Opinión

Más presión en los costes laborales

    Imagen: Istock.

    elEconomista.es

    Por primera vez, el Gobierno hace públicos sus cálculos sobre cuántas personas se beneficiarán del alza del 22% que mostrará en 2019 el Salario Mínimo Interprofesional (SMI). Está descontado que los 1,3 millones de trabajadores que cobran el SMI en el régimen general de la Seguridad Social, más los 700.000 que lo hacen en los capítulos de la agricultura y del hogar, experimentarán la subida. Pero también hay que añadir, explicó el Ejecutivo, las personas que cobran según las bases mínimas de su grupo de cotización.

    Aunque dicha base sea ya superior a los 900 euros mensuales que supondrá el nuevo salario mínimo, también ellos verán elevado su salario porque se subirán todas las bases mínimas. En total, el Gobierno estima que serán tres millones los trabajadores beneficiados por estas medidas, un 15% del total. Pero lo cierto es que muy probablemente el cómputo final resulte notablemente superior.

    Los expertos suelen recomendar precaución a la hora de aplicar alzas al SMI (sobre todo si son tan cuantiosas como la prevista para 2019) debido a que esta variable desencadena efectos de segunda ronda. En otras palabras, cuando se imponen subidas salarias en las categorías laborales más bajas, lo normal es que quienes ocupan puestos inmediatamente superiores también reclamen mejoras en su remuneración.

    Es, además, un fenómeno que afecta al sector público y al privado, ya que el SMI rige para ambos. Por tanto, la fuerte subida del salario mínimo implica una mayor presión sobre los ya muy elevados costes laborales de las empresas. Se trata de una seria amenaza para su capacidad de crear empleo en un momento delicado como el actual, después de que la afiliación registrara su peor noviembre desde 2013.