Dos hombres y un destino
Mariano Guindal
Como en la película de George Roy Hill, Sánchez y Casado son Dos hombres y un destino (1966) y aunque ninguno de los dos tiene el sex appeal de Redford y Newman, son guapetones y están de buen ver. Ambos están llamados a ser presidentes de España. En menos de un año se verán las caras. Objetivamente, son los candidatos con más posibilidades, cuando hace tan solo unos meses nadie daba ni un euro por ninguno de los dos. Sin embargo, quienes nunca llegarán a la Moncloa probablemente sean Iglesias, Rivera y Abascal, los tres jinetes del Apocalipsis que aparecieron en escena a lomos de los caballos de la crisis. Podemos, Ciudadanos y Vox vienen a representar la llamada "nueva política". Todos ellos han tenido su momento de gloria. Los tres arremeten contra los partidos tradicionales y beben de las fuentes del nacional populismo. Más que partidos son movimientos de protesta, alimentados por el maná de la corrupción.
Pero, cuando el sarampión se pasa, las aguas vuelven a su sitio y quedan como lo que son, organizaciones caudillistas de tipo minoritario, sin proyecto y sin una auténtica visión de Estado. Allí donde han gobernado han creado más problemas que los que trataban de solucionar. En España siempre ha existido un PCE versus IU, que es el espacio que en la actualidad ocupa Podemos. También ha habido hueco para partidos como el CDS, el Partido Reformista o UPyD, que han intentado ocupar posiciones centristas y llenar el hueco que había dejado la UCD de Adolfo Suárez. Por no hablar de la Fuerza Nueva de Blas Piñar, que en su versión remasterizada es lo que viene a ser Vox.
Pero de lo que hay pocas dudas es que el PSOE y el PP son los dos partidos que nuclearán el mapa político español, como siempre. Para ello tendrán que contar con los grupos minoritarios, que harán de bisagra una vez que los nacionalistas, vascos y catalanes, se han pasado poniendo precios inasumibles a su apoyo. Así hemos pasado en estos años del "bipartidismo imperfecto" a los "bloques ideológicos insoportables". Por una parte, el PSOE apoyándose en Podemos y en los independentistas radicales. Y, por la otra, el PP con Ciudadanos y Vox como soportes parlamentarios para poder gobernar. Para este viaje no se necesitaban alforjas.