Opinión

La triste derrota de Ribera

  • Mira para otro lado cuando REE importa energía contaminante de Marruecos
Teresa Ribera, ministra de Transición Ecológica. <i>Foto: Efe</i>.

Amador G. Ayora

Una de las primeras declaraciones nada más llegar al poder de la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, fue decir que "el diésel tiene los días contados" y una de sus últimas manifestaciones como ministra es desdecirse. El Plan Nacional de Energía y Clima, presentado este viernes, mantiene como objetivo teórico la desaparición del vehículo diésel, pero elimina su prohibición en 2040, como pedía el comisario de Energía, Miguel Arias Cañete.

La pena es que la cercanía de las elecciones, ante el enfado de millones de ciudadanos propietarios de vehículos de combustión y de miles de empleados del sector del automóvil, sea la causante de la marcha atrás de la ministra.

Por medio, se produjo una caída del 50% en las matriculaciones de diésel y una parálisis de las ventas de coches en general, en un país en el que la industria del automóvil representa casi el 10% del PIB y emplea a 575.000 personas, si se incluyen las actividades de venta y reparación.

Grandes factorías españolas, como la de Nissan en Barcelona, la de Ford en Valencia o la de Mercedes en Vitoria, sufren la amenaza de recortes de plantilla por los problemas de renovación en los modelos.

Es preocupante el futuro de Nissan en la Zona Franca, que produce al 40% de su capacidad. En los últimos meses perdió dos modelos, el Pulsar y la furgoneta Evalia, que no fueron reemplazados por sus equivalentes. El presidente del grupo Renault-Nissan en España, José Vicente de los Mozos, califica su situación de "delicada".

Nadie con dos dedos de frente se opone a la llegada del vehículo eléctrico. Los expertos aseguran que en la próxima década experimentará un crecimiento meteórico, semejante al de los televisores en color en los setenta o los teléfonos móviles en los noventa.

Un informe de Bloomberg New Energy pronostica que la demanda de eléctricos se duplicará de aquí a 2040, hasta alcanzar 41 millones de unidades, equivalentes al 35% de las ventas totales de vehículos ligeros. Los pronósticos, probablemente, se vean superados por la realidad.

En España, las ventas crecerán de manera más intensa que la media mundial. Los eléctricos pasarán del 5% actual al 30% en 2030, y el resto de las ventas serán híbridos o eléctricos enchufables, con motor de combustión.

Nadie prevé que desaparezcan los vehículos de diésel o gasolina en un par de décadas, como aseguraba, de manera irresponsable, la ministra Ribera. Es necesario dar tiempo a la industria para transformar sus modelos de producción y distribución. La evolución del automóvil dañará gravemente a concesionarios y talleres. Los eléctricos tienen la mitad de componentes y no necesitan revisiones periódicas o cambios de aceite.

En ese sentido, la decisión del Gobierno balear, presidido por Francina Armengol, de prohibir en 2025 el diésel o una década después el de gasolina supondrá eliminar cerca de 135.000 empleos en talleres de reparación, según los primeros pronósticos.

En España, afectada por una pérdida de empleo industrial galopante, es arriesgado el papel de ministra paladín del vehículo eléctrico, cuando todos los fabricantes son extranjeros y las decisiones de producción se toman a miles de kilómetros de aquí.

La ministra mira para otro lado cuando REE imoprta energía contaminante de Marruecos 

Sobre todo, si aún no disponemos de un modelo alternativo, que permita absorber la destrucción de empleo que se producirá en el sector en los próximos años. La crisis consolidó al turismo y a la construcción como dos de los grandes motores económicos. Ambos se caracterizan por la mano de obra barata y temporal, un problema endémico de nuestro país.

Desde el Ministerio de Transición Ecológica anuncian la creación de millones de empleos con las renovables o el cambio climático. Pero ni siquiera existe un plan mínimamente detallado o creíble, como se mostró este viernes. De momento, todos son castillos en el aire y vanas esperanzas.

La política ecológica de Ribera es, además, desconcertante, si se tiene en cuenta que Red Eléctrica de España (REE), una empresa semi pública dependiente de su ministerio, firmó hace semanas la interconexión eléctrica con Marruecos. No se pueden defender con una mano las energías limpias y con la otra rubricar contratos para importar electricidad procedente de países con sobre explotación de centrales de carbón, altamente contaminantes. ¿En qué quedamos, ministra, estás dispuesta a sacrificar la industria nacional del automóvil por el coche eléctrico y miras para otro lado para no molestar el reino alauí?

¿Y qué opina de todo esto Jordi Sevilla, el neófito presidente de Red Eléctrica? Ni idea. Ni está ni se le espera. Además, recientemente adquirió Hispasat, más por un motivo de seguridad nacional que de negocio. ¿Por qué una empresa de mayoría privada y cotizada en bolsa tiene que asumir compras ruinosas por orden del Gobierno de una nación? Esto sí que es un modelo caduco, que contrasta con la enardecido defensa del coche eléctrico y de las energías limpias.

No me explico como Sevilla pasa todo el día en Twitter criticando las políticas que ponen en riesgo el modelo de desarrollo económico español y no da explicaciones sobre la compra irracional de Hispasat, que catapulta de manera descontrolada la deuda de su propia compañía, a la que Moody's acaba de dar un toque de atención.

Los platos rotos los pagarán los de siempre, los ciudadanos y los pequeños accionistas de Red Eléctrica, que tendrán que sufrir una caída del dividendo del 5% el próximo ejercicio, como anunció Sevilla.

Hay que acudir a las hemerotecas para encontrar una explicación más racional a la operación. Sevilla, que presume de haber logrado explicar la economía española en dos tardes a Zapatero (así nos fue en su etapa de presidente) y de asesorar diariamente a Pedro Sánchez, renunció al Ministerio de Economía por la jugosa presidencia de REE.

El motivo es que la remuneración del transportista eléctrico multiplica por diez la de un ministro. El mismo reconocía, nada más acceder al cargo, que "de esto no tengo ni idea". Así que acata lo que le pide Ribera y disfruta de su generosa remuneración. ¿Y estos eran los que iban a cambiar la manera de gobernar las empresas?

La derrota de Ribera me produce pena, porque una política ambiciosa sobre descarbonización y cambio climático, que debería encandilar, acaba en la cuneta por culpa de las prisas y de una política de comunicación descabellada y cortoplacista.

PD.-En el ámbito energético, la noticia esperada fue la salida de Borja Prado de la presidencia de Endesa. Prado, pese a la mala fama que se creó por su presunta participación en operaciones contra otras empresas, se va con un balance más que digno. Los beneficios, la remuneración del accionista y la capitalización de Endesa crecieron de manera generosa en los diez años de su mandato. Defendió una mayor autonomía de la eléctrica en manos de los italianos, pese a que se vio obligado a desprenderse de las filiales en América Latina. Sánchez exigió al consejero delegado de Enel, Françesco Starace, que su sucesor sea español, aunque no tenga cargo ejecutivo. La continuidad del éxito en la gestión está asegurada con el mantenimiento de José Bogas como consejero delegado en Endesa, ahora con poderes reforzados.