Opinión
Salvar los muebles no es ganar o la noche de los perdedores
José María Triper
"Casado está salvado". Con esta lacónica pero rotunda afirmación definía un destacado dirigente del Partido Popular el resultado de los comicios municipales y autonómicos y así se explicaba también la euforia desatada con la que el líder de los populares aparecía ayer, rodeado de sus candidatos para Europa y Madrid. Conservar la Comunidad y recuperar el Ayuntamiento ha sido el salvavidas de Pablo Casado -"no está tan claro que el del resto de su equipo"- y permite al PP salvar los muebles y consolidarse como el primer partido de la oposición.
Ahora bien, constatado este capítulo de resistencia, haría bien Casado en reparar en que salvar los muebles no es ganar, y que el gobierno de Madrid no oculta la pérdida de votos y de representantes en prácticamente todos los municipios y comunidades españolas, ni tampoco el fuerte retroceso obtenido en las elecciones europeas o que el partido está prácticamente desaparecido en Cataluña y el País Vasco, plazas sin las que es prácticamente imposible recuperar el Gobierno del Estado.
Los datos globales en Europa, en las autonomías y en los ayuntamientos reflejan nítidamente que el único vencedor de esta triple convocatoria electoral es el PSOE, que conserva su hegemonía y que es mayoritario incluso en feudos tradicionales del PP, como Castilla y León o en casi todas las grandes ciudades de Galicia. El resto de partidos, por mucho que todos intenten vender la parte positiva de los resultados, son todos perdedores en mayor o menor grado.
Conseguir Madrid no oculta la pérdida de votos en casi todos los pueblos y comunidades
Porque perdedor es también Albert Rivera, que había basado toda su estrategia electoral en conseguir el sorpasso y convertirse en el líder de la oposición a Sánchez. Cuatro años y otras tantas elecciones lleva Ciudadanos intentando esa opa hostil al PP y ha fracasado en todas ellas. Un nuevo revés en el intento que invita a pensar en un cambio de estrategia porque como comentaba la misma noche electoral el que fuera portavoz socialista en el Ayuntamiento de Madrid, Antonio Carmona, "no puedes ser una alternativa de Gobierno si eres lo que los americanos llaman un partido recogelotodo". Incluso desde las mismas filas de la formación naranja ya hay destacadas voces que empiezan a reclamar un giro al centro y cambiar el "no es no" al sanchismo.
Pero hablando de perdedores, el gran derrotado es Pablo Iglesias y Podemos. Se han dejado casi 900.000 votos y un gran número de concejales y diputados autonómicos, ha sido superado en Madrid por su gran enemigo, Íñigo Errejon, y sólo se mantiene allí donde los candidatos son la oposición a Iglesias y la actual dirección. Unos resultados que dificultan mucho sus ambiciones de entrar en el Gobierno de Pedro Sánchez. "Si quiere ser ministro que se lo pida a Maduro en Venezuela", ironizaba ayer un responsable socialista, quien añadía que la historia económica de Europa demuestra que "los populismos contaminan pero terminan desapareciendo".
Y algo parecido se puede aplicar también a Vox. Tras el fiasco de las generales ahora han vuelto a quedar por debajo de las expectativas y, aunque serán decisivos para formar algunos gobiernos, van camino de ser un partido casi residual. Bien harían sus dirigentes y sobre todo sus votantes en reflexionar si merece la pena seguir dividiendo el voto del centroderecha y mantenerse como la muleta involuntaria del PSOE.