Opinión

La continua reinvención del emprendedor

  • Solo el 15% de las startups en España logran sobrevivir

Jaume Palou

España es un país que sale adelante gracias a los emprendedores y autónomos". Esta frase ha sido repetida hasta la saciedad por decenas de políticos españoles. No obstante, la situación que vive este colectivo, a pesar del peso que tiene en el mercado, no es, ni mucho menos, sencilla. Continuos escollos ante los que deben reinventarse para lograr nuevas soluciones que les permitan sacar sus proyectos adelante.

En la actualidad, el número de startups que nacen y pretenden salir adelante con sus ideas no para de crecer. Tal y como asegura el informe del Mobile World Congress Capital Barcelona de este mismo año, España tiene contabilizadas 3258 startups, lo que significa un incremento del 20% respecto a los datos del mismo informe elaborado el año anterior.

Una línea creciente que confirma el Informe Global Entrepreneurship Monitor (GEM) en España. Desde 2008 no había un repunte en la actividad emprendedora que se sitúa, a día de hoy, en un 6,2% del total de la población adulta. Además, señala las causas por las que ocurre esta circunstancia ya que un 28,3% de los emprendedores señala que lo hacen por necesidad.

No obstante, ante este escenario los riesgos para emprender y lanzar una idea al mercado son muy delicados. La fragilidad y volatilidad del ecosistema empresarial provoca que continuamente haya que reinventarse y estar muy sujeto a esos cambios para no perder el rumbo. Dado que los medios con los que cuentan los emprendedores no son muy cuantiosos, esto se convierte en una tarea complicada. Tan difícil que solo el 15% de las startups de nueva generación consiguen salir adelante. Entre otros problemas, debido a la insuficiente formación y experiencia emprendedora en España.

En los últimos años se está avanzando a pasos agigantados en esta materia, pero aún queda mucho camino por recorrer al respecto. La filosofía en lo que al mercado laboral está virando hacia un lugar made yourself, muy contrario al que había hace ya algunos años donde los trabajadores tenían un pensamiento mucho más estático y de pertenencia total con la empresa donde desempeñaban su actividad laboral.

Esta circunstancia, unida a la falta de inversión bancaria y de capital privado en ideas que suponen un riesgo muy alto, la burbuja actual en el mundo digital dentro del mercado de aplicaciones o los sobrecostes a los que se debe hacer frente consiguen un resultado con mucho margen de mejora. Y es que se estima que cerca del 60% del tiempo de las compañías de reciente creación se dedica a gestionar costes y conseguir fondos, lo que a la larga supone un frenazo en la eficiencia.

Para solucionar este inconveniente por parte de las startups, el cambio de paradigma hacia un mundo totalmente digitalizado ha abierto la puerta a nuevas vías de financiación. Un contrapunto que permite que la 'economía colaborativa' apoye proyectos muy interesantes que de otra forma no saldrían adelante a través de, por ejemplo, plataformas de crowdfunding. Estructuras en las que, de manera solvente y organizada salen a la luz pequeños inversores cuyo único propósito es el de apoyar grandes ideas, sin la necesidad de grandes aportaciones. POr lo que el riesgo se reduce.

La eliminación de barreras geográficas permite a los sujetos ampliar su radio de acción para conseguir dinero que permita llevar a cabo nuevas ideas. Algo que sí parece más implementado en otros países con una cultura emprendedora más asentada en la sociedad.

Aunque todavía queda mucho por recorrer con estas opciones novedosas en España, son un gran aliciente para seguir confiando en emprender e innovar buscando el éxito empresarial. Apoyarse en plataformas de crowfunding, como está haciendo TBIOM, es una opción bastante interesante para poder trabajar más y mejor en las ideas, restando importancia al peso económico -aunque sigue teniendo un lugar privilegiado en el proceso-.

Pymes y autónomos representan a día de hoy mas del 90% del tejido empresarial en España. Un porcentaje que debería motivar a la clase política a legislar al respecto, incentivando y creando un clima favorable para las nuevas empresas y las startups. Ideas con las que surjan nuevos productos y servicios que repercutan a corto, medio y largo plazo en el bien de la sociedad española.