Opinión
¿Quién crea los monopolios?
- La historia enseña que los monopolios son menos duraderos de lo que asumimos
- MySpace, Xerox o Kodak, son ejemplos de monopolios destruidos por el mercado
Rainer Zitelmann
En una encuesta internacional sobre las percepciones populares del capitalismo que encargué para mi libro En defensa del capitalismo e Ipsos Mori realizó en 34 países, encontré que una de las principales críticas dirigidas al capitalismo fue el argumento de que, supuestamente, el libre mercado conduce al monopolio. ¿Es esto cierto? El capitalismo puede conducir al monopolio… o no. Pero, sin duda, nada destruye los monopolios con mayor eficacia que el capitalismo.
Los monopolios parecen indestructibles cuando los contemplamos el pleno apogeo de su poder de mercado, pero están lejos de ser eternos. Hoy en día, hay muchas personas que creen que gigantes como Amazon y Google son tan dominantes que los gobiernos deben actuar para acotar su poder. Sin embargo, la historia nos enseña que los monopolios son mucho menos duraderos de lo que a menudo tendemos a asumir.
La red social Myspace fue fundada en 2003. Rápidamente logró reunir a millones de usuarios. En junio de 2006, era la web más visitada de Estados Unidos. Un año después, The Guardian se preguntaba si alguna vez se acabaría aquel monopolio. En 2008, la compañía tenía el 74,4 por ciento del mercado de las redes sociales, con 75,9 millones de usuarios únicos en Estados Unidos. Sin embargo, todo cambió en 2009, cuando Facebook superó sus cifras y la cuota de mercado de MySpace se redujo a la mitad. Con el paso del tiempo, aquella todopoderosa red social pasó a la más absoluta irrelevancia.
En noviembre de 2008, la revista Forbes dedicó su portada al operador de telefonía móvil Nokia. "¿Alguien puede alcanzar al Rey de los teléfonos móviles?", se preguntaba la cabecera estadounidense. Pues bien, aunque Nokia fue líder en dicho mercado desde 1998 hasta 2011, este equilibrio se rompió en 2012, cuando Samsung pasó a ser la empresa más fuerte del mundo en dicho segmento. Por aquel entonces, Nokia retenía el 22,5 por ciento del mercado y Apple apenas tenía un 9,5 por ciento. Sin embargo, la empresa acabó vendiendo esta línea de negocio a Microsoft, que se hizo con su división de teléfonos móviles en 2013.
Aunque Nokia había sido una compañía de referencia y ostentaba un práctico monopolio en su sector, lo cierto es que sus competidores acabaron tomando la delantera a base de priorizar las aplicaciones y otras innovaciones. Entre 2012 y 2013, la cuota de mercado de Nokia bajó del 22,5 al 3 por ciento.
Otro ejemplo notable es el de Xerox, que introdujo la primera máquina fotocopiadora en 1960 y dominó dicho mercado durante años, alcanzando una cuota de mercado cercana al 100 por ciento. Hoy en día usamos "googlear" como un verbo ("googling"), pero por aquel entonces se empleaba un término parecido ("xeroxing") para aludir al acto de fotocopiar algo. En 1973, Xerox fue acusada de violar las leyes antimonopolio y se produjo una prolongada batalla legal. Sin embargo, el problema lo resolvió el mercado, cuando empresas como IBM, Eastman-Kodak, Canon, Minolta o Ricoh, entre otras, lanzaron al mercado nuevas máquinas fotocopiadoras que resultaban más pequeñas y económicas. Estos competidores desarrollaron soluciones basadas en desplegar un tóner líquido de bajo mantenimiento. Además, estaban construidas con piezas estandarizadas y menos costosas. Se vendían a través de tiendas ordinarias de suministros de oficina, frente a la costosa red de distribución propia de Xerox. Hoy, Xerox tiene una cuota de mercado inferior al 2 por ciento.
En 1976, Kodak vendía más del 90 por ciento de las grabadoras de vídeo adquiridas en Estados Unidos, así como el 85 por ciento de las cámaras de foto. La empresa subestimó por completo el atractivo de las cámaras digitales, que se impusieron a su tecnología de forma similar a lo que ocurrió después con la llegada de teléfonos inteligentes que incorporan grabadoras de vídeo y cámaras de foto dentro del dispositivo. Kodak se declaró en quiebra en 2012 y ahora se especializa en otros modelos de negocio.
Los términos competencia y monopolio no son opuestos absolutos, pero sí encierran una contradicción dialéctica, puesto que la competencia puede crear monopolios cuando prevalece el mejor producto. Sin embargo, los altos retornos que genera un monopolio atraen a nuevos competidores potenciales, que gradualmente destruyen el monopolio, pero a base de introducir soluciones superiores que hacen que, llegado cierto punto, esa nueva empresa pueda convertirse en el nuevo monopolio. La victoria, en todo caso, será temporal, porque estas posiciones siempre pueden ser destruidos nuevamente por la irrupción de nuevos productores.
La diferencia está en los monopolios que organiza el Estado. En este caso, las leyes blindan a estas corporaciones de la competencia. Por lo tanto, aunque la operativa sea ineficiente, la competencia no puede romper esas posiciones de poder. Los monopolios privados, en cambio, pueden desaparecer si se vuelven demasiado burocráticos y si las presiones competitivas no se resuelven con más eficiencia y mejor servicio.