Opinión

Vivienda del futuro: Más confortable y humana

  • La pandemia tuvo una influencia directa en la configuración de nuestras viviendas y ciudades
Fotografía de hogar inteligente

Manuel Cabalgante

Nunca pensamos que un acontecimiento tan inesperado como fue la pandemia produjera tantos cambios en nuestra forma de vivir, trabajar, consumir y pensar y tuviera una influencia directa en la configuración de nuestras viviendas y ciudades.

Sin duda, la pandemia hizo que viviéramos situaciones que sólo habíamos conocido en secuencias de películas apocalípticas y que nos hicieron reflexionar y plantearnos la vida de otra manera. A día de hoy, aún nos resulta difícil asimilar que pudiéramos estar más de tres meses sin salir de nuestros hogares.

Hasta ese momento, el concepto de aprovechamiento del espacio y del rendimiento de las promociones de viviendas nos llevaba, tanto a promotores como a técnicos, a aprovechar al cien por cien la superficie que ordenábamos priorizando, en la mayoría de los casos, el número de viviendas sobre la extensión de las mismas, en el convencimiento de que era más beneficioso para el éxito de una promoción, conseguir el mayor número de unidades que pudieran ponerse a la venta.

La vivienda se consideraba como aquel lugar al que uno regresa después de un día de trabajo por lo que siempre se describían como viviendas con salón, cocina, baños y dormitorios y los compradores elegían el tipo de vivienda en función de las personas que fueran a ocupar esas estancias.

Cuando la pandemia nos obligó a quedarnos en casa por un tiempo prolongado, caímos en cuenta de las carencias que tenían las viviendas actuales. De la noche a la mañana, nuestra casa se convirtió en un espacio en el que todos los miembros de la unidad familiar interactuaban a la vez.

No sabemos si volveremos a vivir una situación parecida al COVID-19, pero lo cierto es que ha provocado que todos los agentes involucrados en los procesos de promoción de viviendas, nos replanteemos cual sería la vivienda ideal capaz de responder a las nuevas necesidades generadas.

La pandemia ha consolidado la figura del teletrabajo por lo que se hace necesario contar en las viviendas con espacios en los que pueda desarrollarse la actividad profesional sin interferir en el resto de las actividades del hogar, bien dedicando estancias específicas para ello o creando espacios polivalentes.

También se hace evidente la necesidad de habilitar espacios exteriores que nos permitan cierto esparcimiento dentro del ámbito de nuestra residencia evitando sensaciones de enclaustramiento.

Otro aspecto que nos trajo la pandemia fue la necesidad de que algún miembro de la unidad familiar necesitase confinarse para evitar el contagio al resto, lo que nos hizo replantearnos si en un futuro, podría darse una situación similar o si, por cualquier otra razón, se hace necesario que algún miembro de la unidad familiar necesite aislarse por lo que parece oportuno organizar la distribución de las viviendas de forma que puedan establecerse unidades de funcionamiento independientes.

Todas estas medidas implican que las nuevas viviendas deban ser algo más grandes que las que se han hecho hasta el momento lo que supondrá un aumento en el precio de venta del tipo estándar.

Dado el elevado precio del suelo en el centro de los núcleos urbanos, la manera de compensar este aumento de valor es desplazarnos a las afueras, donde el coste es menor. Para compensar el alejamiento de los núcleos urbanos, las promociones actuales plantean la creación de espacios que permitan interactuar entre los vecinos, con la implantación de gimnasio, zonas de paseo y esparcimiento, zonas de reunión, que minimicen la necesidad de buscar estos servicios fuera del ámbito de residencia, lo que implica aumentar igualmente las zonas comunes para favorecer la implantación de estas actividades.

Otro aspecto que se potenció con la pandemia fue el del comercio electrónico por lo que en las viviendas ya se están incorporando espacios habilitados para la recepción de los productos procedentes de este tipo de comercio. Todos estos planteamientos, junto con conceptos de sostenibilidad, están fomentado la construcción de viviendas bajo parámetros de estándares BREEAM, WELL, etc.

El auge de estos certificados radica en la creación de viviendas más confortables, más humanizadas que faciliten el aumento del tiempo que pasamos en ellas. En definitiva, se trata de crear viviendas que, al mismo tiempo que mejoran la calidad de vida, sobre todo en las grandes ciudades, reducen la huella de carbono. Los certificados WELL y BREEAM persiguen, de alguna u otra manera, mejorar la calidad del aire dentro de los edificios, brindar acceso a agua de alta calidad, mejorar el confort de los ocupantes a través del diseño de sistemas de iluminación artificial y natural o fomentar la actividad física y la vida activa. Todo esto está enmarcado dentro del concepto de Smart City, basado en un desarrollo urbano sostenible, aplicando innovaciones tecnológicas y de comunicación para la prestación de sus diferentes servicios, interconectando las distintas áreas de gobierno, economía, movilidad, medio ambiente, energía, sanidad y seguridad permitiendo así ser más eficiente y prestar mejores y nuevos servicios adaptando la ciudad para trabajar de forma colaborativa.

El camino hacia el futuro de las viviendas y nuestras ciudades ya se ha iniciado y el primer proceso es la transformación de la vivienda lo que implicará, necesariamente, cambios en el concepto de ciudad. Un nuevo modelo urbano en el que los ciudadanos tengan a su disposición todos los servicios esenciales a tan solo unos minutos andando. Ese es el próximo reto a alcanzar.