Opinión
Posible riesgo de oligopolio bancario
- Los activos tóxicos se mantienen en el balance pese a los años de limpieza
Luis Fernández de Nograro
Tras los últimos movimientos en el mercado bancario español, de lo que más se habla es de la posibilidad de que se esté creando un oligopolio financiero, ya que después de varios años de fusiones, adquisiciones y reestructuración financiera, actualmente tan solo tres bancos controlan más de un 50% del negocio.
Los reguladores insisten en continuar con el proceso de fusiones y adquisiciones para reducir costes operativos y aumentar ratios de eficiencia. Unos ratios que se ven presionados no tan solo por el descenso de sus ingresos derivados -entre otros factores- por los tipos de interés, sino también por los costes asociados. Y en este ámbito no debemos olvidar un dato importante: más del 20 por ciento de la inversión en 2017 estará vinculada a la adaptación regulatoria que estos debían acometer. Esto es, la aplicación por parte de las entidades de un compliance bancario, que han adoptado para adecuarse a las exigencias de los distintos reguladores y que entre otras cosas deben mejorar el comportamiento y reputación de los propios bancos y de todo el sistema. Un ejercicio especialmente necesario en un sector tocado a nivel de imagen. La reputación… esa gran baza en la fidelización de los clientes.
Pero como decía, la búsqueda de la eficiencia bancaria nos ha llevado a una reestructuración del sector tan dolorosa como necesaria. Inevitablemente la evolución del mercado ha comportado una concentración bancaria que deriva en la reducción de la competencia. Nunca antes se había dado esta circunstancia en España, y quizás en toda Europa. Y probablemente, ante este escenario, muchos se echarán las manos a la cabeza al pensar en el riesgo de clusterización al que se nos ha expuesto, y los posibles efectos asociados sobre los consumidores.
Es evidente que el proceso de concentración al que nos ha llevado este proceso de saneamiento podría suponer consecuencias no deseadas para los consumidores, pero si una cosa está clara es que estamos ante un sector clave para la generación de riqueza de un país, por lo tanto su buena evolución es crucial para la supervivencia del mismo en épocas de recesión. Y a día de hoy, prácticamente la mitad de los activos tóxicos que estuvieron a punto de hacer colapsar el sistema financiero español todavía siguen en los balances de los bancos, tras años de implementación de políticas de limpieza. Este dato nos hace ser conscientes de la magnitud del problema y es por ello que, en ocasiones, los riesgos asociados compensan las medidas adoptadas.
Pero entonces, ¿es cierto que actualmente tenemos un problema de competencia en el mercado? De momento no. Si bien es cierto que existe una liga de los grandes bancos en España -llamémosle big five-, también es cierto que buena parte del negocio sigue en manos de una banca mediana, sobre la que recae el papel de hacer que en el mercado financiero no se instaure un oligopolio permanente. Son entidades que deberán apostar por diferenciarse a través de elementos propios como la territorialidad o el enfoque a segmentos clave, para captar y fidelizar a sus clientes.
Obviamente, para propiciar un óptimo desarrollo del sector financiero español en los próximos años, será indispensable la correcta intervención de los organismos de regulación y supervisión bancaria. Si hasta el momento han apostado por fomentar las fusiones y adquisiciones entre entidades, llegará el momento de contener estos movimientos entre players nacionales e introducir nuevos elementos para fomentar la competencia.