ocurrió en 2023 cuando el mercado también anticipó un ciclo agresivo de bajadas que terminó demorándose casi un año, en esta ocasión ya estamos en fase de ejecución, y ambos bancos centrales (Fed y BCE) han comenzado ya a aplicar las primeras reducciones. Sin embargo, los mercados han metido en precio un ciclo de bajadas muy intenso, que, de cumplirse, llevaría a los tipos en Europa al entorno del 1,5% y los de Estados Unidos al 3,5% para finales de 2025.
En nuestra opinión, esta expectativa a día de hoy es excesiva, y pensamos que esas referencias terminarán entre 50 y 75 puntos básicos por encima. La primera consideración, independientemente de si acertamos más o menos con la cifra, es que el ciclo de bajadas concluirá en un entorno de tipos neutral si lo comparamos con el potencial de crecimiento de ambas economías y no en una política monetaria netamente expansiva como la que teníamos en los años anteriores. Se trata, por tanto, de retirar unos tipos inusualmente elevados, no de volver a unos tipos inusualmente bajos. En la medida que la inflación siga dando espacio para normalizar, y la economía (especialmente el mercado laboral) no se debilite excesivamente, esta senda cómoda de reducción se seguirá consolidando sin exponer a riesgos de recesión ni de inflación descontrolada, un balance ideal para los bancos centrales y también para los mercados.
El segundo asunto es el resultado electoral en Estados Unidos. Las últimas estimaciones electorales coinciden en una posición aún no definida para ninguno de los dos candidatos, aunque quizá las probabilidades de que sea Donald Trump quien finalmente se haga con la mayoría de los Estados en disputa y, por tanto, con la mayoría del colegio electoral parece ganar fuerza. Pero seguiremos con toda probabilidad con ambos escenarios (más la composición de las cámaras parlamentarias) abiertos hasta la noche electoral.
Más allá de la incertidumbre, hay un elemento que podemos dar por descontado gane quien gane: ambos candidatos proponen un incremento sustancial de las necesidades de financiación para la economía, si bien por vías distintas. Los republicanos, más por ofrecer estímulos fiscales a empresas y particulares que reducirán significativamente los ingresos públicos. Los demócratas, ampliando el espectro de ayudas públicas y el gasto especialmente a familias y colectivos menos favorecidos. Ambos escenarios, implican mayor déficit público y tienen un impacto en el crecimiento y también en la inflación, y nos hacen pensar que veremos tipos de interés más altos especialmente en los plazos largos de la curva, es decir, un empinamiento.
En cuanto a China, tras los paquetes anunciados para dotar de liquidez a la economía y favorecer la inversión y recuperación de su sector inmobiliario, el mercado opina que este ciclo de estímulos y paquetes pro crecimiento y confianza interna puede continuar, dando una mejor visibilidad a corto plazo a la economía y mercados del gigante asiático. Y así lo han recogido la valoración de sus activos en los mercados con un rebote de entidad, si bien es cierto que desde niveles muy deprimidos. Sin embargo, estabilizar o generar dinámica de corto plazo es una cosa, y suponer que esto resuelve los problemas de fondo con respecto a la burbuja inmobiliaria y el sobreendeudamiento de una parte de la población y los agentes económicos, es otra. Y más en un mundo políticamente cambiante, donde el entorno de restricciones o trabas comerciales puede volver a surgir.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, nuestra visión para el cierre de año para nuestras estrategias de gestión es positiva, y de hecho estamos sobreponderados en riesgo. En renta fija, hemos apostado por reducir algo la duración por la vía de reducir vencimientos en bonos del Estado, al tiempo que ampliamos nuestra exposición a deuda corporativa tanto en grado de inversión como high yield. Un escenario de tipos a la baja, pero con bajo riesgo de recesión económica y por tanto tensión en los diferenciales crediticios, con empinamiento de las curvas, hace preferible en nuestra opinión asumir algo de riesgo crediticio a cambio de reducir la duración para mantener los retornos.
En renta variable, apostamos fundamentalmente por las bolsas de países desarrollados, y damos algo más de peso a compañías de pequeña y mediana capitalización. Un entorno de financiación más benigno pero sin alto riesgo de deterioro económico, un cierto giro hacia el crecimiento interno y menos exposición al ciclo global y sus riesgos a corto plazo, y una composición sectorial más cíclica y menos expuestos a los sectores actualmente con valoraciones elevadas pero aún así con elevado potencial de crecimiento en beneficios, nos hacen reforzar esta apuesta de cara al último trimestre.