El reto de la formación en el agro: solo un 2% de los trabajadores en España tiene educación superior
Jorge Jordana
Madrid,
Siempre fue relevante, pero la importancia económica real del sector agroalimentario español empezó a ser percibida por la sociedad al ver su comportamiento durante la dura crisis económica de la que estamos saliendo. Y sus cifras en producción, empleo y exportación son apabullantes.
Pero precisamente analizando la evolución de nuestras producciones y, sobre todo, la de nuestra exportación, podemos entrever que no todo está bien y que alguna vez deberíamos enfrentar las deficiencias que estructuralmente tiene el sector: un minifundio empresarial que nos aleja del concierto internacional, un escaso valor añadido como parte del precio de venta, observable especialmente en las exportaciones, y una deficiente formación a lo largo de toda la cadena, incluyendo a los cuadros gestores.
No hace mucho, el denominado Think Tank del Parlamento Europeo publicaba un análisis sobre la formación agropecuaria en los distintos países de la Unión Europea contemplando tres niveles formativos: el básico -los que no habían recibido ninguna formación especializada después del bachillerato obligatorio por lo que su conocimiento se basaba exclusivamente en la experiencia que iban adquiriendo-, el medio -los que habían realizado estudios de un año en un instituto especializado- o el superior -los que habían cursado dos años de formación en un centro de formación especializado, en una universidad o similar-. El perfil de nuestro país era francamente deficiente. Solo un 2% tenía formación superior -mientras en Francia era de un 30% de los activos agrarios-, mientras que mayoritariamente, el 82%, se incluían en el nivel básico -también muy alejado del optimo 28% de Holanda o del 36% en Francia-.
Es decir que aquí apenas existe formación profesional técnica en nuestro sector. De hecho, tras buscar insistentemente datos estadísticos, ellos resaltan que en un año hay unos 10.000 alumnos en formación profesional agropecuaria de grado medio o superior y más de 40.000 alumnos en las universidades de veterinaria y en las escuelas de ingeniería agronómica. Y estamos hablando posiblemente del sector económico cuyo conocimiento técnico es más complejo al estar muy diversificado y tratar, sobre todo, con producciones biológicas.
En esta formación tenemos un importante reto que no hemos sabido abordar adecuadamente en los cuarenta años de democracia política: la formación en capacitación agraria del antiguo régimen, fue seccionada y repartida a las Comunidades Autónomas y, también en este campo, los intereses agrarios han sido poco atendidos.
Pero no solo la formación es primordial a nivel técnico. También en el de gestión. Si producir es complejo, gestionar una empresa en la cadena alimentaria presenta aspectos específicos que no se pueden aprender en una formación reglada, sea profesional o universitaria.
La producción de alimentos es una actividad estratégica y por ello profundamente intervenida por las administraciones públicas. Además la gestión real de una empresa requiere conocimientos específicos de aprovisionamientos, operaciones, financieros, gestión de personal, gestión de calidad, negociación comercial, comunicación..., necesarios para la buena marcha de una empresa. Y por si fuera poco, todo ello en un marco tecnológico profundamente cambiante que está creando un contexto muy exigente: Hay que producir con la mayor eficiencia mientras se protege al medioambiente; hay que cumplir con las exigencias de la sociedad proporcionando dietas saludables y equilibradas; y ello solo puede hacerse mediante la incorporación de las nuevas tecnologías y de las innovaciones obtenidas de la investigación.
En España solo se imparte un máster universitario específico para el sector agroalimentario
En nuestro país solo se imparte un máster universitario titulado específico para nuestro sector, en donde se enseñen estos saberes propios, necesarios para garantizar el éxito en la gestión de una empresa de nuestra cadena agroalimentaria: el Máster en Gestión de Empresas Agroalimentarias (MGEA), dirigido por la Fundacion Lafer e impartido en la Universidad de Nebrija en Madrid. Este Master tiene diversas características que, buscando la excelencia, lo hacen único. En primer lugar el programa, diseñado con la colaboración de las organizaciones más relevantes del sector, que se renueva cada año, con la opinión de los alumnos egresados, para adaptarlo a los cambios en el entorno, cada vez más radicales.
En segundo lugar su claustro de profesores. Directivos y profesionales activos en empresas del sector, junto con los profesores especialistas de la Universidad Nebrija. Puede haber un claustro similar, pero no mejor que el nuestro.
En tercer lugar su formato, ejecutivo, impartido los viernes por la tarde y los sábados, para hacerlo compatible con los alumnos que, mayoritariamente, trabajan ya en alguna empresa del sector. Estas clases presenciales se ven complementadas con actividades online. Tras ocho ediciones, en octubre comenzará la novena que se extenderá hasta septiembre del próximo año.
Egresados universitarios que se han incorporado a las empresas familiares o profesionales que se encuentran trabajando en medianas o grandes empresas del sector que requiere una puesta al día para asumir mayores responsabilidades, suponen la mayoría de nuestro alumnado. El examen final consiste en defender ante un tribunal, un plan de negocio elaborado sobre alguna iniciativa económica en el sector. Nos anima ver cómo más de la mitad de dichas planes se han llevado a cabo en la realidad, dando lugar a empresas que perduran y crecen. También, es gratificante comprobar que 170 gestores empresariales se hayan incorporado al sector aplicando a sus respectivas empresas lo que aprendieron en MGEA: gestión empresarial, emprendimiento e innovación.