Opinión

Covid, conflictos geopolíticos y tipos de interés: el arte de decidir

    Dreamstime

    David Cabero

    Poco hemos tardado en olvidarnos de la pandemia y no sería una gran sorpresa si pronto olvidamos también el actual conflicto geopolítico, el más grave en Europa de los últimos setenta y cinco años. La subida de tipos y la desaceleración económica van a tomar el centro de nuestra atención en los próximos meses. El Banco Central Europeo acaba de anunciar la semana pasada la aceleración del ajuste monetario con dos incrementos de tipos, uno en julio y otro en setiembre. Con esta decisión termina la política acomodaticia de tipos de interés negativos de los últimos once años, y vuelve el incremento del diferencial de tipos entre los países del sur y Alemania como tema de preocupación.

    Las compras de bonos del Banco Central Europeo (BCE) habían mantenido los tipos de interés en niveles muy bajos en todas las economías europeas, también en las del sur. Estos países se han visto especialmente golpeados por la pandemia porque ha afectado duramente al turismo y ha retardado la recuperación de sus economías.

    Países como España, Italia o Grecia han dejado de ingresar impuestos por la caída del turismo durante los dos últimos años y mientras, han visto crecer su gasto público, entre otros motivos, por la financiación pública de los ERTE's, que ha permitido mantener el poder adquisitivo de los empleados del sector. Esta decisión ha evitado una crisis aún mayor, a coste de engordar la deuda pública.

    Por otro lado, la subida de la inflación va a penalizar el poder de compra de los consumidores. La única forma de frenarla es una subida de tipos de interés, sin embargo, la actual es principalmente una inflación de oferta: los problemas logísticos y geopolíticos han generado escasez de materiales y provocado un incremento acelerado del precio de las materias primas.

    El BCE intenta combatirla dejando de comprar bonos de los estados y subiendo tipos, pero en un mundo dividido, proteccionista y con cadenas de suministro rotas no está claro que la política monetaria restrictiva enderece a corto plazo la temida inflación. Además, la subida de los tipos de interés puede hacer insostenible el endeudamiento de familias y especialmente de empresas, lo que llevará a ajustes fiscales (más impuestos) para encontrar nueva financiación y compensar así el incremento del coste de la deuda.

    Sin embargo, no todo es negativo en el horizonte. Las familias ahorraron durante la pandemia, el paro ha bajado, el consumo tira y el turismo volverá a ser motor de crecimiento. Vientos de cola y vientos de cara se enfrentarán en los próximos meses; con condiciones altamente cambiantes, volatilidad en estado puro en un mundo lleno de incertidumbre.

    ¿Cómo se toman las mejores decisiones en una situación así? Recordemos que en todo proceso de toma de decisión se debe hacer un diagnóstico de la situación, un análisis de opciones y un cálculo de probabilidades de éxito de cada escenario. Dadas las múltiples incógnitas, el BCE ha optado por subir los tipos de forma paulatina, utilizando el "enfoque por etapas" (gated approach). Este enfoque permite tomar decisiones de forma escalada: se da un primer paso, se miden los resultados y, en función de estos, se ajustan los planes y las decisiones subsiguientes. Difícil trabajo en un momento que marcará la agenda económica y geopolítica de la próxima década.

    Christine Lagarde, presidenta del BCE, ocupa en estos momentos una silla en la que nadie quiere sentarse, porque sus decisiones van a condicionar la economía y la confianza de los inversores internacionales, y también el futuro de muchos millones de personas y de empresas.

    ¡La esperanza nunca fue una buena estrategia, pero esta vez parece que será parte del plan!