El Brexit y Gibraltar
- Hay base para la creación de un distrito industrial en Algeciras
Juan Velarde Fuertes
Dejo a un lado el conjunto de planteamientos políticos, patrióticos y sentimentales que se alzaron, en España y en Inglaterra, como consecuencia del Tratado de Utrecht. Inglaterra, en el inicio de ese cambio profundo que le había provocado la Revolución puritana de Cromwell y que iba a iniciar la Revolución Industrial y, con ella el acompañamiento, gracias a la economía clásica tras las cabezas iniciales de Adam Smith y David Ricardo, de una búsqueda de expansión del mercado, culminada tras la polémica sobre la cuestión de los cereales. La posesión de Gibraltar se convirtió así en el inicio de la expansión británica por el Mediterráneo, frente a españoles, franceses, austriacos y turcos y en un pivote esencial para cambiar el papel de los virreinatos españoles en América. La batalla de Trafalgar, con la ruina marítima, que culminaba la derrota anterior en el Cabo de San Vicente, mostraría ese papel de Gibraltar para la expansión hacia América a favor de la economía británica. Todo esto culminará con las ocupaciones de Malta, de Chipre, la alianza con Grecia y sobre todo la apertura del canal de Suez, la liquidación progresiva del califato turco en Egipto, y en la Península Arábiga, y el enlace con la India y el resto de la expansión asiática.
Pero todo eso es historia pasada. El cerrojazo se dio en la II Guerra Mundial. Piénsese que cuando tuvo lugar la guerra en Grecia contra los kapetanios, fuerza aliada de la Unión Soviética que amenazaba con establecerse en el Mediterráneo oriental, Londres consiguió que la VI Flota de Estados Unidos surgiese en el Mediterráneo, porque su economía no podía soportar ese despliegue. Avisó al Departamento de Estado que ese esfuerzo naval tenía que ver con el dilema de Goering, "cañones o mantequilla". Sencillamente era para el Reino Unido, "cañones o pan duro".
Y en el caso de Gibraltar, tras 1953 y el Tratado hispanonorteamericano, eso significó su sustitución por la base de Rota, y repliegues generalizados en Asia y en África.Fue el momento en que las Naciones Unidas señalaron que debería alterarse la situación colonial de Gibraltar y cuando Castiella presionó, cortando las comunicaciones por tierra y creando, de inmediato, una situación económica de fuerte crisis. La reacción del Foreign Office fue financiera.
Incluso envió a Hayek para estudiar salidas de este tipo ante la posesión asediada por el bloqueo español. Un conjunto de expertos propuso, tras eso, la creación de una realidad nueva: que en Gibraltar surgiese una plaza financiera offshore. Y así ocurrió, favorecida porque dependía de un miembro de la Unión Europea, Gran Bretaña, desde el punto de vista político, y era fronteriza a otro país comunitario, España. Situaciones análogas rondaban por Europa, y así se inició una nueva andadura.El impacto en el bienestar de sus habitantes ha sido colosal. Incluso algo se palpa en la zona fronteriza, con lo que la presión psicológica para que Gibraltar vuelva a España, se reduce.
Y esta reducción frena un aspecto concreto de avance de nuestra economía. El motivo es simple. Gibraltar continúa siendo una base naval militar. Allí, entre otros, arriban submarinos nucleares, aparte de navíos armados. Nada de esto dificulta las tecnologías de información y comunicaciones precisas para una plaza financiera off-shore. Pero sí para el empleo, como lugar de inversión fabril, a pesar de la facilidad para actividades de ese tipo derivadas de colosales arribadas de los buques en la Bahía de Algeciras. Esa presión además se complica por el contencioso de qué potencia controla esas aguas. ¿Puede Gibraltar tener aguas territoriales si éstas nunca se cedieron? ¿Qué dice sobre esto el Derecho Internacional?
Pero a ello se une otra cuestión. El panorama mundial del tráfico marítimo se ha alterado desde finales del siglo XIX. El avance de Japón y el desarrollo en Estados Unidos de California, dieron lugar a uno creciente en el Pacífico (que por cierto adivinó Joaquín Costa en La cuestión de la Micronesia), y que originó que incluso el transpacífico superase, ya entrado el siglo XX, al transatlántico de mercancías, entre Estados Unidos y la Europa industrial del Norte especialmente.
Pero, como consecuencia del proceso de los nuevos países del Índico (en vanguardia la Unión India), en su prolongación hacia Singapur y el Sureste asiático, más el despertar económicamente colosal de China, tras la sustitución del modelo de Mao y su Libro rojo, aquel que tanto admiró a más de un universitario español en los años 60 y 70 del pasado siglo, como se puede comprobar en el reciente libro del profesor Cuenca Toribio, Marx en España (2016), han provocado la creación de otra gran corriente de tráfico internacional, que desde el Pacífico y el Índico enlaza con la rica Europa del Atlántico y mares adyacentes. Y ese tráfico se hace por el Mediterráneo.
Como señaló con rapidez Romano Prodi, eso repercute creando una base extraordinaria de desarrollo, entre otros, para los puertos de Barcelona, Valencia, y en algún grado, los de Cartagena y Cádiz. Y sobre todo para la bahía de Algeciras.He ahí la base para la creación de un distrito industrial formidable en esa región del Campo de Gibraltar con la base de Algeciras. Pero, dejando aparte la cuestión de las aguas territoriales ¿sería imaginable una fuerte inversión industrial al lado de una base naval con arribada de buques con armamento y medios de propulsión nucleares? Es cosa inimaginable.
Por ello, por ahora, la bahía de Algeciras no tiene futuro en cuanto fundamento para un distrito industrial potente.Pero, ¿y si cambia el estatus de la región? Esto es; si España accede a que Gibraltar continúe siendo plaza off-shore y logra soberanía en grado tal, que liquide la situación militar que hoy existe. Porque a España le basta con la base de Rota compartida con Estados Unidos. Entonces, si se lograse eso, la bahía de Algeciras sería de máximo atractivo en el Mediterráneo para un fuerte desarrollo industrial, que enlazaría con toda la comarca.
Pero, para eso, los gibraltareños tienen que reaccionar y presionar a Londres como hicieron los de Hong-Kong sobre el Gobierno chino. Y si China cedió, ¿por qué no lo puede hacer Gran Bretaña? He ahí, pues, otros componentes económicos significativos para resolver la cuestión de Gibraltar.¿Cómo mantener esa plaza off-shore al margen de la Unión Europea? ¿Pero si no se ha ligado Gibraltar a España? El siglo XVIII ya nada tiene que ver con el XXI.