Opinión
Todos somos fascistas
Mariano Guindal
Si el fundador del fascismo, Benito Mussolini, levantase la cabeza no se creería el éxito que ha tenido su invento a pesar de haber perdido la guerra. Un siglo después es la palabra más repetida en las redes sociales. Segundos tras iniciarse una discusión aparece la palabra u otras similares como la de nazi o Hitler para descalificar al adversario. Todo el que discrepa se convierte en un fascista.
Como en la película dirigida por Dennis Gansel La ola (2008) esta moda ha llegado a la política española con un uso abusivo. Ha llegado a tal extremo que ha tenido que ser la propia presidenta del Congreso quien ha prohibido su utilización. Gabriel Rufián fue expulsado por esta razón, abandonando el hemiciclo todo el grupo parlamentario de ERC en protesta.
Su portavoz, Joan Tardá, lo explicó afirmando que "cada vez que nos llamen golpista responderemos llamándoles fascistas". ¿Van a seguir ese criterio si los miembros del Supremo determinan que los dirigentes independentistas intentaron subvertir el Estado democrático de derecho? ¿También serán tachados de fascistas?
Pero lo más grave, siendo grave la banalización que se está haciendo de esta ideología totalitaria, es que en Cataluña se empieza a escuchar a los independentistas radicales decir que hay que echar de su territorio a los "fascistas" de Ciudadanos o del PP. Es decir, al 50% de la población catalana. Esta manera de proceder es típicamente fascista, sobre todo si la acompaña la violencia.
Los responsables de este clima de odio son sin duda los dirigentes del llamado "nacional populismo". Tanto desde Podemos como desde de Vox se utiliza la descalificación del adversario con una enorme ligereza. En la medida que es recibida bien por una parte de la opinión pública se ha trasladado a los partidos moderados como Ciudadanos, PP y PSOE que con ello tratan de buscar votos.
Estos discursos se multiplican por internet con virulencia, como se ha puesto de manifiesto en la llamada ley de Godwin que nos advierte de la intolerancia que se está engendrando en la red. Qué lejos están los valores de la Ilustración cuando hombres como Voltaire afirmaba: "No comparto tu opinión, pero daría mi vida por defender tu derecho a expresarla".