Opinión
La fortaleza de la colaboración público-privada
elEconomista.es
Bilbao,
La economía del País Vasco tuvo en 2021 un crecimiento del 5,5 del PIB gracias al gran dinamismo y cultura de emprendimiento mostrado por la empresa vasca, que se ha volcado en inversiones y proyectos vinculados a la industria, la transformación digital y a la I+D, tras el parón de la pandemia.
Es verdad que a esa recuperación le faltó llegar al umbral previsto del 6,7, pero el aumento de los precios de la energía y la crisis de suministros, de indudable incidencia, eran problemas exógenos. A esos obstáculos se le ha sumado este año la guerra de Ucrania, con un cambio de modelo energético a toda prisa, que está desbordando de incertidumbre la economía mundial. Por tanto, la atmósfera parece que vuelve a tornarse gris.
En este nuevo escenario la empresa es esencial. Apoyarla desde las administraciones supone un plus de éxito para intentar salir lo mejor posible del nuevo atolladero. En este sentido, la empresa vasca puede presumir del apoyo que le brindan sus administraciones y la cultura de colaboración público privada en la que se mueven.
Un ejemplo es el Plan de Ayudas a Pymes impulsado por el Gobierno autonómico para impulsar la transición, sobre todo, digital y energética de la pequeña y mediana empresa. La iniciativa impulsó en 2021 más de 8.000 proyectos que generaron una inversión de algo más de dos mil millones de euros y -lo más importante- una 'ayuda pública' de 511,5 millones. El Gobierno vasco ha aprobado una nueva tanda de ayudas para 2022 que superan los 600 millones de euros.
El boom del hidrógeno puede reactivar la economía vasca, siempre que funcione la gestión pública de acceso a estos fondos en tiempo y forma
Pero ahora mismo el hidrógeno es la gran apuesta de esa colaboración público privada vasca. La empresa vasca ha sabido ver en él un combustible de futuro y un vehículo tecnológico para descarbonizar la industria. Por lo que vale la pena hacer un esfuerzo colectivo de años hasta que se puedan ver resultados. El Corredor Vasco del Hidrógeno, liderado por Repsol y Petronor, y la Y vasca del hidrógeno verde, que promueve Iberdrola, son las dos grandes iniciativas puestas en marcha. Con previsiones de unos 10.000 empleos directos e indirectos, están previstas inversiones superiores a 1.500 millones, de los que una parte importante (unos 600 millones) deberán salir de los fondos de ayudas europeas Next Generation.
Con estos incentivos económicos, el boom del hidrógeno puede reactivar la economía del País Vasco de una manera decisiva, siempre y cuando funcione la gestión pública de acceso a estos fondos en tiempo y forma. Pero lo más importante, y lo que ya ha pedido reiteradamente la empresa vasca, es modificar y actualizar la restrictiva normativa española con respecto al hidrógeno. Inversiones de este calibre necesitan de seguridad jurídica plena y por eso es urgente acelerar los plazos para poder llegar a tiempo a las ayudas europeas.
La industria vasca ya se ha puesto en marcha con las administraciones públicas para acelerar el proceso. Ahora falta que la parte 'pública' haga su trabajo. Y este trabajo pasa porque el Gobierno vasco medie con el Gobierno de Madrid para favorecer estos cambios que fundamentalmente dependen de Europa. Aquí es donde la colaboración publico privada vasca va a demostrar su fortaleza.