El fondo del asunto del feminismo
Joaquín Leguina
Todo el guirigay que han montado las podemitas desde el Gobierno con sus leyes infumables (ley del sólo sí es sí, ley trans, ley animalista...) viene ya de lejos.
Muchas de las ideas o prejuicios que Zapatero expresó, una vez que estuvo en el Gobierno, pertenecen a lo que se conoce como corrección política y por eso apostó desde su inicio a favor de las discriminaciones positivas a través de las cuotas y otros mecanismos. Tres leyes de la época Zapatero dejaron la huella de por dónde venían los tiros del nuevo feminismo invasivo. Me refiero a la Ley integral contra la violencia de género, a la Ley para la igualdad efectiva de hombres y mujeres y a la ley del aborto (Ley 2/2010).
Desde entonces el artículo 153.1 del código penal prescribe penas distintas según que el delito lo cometa un hombre o lo cometa una mujer y aun cuando esa diferencia sea cuantitativamente casi irrelevante (prisión de seis meses a un año cuando el agresor es varón y de tres meses a un año si la agresora es mujer), sí resulta trascendente en el campo de los principios jurídicos.
Cuando esa "discriminación" se planteó en las Cortes pregunté a muchos diputados (entre ellos el ministro ponente, que fue el de Trabajo) de dónde había salido tal idea, con la cual casi nadie estaba de acuerdo. Me quedó entonces claro que la fuente de donde manaba esa agua cristalina la constituía un pequeño y aguerrido grupo de feministas radicales que habían encandilado al presidente del Gobierno. Mujeres cuya ideología en poco coincidía con la que habían expresado tradicionalmente las feministas del PSOE... mas ya se sabe cómo funciona la ley de bronce: la moneda mala expulsa a la buena.
Esta ley que rompió el principio democrático de igualdad ante la ley fue recurrida ante al Tribunal Constitucional por una jueza de Murcia (Juzgado de lo Penal número 4) y el TC hizo pública una sentencia (14 de mayo de 2008) de la que fue ponente Pascual Sala. Dicha sentencia desestimó el recurso porque el "autor (del delito) inserta su conducta en una pauta cultural generadora de gravísimos daños a sus víctimas y porque dota así a su acción de una violencia mucho mayor que la que su acto objetivamente expresa". En otras palabras: la sentencia da por hecho que existe "una pauta cultural" que afecta —lo quieran ellos o no— a todos los varones. Vamos, que los varones, por serlo, pertenecen a un grupo opresor, que es lo que las feministas radicales querían demostrar.
En esta carrera contra los principios democráticos el que ahora se quiere liquidar se llama "presunción de inocencia". ¿Cómo? Pues muy sencillo y ya está en vigor: una simple denuncia por malos tratos contra un varón lo mete directamente en chirona y lo que se quiere imponer es que esa sola denuncia sirva, sin más trámite, como prueba en un juicio. Claro que si ese varón ha pasado por el Registro Civil y allí se ha declarado trans, entonces sí será tratado con el derecho a la presunción de inocencia. En estas condiciones no me extrañará que haya cola en los Registros Civiles para cambiar de género de varón a mujer.