Opinión

Vuelven las incertidumbres

  • La economía sufre una desaceleración, pero nadie quiere hablar de recesión
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Amador G. Ayora

Las posibilidades de prever una crisis económica son las mismas que tiene un chimpancé de dar con un dardo en la diana a cien metros de distancia. Los signos de que la economía mundial se desacelera son crecientes. Esta semana se dispararon las alarmas en China, que redujo su horquilla de crecimiento para los próximos años en medio punto anual, dejando el objetivo por debajo del 6,5% por primera vez en décadas. El viernes, Pekín anunció un desplome del 20,7% en las exportaciones, la mayor caída en tres años, uno de sus principales motores de actividad.

Le siguió la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que derramó un jarro de agua fría sobre el crecimiento mundial, en su último informe trimestral. El organismo internacional con base en París redujo del 2,7% al 2,6% el PIB previsto para Estados Unidos (2,9% en 2018) y del 6,3 al 6,2% el de China (6,6% en 2018).

El peor golpe se lo lleva la UE, que redujo del 1,8 al 1% sus perspectivas de crecimiento para este año. Las disputas comerciales de EEUU primero con Europa y luego con China frenaron las exportaciones, mientras que la incertidumbre en torno al diésel, las tensiones sociales con los chalecos amarillos en Francia, los problemas con la inmigración en Italia o los resultados de las próximas elecciones al Parlamento europeo en mayo ensombrecen el escenario económico.

La OCDE hunde más en la recesión a Italia, mientras que deja en un 0,7% la previsión del PIB alemán, que escapó el año pasado de la recesión por los pelos.

Con esta obscuro panorama, el presidente del BCE, Mario Draghi, aplazó la subida de los tipos de interés como mínimo hasta finales de año y anunció que en septiembre se restaurará el mecanismo extraordinario de liquidez para la banca, en previsión de tensiones monetarias. El gobernador europeo aseguró que no espera que Europa entre en recesión este año, aunque auguró una fuerte desaceleración, en línea con la OCDE.

La Reserva Federal (Fed) celebra una reunión clave de su comité abierto los próximos 19-20 de marzo, tras la que se pronunciará sobre su política monetaria para los próximos meses. Varios gobernadores de las reservas de los estados americanos advierten ya que se podría poner fin al alza de los tipos de interés. Y lo que es más importante, a las retiradas de dinero de la economía americana. El efecto de los recortes impositivos y de la medidas liberalizadoras introducidas por Trump nada más llegar a la Casa Blanca se apagará a lo largo del ejercicio actual.

La Fed llegó a inyectar 4 billones a la economía americana, mientras que el BCE introdujo 2,6 billones. Los bancos centrales de Canadá y de Australia congelaron esta semana las subidas de los tipos de interés.

En esta ocasión, los bancos centrales tienen mucho menos margen de maniobra para combatir una crisis, porque no dio tiempo para recuperar los balances e incrementar las tasas de interés. En el caso europeo, siguen aún en negativo.

El principal perjudicado será el sector bancario, que afronta una constante reducción de sus márgenes, a la par que un aumento de la regulación y los requerimientos de capital. Sobre todo, las entidades pequeñas nacionales, que tienen su negocio concentrado en un país europeo, como es el caso de las antiguas cajas de ahorro españolas.

Los temores a una guerra comercial y a la desaceleración catapultaron a finales del año pasado la volatilidad en los índices bursátiles, que llegaron a perder cerca del 20%, en apenas unos meses. Pero la perspectiva de un arreglo entre Washington y Pekín (Trump y Xi Jimping tienen previsto volverse a reunir a finales de mes) devolvió la calma a los mercados y mejora las previsiones para el conjunto del ejercicio.

No obstante, los expertos advierten que es improbable que las tensiones desaparezcan del todo, debido a la resistencia de Pekín a abrir su economía y a eliminar la obligatoriedad de que la inversión foránea vaya de la mano de sus empresas estatales. China está sacudida también por la crisis. El Gobierno anunció esta semana nuevos estímulos para la economía y para lograr que los bancos mantengan abierto el grifo de la liquidez a las pequeñas compañías, por temor a quiebras encadenadas. Además, los gobiernos locales están muy endeudados y sostenidos artificialmente por el banco central. Los nubarrones reaparecen en el panorama económico internacional.

España es uno de los países que mejor está capeando el temporal, según la OCDE. La previsión de crecimiento se mantiene por encima del 2%, aunque un punto por debajo del registrado en los últimos años. Ni el conflicto catalán, ni la fragmentación política han logrado hacer mella en la actividad. La próxima formación de Gobierno y las políticas económicas que implemente serán esenciales para nuestro futuro.

Los comicios sorpresa convocados por Pedro Sánchez anularon las subidas de impuestos anunciadas e impedirán, probablemente, la aplicación de la contrarreforma laboral. Un alivio para la economía, aunque sea a costa de incrementar los déficit. Las políticas de estímulo, como el recorte de los impuestos y del gasto superfluo en empresas y administraciones públicas será fundamentales para mantener el ritmo de crucero de la economía española.

PD.- La euforia se apodera de las filas del PSOE. Los sondeos apuntan a un significativo incremento del voto socialista, a costa del hundimiento de Podemos. La formación morada perderá la mitad de su apoyos, hasta el entorno del 11%, mientras que el PSOE pasaría del 20% al 30% y podría alcanzar hasta 140 escaños. La duda es si Sánchez podrá gobernar sin apoyo de los nacionalistas vascos o catalanes. La división de los partidos de derecha en tres formaciones le resta representatividad. Las posibilidades de reproducir el tripartito andaluz a nivel nacional es escasa, a día de hoy.