La rémora fiscal: el impuesto de los pobres
- Manuel Alejandro Cardenete. Catedrático de Economía Universidad Loyola y Visiting Research Professor Georgetown University
elEconomista.es
Acabamos de terminar el temido momento, que como cada año, culmina el 30 de junio: saldar las cuentas con Hacienda. Las declaraciones del impuesto sobre la renta de las personas físicas han tenido que ser ya presentadas y pagadas (en cómodos dos plazos) o ingresadas, a los que les haya salido a devolver. Los rendimientos sujetos a tributación han sido los generados en 2022, por lo que ya no queda espacio de maniobra para tratar de que la declaración sea lo más ventajosa posible, pero la misma ha traído sorpresas derivadas del disfrute de alguna de las múltiples ayudas del Gobierno.
En concreto, la Agencia Tributaria ha especificado que, tanto el cheque único de 200 euros por bajo nivel de ingresos, el dinero utilizado del bono cultural joven, valorado en hasta 400 euros, y el bono de alquiler joven de 250 euros al mes, se consideran ganancias patrimoniales que tributan en el IRPF, entre otras subvenciones implementadas por el Gobierno a lo largo de 2022 para compensar la ralentización de la economía y el descontrol en los precios.
Pero realmente lo preocupante de esta declaración que nos ha tocado hacer este año es que no se han rectificado los tramos impositivos en función de la inflación. ¿Y qué quiere decir esto? Que al producirse en muchos contribuyentes unas subidas salariares, para nada comparables con los niveles de inflación, el tramo al que que se nos ha asignado para el ultimo bloque de renta se ha elevado y en la práctica ha implicado pagar más a Hacienda cuando en términos reales hemos ganado menos en 2022 que en 2021.
Y esto va a afectar a todos los contribuyentes. Incluidos los pensionistas, cuyas subidas del año pasado les va a provocar una mayor aportación a las arcas públicas. En un año, el 2022, donde la estimación del desvío en positivo de recaudación fiscal se ha estimado en más de 42.000 millones por encima del año récord de 2019 y donde Hacienda ha confirmado el récord histórico de ingresos tributarios de 2022, con 255.463 millones. Las empresas pagaron por Sociedades el 20,55%, más de cinco puntos por encima del mínimo del 15% exigido por ley. Y Por IRPF se superaron por primera vez los 100.000 millones de recaudación. Pues parece que todo esto no es suficiente para haber planteado la rectificación de los tramos impositivos.
Perjudicados
Cuando digo que la rémora fiscal, que es técnicamente ese deslizamiento involuntario de tramos impositivos por no haber sido indexados convenientemente en función del incremento de precios, es el impuesto de los pobres, es porque los más perjudicados son las clases medias que dependen de su nómina por cuenta propia o ajena y que han visto este incremento de impuestos sin haber hecho nada. En España, no nos olvidemos, el salario mediano de 2022 fue de 20.920 euros. Es decir, el salario que divide el número total de trabajadores en dos grupos de igual tamaño, o dicho de otro modo, es aquel en el que el número de personas que lo superan es el mismo que el de las que están por debajo el salario. Por lo tanto el grueso de los perjudicados.
No ha habido sensibilidad por parte del gobierno de España en este tema por más que la recaudación por culpa de la inflación ha sido histórica. La política fiscal no sólo puede ser expansiva con un incremento del gasto público. También lo puede ser con una rebaja de impuestos. O al menos con no subirlos de forma oculta.