Opinión

La amenaza fantasma del imperialismo comercial


    José María Triper

    Puede ser casualidad pero suena mucho a represalia. Lo cierto es que apenas cinco días después de que la ministra Margarita Robles, anunciara la retirada de la fragata Méndez Núñez del grupo de combate encabezado por EE UU en el Golfo Pérsico, el presidente Donald Trump decidía cancelar la partida de 929 millones de dólares para construir el AVE a California, proyecto en el que están involucradas tres empresas españolas. Y conociendo al personaje podemos empezar a poner en cuarentena el contrato de Navantia con la US Navy para fabricar 20 fragantes similares a la Méndez Núñez.

    Un episodio más de las represalias comerciales de Trump que aunque tenga a China como foco de atención su verdero objetivo está en Europa. Porque la mayor obsesión del mandatario norteamericano es debilitar al máximo, y si puede destruir, a la Unión Europea, a la que considera su principal amenaza y competidor en la economía y el comercio internacional.

    "La Unión Europea es un enemigo" ha repetido Trump en más de una ocasión, y de ahí su apoyo incondicional al Brexit o sus simpatías no disimuladas hacia los populismos eurófobos. Yes preciso recordar aquí que la imposición de sanciones al automóvil europeo sólo se ha aplazado, de momento, y que ahora acusa también a los grandes de la UE, España incluida, de ayudas ilegales a Airbus.

    Algo que, junto al resto de las últimas decisiones de Washington ha puesto en máxima alerta a los empresarios y analistas económicos españoles. En CEOE, "nos preocupa muchísimo más la deriva exterior por el recrudecimiento de las guerras comerciales que la incertidumbre interna", me comentaba el pasado miércoles un alto dirigente de la patronal española en relación el recrudecimiento de las tensiones entre EE UU y China y la situación en Oriente Medio con Irán, además de sus maniobras con la UE.

    Un belicismo comercial que ha obligado ya a la Organización Mundial del Comercio (OMC) a rebajar hasta el 2,6 por ciento, cuatro décimas menos, sus previsiones de crecimiento mundial en 2019, con el consiguiente impacto sobre la evolución del PIB de las principales economías del Planeta y el empobrecimiento de los países emergentes. Deterioro que este organismo explica precisamente por las tensiones comerciales y que puede ser peor si la evolución del conflicto con Irán afecta a la producción y a los precios del petróleo que dañaría especialmente a Europa.

    Como primer síntoma de esta fuerte situación de incertidumbre, en la última semana el indicador de volatilidad de los mercados financieros ha crecido nada menos que un 80 por ciento, mientras que los analistas de los servicios de estudios públicos privados advierten de que esta escalada de sanciones comerciales han empezado ya a paralizar muchas y significativas decisiones de inversión con el consiguiente efecto negativo sobre la creación de empleo, también en España.

    El dinero, es sabido que siente aversión al riesgo y, por eso, antes situaciones de duda o desconcierto, los inversores apuestan por refugiarlo o conservarlo. Y eso, apostilla mi interlocutor empresarial, "no es miedo o cobardía, sino prudencia y sensatez". Será.