Opinión

La reputación de los países en la COP28

    Sultán Al Jaber, presidente de la COP28. REUTERS

    Álvaro Rodríguez de Sanabria, Fernando Prado Abuín

    Tras la celebración de la COP28 en Dubái, se destaca la relevancia de los planes concretos implementados por gobiernos y empresas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Han sido muchas las propuestas y siempre con el objetivo marcado en el Acuerdo de París de tratar de limitar la subida de las temperaturas a los 1,5 grados que la comunidad científica establece como un límite que no debemos sobrepasar por sus graves consecuencias. A pesar del consenso científico sobre la amenaza del cambio climático, algunas voces, como la del presidente de la COP28, han cuestionado la necesidad de eliminar progresivamente los combustibles fósiles, generando debate debido a su vínculo con la industria petrolera.

    Hace más de 40 años que la ciencia viene advirtiendo de la imperiosa necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin duda, la conciencia pública sobre la emergencia climática experimentó un importante paso adelante desde el documental "Una verdad incómoda" de 2006, protagonizado por el exvicepresidente de EEUU, Al Gore, pero es en los últimos años cuando más ha calado, en la medida que las manifestaciones del cambio climático anunciado en forma de fenómenos meteorológicos extremos han ido aumentando. La sociedad está, sin duda, mucho más preocupada que hace una década, pero cabe preguntarse si esta preocupación de los ciudadanos y cómo se reacciona ante ella, representa también una amenaza u oportunidad para la reputación de los países.

    La sostenibilidad es fundamental tanto para empresas como para naciones, de eso no cabe duda. Estudios recientes destacan la importancia de los criterios ESG y la agenda 2030 en la construcción de la reputación de las naciones. En 2023, la lucha contra el cambio climático, el cuidado del medioambiente y el respeto por los derechos humanos se han convertido en los tres atributos que más influyen en la reputación de un país entre la opinión pública internacional, desplazando otras variables relacionadas con la calidad de vida, el nivel de desarrollo o la calidad institucional, que antes tenían mayor importancia.

    La reputación de un país es importante porque influye en variables económicas como el turismo, las exportaciones y la inversión extranjera directa. Aumentar un punto en el indicador de reputación se traduce en media en un incremento de 4,6% en el valor económico de las llegadas de turistas y un 1,7% en la inversión extranjera directa. Una reputación sólida también confiere mayor credibilidad e influencia internacional, o soft power.

    La reputación ya sea de organizaciones o países se basa en percepciones, y la gestión eficaz implica comparar datos de percepción con datos objetivos de realidad. En el caso de la lucha contra el cambio climático, donde el público está poco informado, o en algunos casos incluso manifiestamente desinformado, la brecha entre percepción y realidad en el esfuerzo de los países contra la amenaza climática es evidente.

    Teniendo en cuenta la importancia que la lucha contra el cambio climático tiene en la formación de la reputación, el compromiso de los países en esta área debería tener un impacto directo en cómo son percibidos. No obstante, recientes investigaciones revelan diferencias importantes en este factor y que la percepción no siempre refleja la realidad. Países como Suecia y Suiza tienen una buena percepción y también una buena realidad, mientras que otros, como Canadá o Australia, tienen una mejor percepción que realidad y por tanto enfrentan un riesgo reputacional debido a sus altas emisiones per cápita. Otros países tienen mejor realidad que percepción, y por tanto una gran oportunidad de comunicación.

    En el caso de España, realidad y percepción son positivas, pero en ambas existe margen de mejora: por un lado, se podrían reducir las aproximadamente 5 toneladas de CO2 equivalente anual que emite cada español, pero también se podrían comunicar mejor los esfuerzos y logros ya conseguidos en materia de descarbonización lo que sin duda contribuiría a la reputación de nuestro país.

    En la cumbre del clima de Dubái los países han tomado posturas sobre medidas contra la emergencia climática. Estos compromisos repercuten y van a repercutir en su reputación global y pueden influir en las inversiones, el turismo o las exportaciones. La sociedad está adquiriendo conciencia crítica rápidamente, y el impacto reputacional puede manifestarse más rápido de lo esperado.

    Los representantes en la COP28 deberían haber considerado cuidadosamente su posición a favor o en contra, ya que, por ejemplo, el compromiso de varios países de dejar de subsidiar los combustibles fósiles hasta su eliminación completa, si se comunica efectivamente, representa una gran oportunidad para mejorar su reputación con las consecuencias que ello tiene tanto a nivel económico como de influencia internacional.