Opinión
Las tres razones del fracaso de las sanciones impuestas a Rusia
- El principal objetivo de todas estas sanciones ha sido el dinero de Rusia
Jorge Cachinero
Madrid,
Estados Unidos (EE. UU.), Reino Unido (RU), la Unión Europea (UE), Australia, Canadá o Japón han impuesto más de 16.500 sanciones a la Federación de Rusia desde el comienzo de la Operación Militar Especial (OME) que ésta lanzó en Ucrania en febrero de 2022.
El principal objetivo de todas estas sanciones ha sido el dinero de Rusia.
Reservas rusas de divisas en el extranjero, por valor de $350.000 millones, y el 70% de los activos de los bancos rusos fueron congelados y la mayoría de éstos quedaron excluidos de SWIFT, el servicio de mensajería de alta velocidad que utilizan las instituciones financieras para sus comunicaciones y transacciones.
Asimismo, los países occidentales han prohibido la exportación de tecnología a Rusia, la importación de oro y de diamantes desde Rusia, los vuelos procedentes de Rusia y los grandes empresarios rusos supuestamente vinculados al Kremlin fueron sancionados y sus yates amarrados en los puertos de lujo de Occidente fueron confiscados.
Las industrias petrolera y gasística rusa han sido otro de los principales objetivos de las sanciones occidentales.
EE. UU. y el RU prohibieron el petróleo y el gas natural rusos, la UE ha prohibido las importaciones marítimas de carburante ruso y los países del G7 -organización que agrupa a las siete mayores economías del mundo- impusieron un precio máximo de $60 dólares por barril al crudo ruso para intentar reducir los ingresos del Estado ruso.
Por último, cientos de grandes empresas occidentales abandonaron Rusia -McDonald's, Coca-Cola, Starbucks o Heineken dejaron de vender o de fabricar sus productos en territorio ruso-, aunque un número significativo de ellas -PepsiCo o Avon- siguen haciendo negocios y operando desde Rusia.
El impacto que todas estas sanciones han tenido sobre la economía de Rusia, más de dos años después del comienzo de su implantación, ha sido completamente ineficaz y contraproducente para los países occidentales que las han tomado por tres tipos de razones.
En primer lugar, estas sanciones occidentales fueron eludidas inmediatamente por un gran número de países en todo el mundo.
Estas naciones no se dieron por aludidas porque pensaban que los objetivos políticos de EE. UU. y de sus aliados contra Rusia no eran asunto suyo, no los compartían e, incluso, los despreciaron.
Febrero de 2022 provocó una aceleración en el proceso de desmantelamiento del momento unipolar de dominio estadounidense sobre el mundo, tras el colapso de la Unión Soviética.
La multipolaridad creciente de las relaciones internacionales ha empujado a grandes potencias globales o regionales, como China, como la India, como las monarquías árabes del Oriente Próximo o como muchos de los países africanos, a continuar o a aumentar sus relaciones comerciales o de negocios con Rusia.
Por otra parte, muchas de las naciones europeas que sancionaron a Rusia han seguido haciendo negocios con ella, a través de países de Asia -la India, Malasia o Singapur- o de antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central en un ejercicio de hipocresía sin límites.
Por último, las sanciones occidentales contra la economía rusa han tenido un efecto contraproducente para los países que las implantaron.
El intento de confiscación de los $300.000 millones en reservas de la Federación de Rusia depositados en instituciones financieras occidentales ha infligido un golpe devastador contra el respeto que se guardaba a la santidad de las reservas en dólares de cualquier país en el extranjero.
La desaparición de este principio de respeto y de confianza universales ha roto un tabú que acabará teniendo un impacto negativo sobre el dólar estadounidense como moneda de reserva internacional, ya que el mundo ha sido testigo de lo que EE. UU. está dispuesto a hacer en los mercados financieros internacionales para defender los objetivos de su política exterior.
EE. UU. ha comprometido a su propia moneda y su futuro con este comportamiento.
Las sanciones que Occidente impuso a Rusia en 2014, tras el referéndum de adhesión de Crimea a la Federación de Rusia, no funcionaron y las de 2022 y de 2023 tampoco lo harán.
Rusia está vendiendo petróleo en el extranjero a un precio superior al tope fijado por el G7 y sus exportaciones de barriles de petróleo diarios han aumentado tras incrementarse los pedidos de la India y de China.
Rusia está importando muchos productos occidentales sancionados a través de países como Georgia, como Bielorrusia o como Kazajistán y China se ha convertido para Rusia en un proveedor vital de productos de alta tecnología alternativos a los fabricados en Occidente.
Estas sanciones han levantado un muro entre Occidente y Rusia y han abierto una autopista entre Rusia y el resto del mundo, no son una carta de negociación que Occidente pueda usar contra Rusia porque ésta ha perdido su confianza en aquél y son un autoengaño porque Occidente no ha podido cambiar el curso de los acontecimientos en Europa Oriental.
La economía rusa se contrajo un 2,1% en 2022, creció un 3,6% en 2023 y está previsto que crezca un 1,8% en 2024.
El presidente Vladimir Putin suele repetir que las sanciones occidentales no han perjudicado a Rusia, ya que "nosotros tenemos crecimiento y ellos, decrecimiento".