Opinión

El Tribunal de Cuentas antes los acontecimientos de 1919-1920


    Juan Velarde Fuertes

    Según la estimación de Jordi Maluquer de Motes en España en la economía mundial. Series largas para la economía española (1850-2015) (Instituto de Estudios Económicos 2016), el PIB por habitante entre 1919 y 1920, en euros de 2010, muestra un estancamiento, además de un descenso del consumo del 3,35 por ciento en 1919 respecto a 1918.

    Estos datos son la muestra de una situación económica deprimida que, simultáneamente, coincide con una considerable conflictividad social. De acuerdo con las cifras proporcionadas en la obra de Albert Carreras y Xavier Tafunell, Estadísticas históricas de España. Siglos XIX-XX, (Fundación BBVA, págs. 12-42) a partir de 1913 surge un hundimiento so-cial gigantesco. Las jornadas perdidas por los huelguistas, que en 1913 habían sido 3.190.842, suben en 1919 a 8.887.779 y a 18.154.405 en 1920. Es el momento, entre 1914 y 1920, en que la realidad española se encuentra extraordinariamente agitada desde el punto de vista social. En esta última obra, en el capítulo 15 del tomo III, Trabajo y Relaciones Laborales, se señala: "Según estas cifras, el número de huelgas y su intensidad, medida por los trabajadores afectados y por las jornadas perdidas, experimentó una primera elevación entre 1910 y 1913, y volvió a incrementarse entre 1916 y 1918. Y en los años siguientes, tras el fin de la I Guerra Mundial y muy especialmente en 1920, la serie alcanza su máximo histórico, situación que ha sido explicada por la resistencia de las empresas a aceptar incrementos salariales en plena situación de crisis de posguerra y la consiguiente prolongación de los conflictos. La huelga de la Canadiense en Barcelona, en el primer semestre del año 1919, alcanzó una especial amplitud y transcendencia, que entre otras cosas acarreó que a su término fuese promulgado el decreto que establecía la jornada legal de 8 horas en España."

    Pero hay más datos sobre la situación crítica que pasaba a alterar nuestra nación. En 1919 había un saldo negativo para el presupuesto del Estado de 1.332 millones de pesetas, y en 1920 de 840 millones; en 1918 había sido de 445 millones y en 1917 de 966 millones. Por lo tanto nos encontramos en una etapa de déficit sistemático y dependencia creciente.

    Simultáneamente, el mundo empresarial español había experimentado, a causa de la neutralidad en el conflicto, unos notables incrementos en sus beneficios. Como consecuencia de todo esto, y en este clima de tensiones y sin olvidar reacciones que se observaban en el mundo empresarial, en 1919, como por ejemplo se derivan de las estimaciones de Julio Alcaide sobre los deflactores del PIB a precios de mercado, en conjunto, desde 1913, el mundo empresarial había incrementado fuertemente sus rentas.

    Datos complementarios que lo confirman son los ofrecidos por Carlos Rodríguez Braun en Breve tratado sobre la reforma monetaria (Fondo de Cultura Económica, 1948, pág. 26), y lo vemos también para el Reino Unido en A tract on monetary reform de Keynes.

    Esta resistencia empresarial captada por Cambó, pues afectaba desde luego a Cataluña, originó un acontecimiento político muy importante, que José Luis García Delgado desarrolló inicialmente en Moneda y Crédito, y que después se incorporó al capítulo IV del volumen I de la obra de Santiago Roldán y José Luis García Delgado, La formación de la sociedad capitalista en España (1914-1920) (Confederación de Cajas de Ahorro, 1973, pags. 255-324). En síntesis, lo que en ellas se señala es que Cambó, para defender los intereses empresariales de Cataluña, pasa inmediatamente a visitar al nuevo dirigente que había surgido en el nacionalismo vasco. Éste era Sota, quien aparte de su acción política era uno de los dirigentes más importantes del mundo empresarial vasco en aquellos momentos. Logró inmediatamente su adhesión. A partir de ahí Cambó inició una intensísima actividad, porque a continuación, desde Bilbao, se trasladó a Comillas. Allí se encontró con López Bru, como se ve de descendencia catalana, que tenía el título de Marqués de Comillas y además de ello poseía una vinculación grande con el mundo de la Iglesia española y numerosos entes sociopolíticos. Esto llevó a Cambó hasta Asturias, donde se puso de acuerdo con quien era el dirigente del Partido Reformista, Melquiades Álvarez, que mantenía los mensajes generados por la República española, y que además de ello enlazaba con los de la Universidad de Oviedo, en aquel momento de enorme presencia e influencia social del krausismo; basta recordar la correspondencia y los elogios de este grupo por parte de Giner de los Ríos.

    Por otro lado los intereses industriales asturianos y, desde luego, los del carbón, se habían visto muy beneficiados por el conflicto europeo. Cambó recibió inmediatamente la adhesión de su planteamiento por parte de Melquiades Álvarez. Seguidamente se trasladó a Valladolid, donde en vano intentó convencer a Santiago Alba, que era quien, como Ministro de Hacienda, había decidido aumentar los impuestos sobre los beneficios extraordinarios de la guerra para aliviar el déficit a costa del mundo empresarial. No logró convencerlo. A continuación, en conversación con Maura, el enemigo político de Alba, logró también que actuase contra el proyecto de éste y, con todos estos apoyos, consiguió la liquidación del gobierno de García Prieto y, con él, la desaparición en el Ministerio de Hacienda de Santiago Alba. Ese frente creado por Cambó logró así esfumar el proyecto de Alba, con lo que perduró la situación de desequilibrio presupuestarito señalada y, pasado muy poco tiempo, el mismo Cambó se convirtió en ministro de Hacienda y, complementariamente, tras la quiebra organizada en el Banco de Barcelona vinculado políticamente con el catalanismo, inició una acción base doble -un incremento colosal de las barreras arancelarias españolas y una nueva estructura bancaria con realidades como la de vincular, al crear Cambó Consejo en Superior Bancario, y también relacionarlo con éste un arreglo moderador de la competencia bancaria. Si a toda esta transformación, que sucedía como consecuencia de lo ocurrido en 1919 y 1920, añadimos crecientes conmociones sociopolíticas en Cataluña y una realidad muy preocupante para los intereses españoles en la Guerra del Rif culminada con el desastre de Annual, se evidencia la raíz de nada menos que la tensión que liquidaría la etapa política de la Restauración.

    Al enjuiciar la significación de lo sucedido en estos últimos años, el Tribunal de Cuentas de aquellos momentos no vinculó absolutamente nada de estas cuestiones de significación sociopolítica y económica extraordinaria. En el documento que se enjuicia se habla exclusivamente de la importancia derivada del control de que los gastos efectuados se hubiesen verificado basándose en planteamientos legales contenidos en el presupuesto, porque lo importante era (pág. 21), averiguar si se habían cometido o no ilegalidades en la cobranza y aplicación de los fondos del Estado.

    Lo señalado en esta nota sobre la Memoria de entonces del Tribunal de Cuentas muestra un sendero que en 1930 se esquiva definitivamente por los análisis económicos. No digamos cuando además esto se amplía gracias a la creación del Mercado Común Europeo y desde luego se van a acentuar más estos planteamientos tras los Acuerdos de Maastricht. Y eso se debe a algo así como una reformulación de los análisis del Sector Público en cuanto a planteamientos macroeconómicos que ahora son exigidos forzosamente. El ejemplo de un análisis como el que se hace aquí sobre 1919 y 1920, muestra que hoy en día su planteamiento hubiera tenido que ser radicalmente diferente. Un siglo exactamente después, creo que merece la pena tener en cuenta en qué sentido deben actuar las observaciones del Tribunal de Cuentas que deben separarse definitivamente de simples observaciones presupuestarias, como entonces se hizo y, como contemplamos ya, por ejemplo, que es lo que aparece en estas entidades en los análisis de cuentas pública en la mayor parte de los países.