Opinión

El plan de Macron para tomar al asalto Naturgy y el gas español

    Macron, el estilo Bonaparte, prepara el asalto al gas español de la mano de Total.

    Amador G. Ayora

    El presidente argelino, Abdelmayid Tebún, no quiere saber nada de España desde que Pedro Sánchez rompió relaciones con su país a través de una carta al rey de Marruecos, Mohamed VI, en el que calificaba su estrategia sobre el Sáhara Occidental como la "más seria, realista y creíble". Un giro copernicano en la política exterior, que propició una reducción del flujo de exportaciones de gas a través del Medgaz a la par que duplicaba los envíos por Italia y elevaba el precio a pagar por Naturgy en la renovación del acuerdo para este año.

    El gobierno español intentó contrarrestar las restricciones argelinas con el aprovisionamiento de gas natural licuado (GNL) a través de barcos procedentes de Estados Unidos y de los países del Golfo, así como con la excepción ibérica, que desliga el precio de la tarifa eléctrica de éste hidrocarburo. Pero ni de una ni de otra manera consiguió bajar el precio de la luz. El desplome en los últimos días, debido a la caída del consumo por la crisis y las elevadas temperaturas, se trata de un alivio temporal. Los futuros apuntan a que se alcanzarán nuevos récord hacia enero ó febrero.

    El presidente Enmanuel Macron que, en un primer momento, estuvo dispuesto a apoyar el Midcat para distribuir el gas argelino en Francia y el resto de Europa a través de nuestro país, se echó atrás desde que el proyecto no cuenta con el visto bueno de Argel, si no lo lidera una empresa francesa.

    Macron comprendió enseguida que la península ibérica es un punto estratégico de paso de los hidrocarburos del Magreb hacia Europa. Quien tenga en el futuro la molécula (el gas) tendrá el control de la llave de paso. La dueña de esa molécula es la española Naturgy, a la que El Elíseo tiene en su punto de mira.

    En Moncloa saltaron las alarmas tras conocerse que la francesa Total, muy presente en nuestro país tras la adquisición de los activos de la portuguesa EDP con una cartera de dos millones de clientes, planeaba tomar el 20 por ciento que el fondo estadounidense GIP ha puesto a la venta en Naturgy.

    No hay que ser un lince para adivinar que Total es el brazo ejecutor elegido por el Ejecutivo francés para tomar al asalto la gasista española. Luego ya se verá si se construye el Midcat, como estaba previsto.

    Pedro Sánchez anunció este jueves un corredor alternativo al Midcat, sin cerrar la puerta a éste. La nueva infraestructura no se utilizará para transportar gas si no hidrógeno verde, tendrá una menor capacidad, transcurrirá en su mayor parte por Italia en lugar de Francia y aún se desconoce si técnicamente es posible. Macron transige así con un proyecto lleno de incertidumbres, empezando por su financiación. De cualquier manera para él lo importante es el gas, insisto, no el tubo para su transporte.

    El primer movimiento defensivo lo protagonizó la ministra de Industria, Reyes Maroto, quien mantuvo un discreto encuentro con los responsables del fondo australiano IFM, que en primavera lanzaron una opa parcial sobre Naturgy. El contenido de la conversación se desconoce. Pero Maroto sondeó la posición del fondo, ávido de poder en la gasista. De hecho, en los últimos meses no hizo más que comprar acciones. Su participación ronda el 14 por ciento, cuatro puntos más que el porcentaje logrado en la Opa.

    El otro fondo internacional, CVC Partners, dirigido por Javier de Jaime, viendo la jugada de los demás, declaró que su inversión en Naturgy es estable y que "ni siquiera ha fijado un calendario para su salida". Es obvio que así gana tiempo para ejecutar su salida a un precio más alto. Su participación podría dar el comprador la prima del control sobre la eléctrica hispana.

    Entre los tres fondos suman en estos momentos el 54 por ciento, frente al 25 por ciento en poder de Criteria, el brazo industrial de Fundación La Caixa. La vocación de estos fondos es financiera, no pretenden ejercer la gestión. Pero eso podría cambiar con la entrada de un grupo industrial como Total.

    El Gobierno tendrá que eliminar a finales de año la denominada acción de oro, aunque su intención es prorrogar sus poderes mediante un real decreto el próximo año. La vicepresidenta Teresa Ribera ya puso condiciones al fondo australiano IFM, pero rehusó vetar su entrada en Naturgy, para no dar una impresión negativa a los inversores internacionales, que pudiera frenar la llegada de capital extranjero. Con Total se seguiría un criterio parecido.

    Ribera recordó esta semana que el accionista que quiera entrar en Naturgy tendrá que cumplir con los requisitos de la OPA, entre los que están la prohibición de venta de activos y el reparto prudente de dividendo. Pero poco más. ¿Con qué criterios se va a oponer a la entrada de una empresa sólida perteneciente a un país miembro de la UE y, además, amigo?

    ¿Qué opinan en Criteria ó en Naturgy? El hólding industrial de La Caixa presidido por Isidro Fainé rehusa pronunciarse oficialmente sobre una operación que aún está en mantillas. Pero extraoficialmente admiten que no podrían oponerse a la entrada de una empresa de un país miembro de la UE.

    En Naturgy también se señala off the record, que la gasista está abierta a explorar acuerdos de gestión con cualquiera accionista, siempre con la condición de que su presidente, Francisco Reynés, siga al frente.

    La declaración de Ribera abortó la operación Géminis anunciada por Reynés poco antes del comienzo de la guerra de Ucrania, consistente en la división de la compañía entre la parte regulada y la que actúa en el mercado libre. Con ello, la vicepresidenta encarece una hipotética adquisición, ya que el comprador tendrá que plantear una oferta por la totalidad de la compañía, valorada en unos 23.000 millones.

    Pero su decisión es un arma de doble filo porque elimina de la carrera al único candidato español interesado en adquirir la participación de GIP: la petrolera Repsol. La división de la eléctrica facilitaría su compra, porque reduciría el coste a la mitad.

    El grupo, otrora participado por la Caixa, y presidido por Antonio Brufau, hace tiempo que acaricia la idea de volver a retomar su participación en Naturgy. Repsol está interesado, sobre todo, en el negocio no regulado, para dar un salto adelante en su diversificación. Con una caja próxima a los 11.000 millones después de la venta del 25 por ciento de su negocio de producción de petróleo (upstream) por casi 5.000 millones, la petrolera podría plantear la operación sin recurrir a endeudarse. No obstante, ésta opción está prácticamente descartada en la actualidad por el elevado precio de la acción de Naturgy, inflado por los movimientos accionariales.

    Sin el proyecto Géminis, la compra se complica porque exigiría un gran apalancamiento para la petrolera, que esta semana anunció su interés por los activos de renovables del fondo Asterion, lo que se interpretó como un abandono definitivo en Naturgy.

    ¿A qué esperará Total para ejecutar la compra? Reynés es un hábil gestor, como ha demostrado en el manejo de la crisis energética: Naturgy es la eléctrica que más clientes gana. Después del conflicto político con Argel, negoció personalmente con Sonatrach, el brazo inversor argelino, los nuevos precios del gas. Pero en vez de cerrar un pacto por tres años, como se previa en el contrato, lo hizo sólo para 2022.

    En los próximos meses tendrá que volver a la mesa de negociación para concretar los precios para 2023 y 2024. Los argelinos exigen una subida desmesurada, que supone triplicar o cuadruplicar los honorarios actuales, según fuentes bien informadas.

    El pacto supondrá un importante revés para los resultados de la eléctrica, como ya reconoció Reynés, y lo lógico es que se traslade al precio de sus títulos cotizados en bolsa, momento que podría aprovechar Total para ponerse en marcha.

    Macron, emulando a Bonaparte, parece que tiene calculados todos los detalles. No se olviden de que, para más Inri, cuenta con un aliado estratégico dentro: la argelina Sonatrach, propietaria del 5 por ciento de la gasista española. La única salida de Reynés es alargar los tiempos y resistir hasta conocer cuales las verdaderas intenciones de Total.

    Con una capitalización de 138.000 millones, casi siete veces la de Naturgy, el desembarco de la petrolera francesa se asemejaría a la del Ejército de los cien mil hijos de San Luis que invadió España en 1826, a las órdenes del duque de Angulema. y puso fin al trienio constitucional. Como en aquella ocasión, puede acabar imponiendo el régimen absolutista en la eléctrica española.