Opinión
Un panorama más difícil en los mercados
- La contracción podría complicarse con la normalización monetaria
Miguel Ángel Bernal Alonso
La detención de la hija del fundador de la empresa china de electrónica y telecomunicaciones Huawei, la Srta. Meng Wanzhou, llega en muy mal momento. Este desagradable incidente ha sucedido en un momento de tremendas tensiones entre los que hoy son los dos países más importantes a nivel económico, el líder, Estados Unidos y el aspirante llamado a ocupar el puesto, China. La detención puede incrementar la tensión entre ambos países, algo que no debería haber ocurrido en la actual situación.
Como sabrán, la semana pasada se reunió el G-20, y en dicho encuentro las miradas de sendos dirigentes eran el claro reflejo de la tensión que existe entre ellos. Se optó por lanzar las campanas al vuelo y se adoptó una visión optimista en contra de la realidad, realidad que no era nada más un acuerdo inexistente. Un compromiso, y más cuando se trata de política, no es nada. Ni Xi Jinping ni Donald Trump acordaron nada en dicha reunión, no firmaron nada, no se comprometieron a nada; vamos que no hubo nada de nada. Tan solo una declaración sobre la intención, no el hecho de no subir más los aranceles ni aplicarlos a otros productos chinos, con la contrapartida de comprar más productos americanos por parte del gigante asiático. Las intenciones, sin una firma de documentos, en política no es ni papel mojado, es humo en un día ventoso.
No hay un punto donde comenzar a confluir, seguimos dentro de una guerra comercial declarada
La realidad la hemos visto este mismo viernes cuando los mercados financieros, aquellos que valoran puntualmente las noticias que surgen, han respondido con un desplome considerable. Previamente ya habían empezado a advertir que cerrado no había nada, por ello la subida del lunes fue corregida después. Ahora bien, la noticia desnudaba totalmente la falsedad del acuerdo. La situación es que no hay acuerdo, no hay un punto donde comenzar a confluir, seguimos dentro de una guerra comercial declarada. Ésta es la situación, podemos poner paños calientes, pensar que se va a solucionar, podemos poner todo el voluntarismo que queramos. Pero la verdad es que no hay nada.
Partiendo, por tanto, de la realidad de la situación, y no de la ficción, es necesario hablar de las perspectivas de un año que llega en breve, 2019. La pregunta, partiendo de que nos encontrarnos en una guerra comercial nada soterrada, con una guerra silenciosa de divisas, es qué podemos esperar del nuevo año.
El mejor ejemplo de lo que está ocurriendo es Alemania, que amenaza recesión
En mi modesta opinión, no deberíamos hacer demasiado caso a las previsiones económicas. Este año, como siempre, además de ser previsiones, por tanto escenarios posibles, nos encontramos con la política. Cuando entra la variable política en la economía todo pierde sentido, no hay forma de pensar racionalmente, de forma académica la política es más un capricho que una conveniencia. Sí hay donde apoyarnos, la historia económica nos demuestra que nunca, remarco nunca, ha habido en la historia una sola guerra comercial que haya beneficiado a ninguno de los que la emprendieron, ni siquiera a los espectadores ajenos a la contienda. Si además mezclamos movimientos de paridades de divisas, las expectativas futuras se tiñen de sombras, de pesadumbre, de vaticinios nada agradables.
El mejor ejemplo de lo que está ocurriendo es Alemania. Una de las economías más internacionales del planeta, competidores en segmentos de altísimo valor añadido donde la competenca está muy por debajo del país teutón. Pues bien, el pasado trimestre Alemania entró en un retroceso de actividad. Ya veremos si la actual situación no depara otro trimestre ligeramente negativo, con lo que el país centroeuropeo entraría en recesión.
Un panorama sombrío que se debe a temas políticos que incluso se pueden complicar más
Sí, los datos alemanes nos demuestran que la actual coyuntura nos lleva a una caída de la actividad económica, ralentización de los beneficios empresariales y un mercado laboral menos dinámico, eso en el mejor de los casos. En el peor, el de una contracción económica oficial, ya conocemos el resultado sobre los mercados laborales. Mientras que la guerra comercial no desaparezca, el comercio mundial tenderá a reducirse, algo que acarreará una contracción. Es posible incluso que alguna economía pueda entrar en recesión en Europa. Recordemos que Alemania tiene ya un trimestre en negativo e Italia tiene la ratio en el cero; por tanto un mal inicio en actividad del año puede llevarlos a entrar en recesión. Un muy mal panorama además para las economías emergentes, siempre dependientes del comercio internacional y especialmente del crecimiento económico.
Complica la contracción económica la senda de normalización de los bancos centrales. La Fed ya contempla la posibilidad de atemperar sus actuaciones y reducir el ritmo de subida de tipos de interés. El BCE termina en diciembre la compra de activos, no se contempla movimientos de tipos de interés, al menos hasta finales de año, sin embargo la situación puede incidir en las expectativas de tipos, alejando más allá del próximo año la subida de tipos por parte de los agentes financieros.
Un panorama sombrío, como decía, que se debe a temas políticos que incluso se pueden complicar más. No perdamos de vista temas como el Brexit, populismos y demás complicaciones políticas. No olvidemos, además, que los bancos centrales cuentan con un arsenal para combatir la atonía muy limitado debido a las actuaciones extraordinarias realizadas para combatir la grave crisis vivida.