Reguladores y supervisores independientes
Juan Velarde Fuertes
Para impedir desórdenes muy graves en el mundo de la economía no basta con observar que en la Constitución española se hubiese señalado, en el artículo 38, que se reconoce la libertad de empresa en el marco de la economía de mercado, porque ese marco puede encontrarse absolutamente deformado.
No es éste el momento de aludir de nuevo a derivaciones sobre ello en el pensamiento marxista, ya expuestos en elEconomista con motivo del segundo centenario del nacimiento de Marx, y concretamente, a planteamientos vinculados en España con este modelo. Pero creo que debo aludir, muy brevemente, a otras aportaciones españolas en torno a lo que ahora mismo justifica, muy oportunamente, el libro coordinado por Julio Segura, Reguladores y supervisores económicos independientes (Fundación Ramón Areces, 2018).
En primer lugar, se encuentra el caso de Perpiñá Grau. Se trasladó, tras sus estudios en la Universidad Comercial de Deusto a Alemania y pasó a recibir allí una fuerte influencia metodológica de quien se convirtió en su director de la tesis doctoral, Roberto Liefman. Tengamos en cuenta su obra Konzern, Kartelle, und Trust. Ahí recibe el primer impulso: una posterior aportación de Perpiñá proyectada sobre realidades españolas. Indico de paso que existía una influencia neohistoricista que chocaba con la preparación, desde el punto de vista relacionado con planteamientos metodológicos nada empiristas de quienes se preparaban en el extranjero para ocupar cátedras en España. Quizá la excepción pueda ser la de Flores de Lemus. Perpiñá Grau pasó a buscar datos para su tesis doctoral relacionada con el mundo empresarial alemán y sus conexiones entre las empresas y con el mundo político, en los archivos del periódico Frankfurter Zeitung. En ellos fue donde estudió y apreció por dónde marchaban estos acuerdos y, en variados regímenes políticos incluso con vinculaciones muy amplias. Me relató, por ejemplo, cómo fue invitado a un almuerzo, que allí había organizado el director del periódico. En esa comida se había reunido a un grupo importante de grandes empresas alemanas -o sea, de los vinculados con el título del libro de Liefman- y donde simultáneamente en la mesa se sentaba, en esa ocasión, para conversar, exponer y discutir sus tesis con ellos, el que entonces era un joven político, llamado Adolfo Hitler. Quedaba claro para Perpiñá el enlace entre grupos económicos y su proyección sobre políticos. Las consecuencias de esos trabajos, orientados hacia su tesis doctoral, se publicaron por primera vez en la revista Industria, de la Cámara Oficial de Industria de Barcelona.
Posteriormente lo amplió, y a su vuelta a España pasó a trabajar en el ambiente simultáneamente empresarial y político vinculado a Cambó. Perpiñá fue encargado por Cambó de la preparación de la postura del político catalán en el Comité Preparatorio de la Primera Conferencia Económica Internacional. Esto le hizo abandonar una idea que tenía de completar el trabajo que había iniciado en Alemania. Ésta era la de trasladarse a Norteamérica, para allí observar aquellos enlaces que el mundo empresarial estadounidense seguramente buscaba respecto a la política proteccionista de ese país, a más del papel que especialmente tenían instituciones financieras muy relacionadas con los políticos y, también, como encajaba todo esto en las tensiones antimonopolísticas que se encontraban en el ambiente norteamericano. Se redujo su tarea, por decisión de Cambó, a publicar periódicamente en El Financiero, aportaciones suyas nacidas en Alemania, las acabó titulando como referidas al Círculo Económico Superior. Con esos fragmentos periódicos tal como salieron en la imprenta de El Financiero, se recompuso una obra sobre este Círculo Económico Superior, de la que solo se encuadernaron 150 ejemplares.
Acabaron existiendo derivaciones de él con el título de Promoción de Empresas en Alemania, pero la expresión Círculo Económico Superior también aparece en esta obra.
Después de este trabajo hubo otros en este sentido, a los que es preciso aludir, situados sobre todo en el marco de los estudios dirigidos por Torres, con participación de sus discípulos, quienes investigaron bastantes situaciones monopolísticas españolas, muy orientadas por él. Basta leer su Prólogo al libro de Carlos Muñoz Linares, El monopolio en la industria eléctrica. Por otro lado no se pueden olvidar las críticas de Olariaga a la estructura y enlaces políticos y financieros con el mundo empresarial derivados de la legislación vigente sobre el Banco de España como resultado, sobre todo, de las decisiones de Cambó. Y tampoco hay que olvidar que en 1953, Fermín de la Sierra publicó La concentración económica en las industrias básicas españolas, obra preparada como me demostró previamente en la Sección de Economía del Instituto de Estudios Políticos.
Y más recientemente, no puedo dejar de mencionar el espléndido estudio del profesor Terceiro, quien en su intervención en la sesión del 21 de junio de 2016 -publicada en los Anales de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Curso 2015-16, vol. LXVIII, nº 93, págs. 287-309-, nos expuso la cuestión de que "la economía clientelar", (pág. 297) "consiste en la utilización de la capacidad normativa y de gasto de las distintas Administraciones (local, autonómica y estatal) en beneficio de una o varias personas, empresas o grupos de interés, y en perjuicio de los terceros, que generalmente son los ciudadanos", agregando que "la España de las dos últimas décadas es un verdadero mosaico no solo de obras públicas de esta naturaleza". Finalmente ello impide llevar a cabo reformas económicas fundamentales; y nuestras pendientes reformas estructurales".
Todo eso creo que algo dice sobre las raíces obligadas de este libro debido a Julio Segura. Sin ese apoyo que va del Banco de España al Tribunal de Cuentas, y de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, a la Comisión Nacional de Mercados y de la Competencia, los males que surgirían en la economía española, serían abrumadores.
Tiene la palabra D. Santiago Muñoz. Tiene la palabra D. Jaime Terceiro. Tiene la palabra D. Miguel Herrero. Tiene la palabra D. Julio Segura.