¿Diálogo o rendición?
Joaquín Leguina
El 20 de diciembre pasado, el presidente de la Generalitat catalana entregó al presidente del Gobierno de España un documento con 21 exigencias sobre las cuales habría de girar el "diálogo" entre los separatistas catalanes y el Gobierno español.
La sola lectura de esas 21 tesis puede provocar risa o llanto, según el humor que se tenga, pero nunca puede conducir al diálogo entre quienes defienden la Constitución y quienes la denigran. Veamos algunas de esas tesis con un breve comentario "explicativo" que no es solo mío, sino que en parte lo he tomado de Dolça Catalunya.
Por ejemplo, el primer punto de esas exigencias dice no se puede gobernar contra Cataluña. Porque Cataluña solo somos los nacionalistas. En el segundo se pide el reconocimiento del derecho de autodeterminación del pueblo de Cataluña, que se ha de hacer efectivo. Porque el PSOE de Pedro Sánchez dice que "hay que reconocer a Cataluña como una nación".
En el tercero, necesidad de una mediación internacional para una negociación de igual a igual. Porque esto es un asunto entre dos naciones soberanas.
En el cuarto, respeto a la soberanía de las instituciones catalanas, y no amenazar más con la aplicación del artículo 155. Porque aquí el Estado de Derecho se ha de plegar a los intereses separatistas.
El punto cinco pide compromiso para investigar los abusos policiales y económicos que ha sufrido Cataluña. Aunque el Govern ha recibido 1 de cada 3 euros repartidos por el FLA en 2017, y solo hubo dos heridos en el 1 de octubre y 93 guardias civiles y policías atendidos por los servicios de emergencia.
El sexto, superar la vía judicial, que ha de abandonarse. Porque estamos por encima de la ley, y la resolución 5/XI del Parlament dice que "ninguna de las decisiones del Parlament de Cataluña será susceptible de suspensión o impugnación por ningún otro poder o tribunal" (sic).
La decimoquinta exigencia pide que se admita que el franquismo pervive y es incompatible con la democracia. ¿Dónde pervive? ¿En Cuelgamuros?
La decimoctava, denunciar los privilegios derivados del franquismo. Cuando Franco murió en 1975, el 45% de los kilómetros de autopista existentes en España estaban en Cataluña, y el PIB de Cataluña era un 35% más alto que el de Madrid.
El vigésimo punto pide declarar la nulidad de los juicios franquistas como paso de memoria histórica. ¿También de los juicios que condenaron a los asesinos en la retaguardia republicana?
Por último, el vigésimo primero, hacer efectiva una política de fosas comunes. Porque las fosas de Companys donde yacen los más de 8.129 asesinados bajo la Generalitat están bien donde están.
Tan insultante declaración jamás debió ser aceptada por el presidente del Gobierno porque, entre otras cosas, retrata el espíritu con el que acuden al diálogo esos perturbados mentales que se reclaman de la República Independiente de Cataluña.
Detrás de este lío está Iceta, pero me quedo con lo escrito por Nicolás Redondo: "Desde luego quiero dejar claro que Iceta a mí no me representa en ninguna mesa; puede representar a los socialistas catalanes, ¡allá ellos!, pero con mi silencio no usurpará la representación del socialismo español. Por otro lado, no puede haber negociación política en ningún ámbito sobre el futuro de España sin contar con el PP y con Ciudadanos."
Pues eso, que a mí tampoco me representa Iceta ni allí ni en ningún sitio.