Habrá que esperar a la segunda vuelta
- El techo del independentismo no llega a 2 millones de personas
Agustín Ulied
Con récord de participación (77,4%) se celebraron el domingo en Cataluña elecciones autonómicas que tuvieron la consideración de plebiscitarias. El empecinamiento del Gobierno de Mariano Rajoy en no permitir un referéndum que clarifique, de una vez por todas, la fuerza del independentismo en Cataluña ha obligado a realizar esta extraña convocatoria en que la lectura de los resultados se ha realizado de independentismo sí o no.
La primera lectura de los resultados nos indica que no se ha modificado sustancialmente el peso de cada uno de los bloques políticos catalanes. Es decir, parafraseando la canción de Julio Iglesias, "la vida sigue igual", aunque eso sea tan solo de momento. Y digo de momento porque, dada la composición de estos bloques, pueden ocurrir movimientos muy diversos tanto en su interior, como en las relaciones con los otros grupos políticos.
Todo parece indicar que ahora empieza la segunda vuelta de unas elecciones que probablemente no finalicen hasta las generales previstas el próximo mes de diciembre.
Lo que también nos muestran los resultados de estas elecciones es que el independentismo, aun no siendo mayoritario, tiene un enorme poderío. Las manifestaciones de la Diada de los últimos 4 años, y el proceso participativo sobre el futuro político de Cataluña del 9 de noviembre de 2014, corroboraron este hecho. A las urnas acudieron más de 2,3 millones de catalanes de los cuales cerca de 1,9 votaron por la independencia.
Esta cifra se ha repetido en las elecciones del domingo. Entre la candidatura Junts pel Si y la de las CUP suman 1,9 millones de votantes. Por lo menos, algo claro podemos deducir de estas elecciones: el techo del independentismo está algo por debajo de los dos millones de personas.
No puede negarse el éxito de Mas al ganar estas elecciones, aunque en contrapartida estas cifras supongan haber perdido el plebiscito al representar tan solo el 47,8% de los votos emitidos.
El problema para Artur Mas empieza ahora. A Junts pel Si le ha faltado un escaño para que Mas tuviera asegurado, sin pactos con terceros, la presidencia de la Generalitat. Si las CUP se abstienen, y todo parece indicar que será así, el conjunto de escaños del resto de partidos suma 63, uno más que los obtenidos por Junts pel Si. Si esta coalición no consigue el apoyo de un voto de otro partido habría que convocar nuevas elecciones a partir del 9 de noviembre. Y estas elecciones podrían ser muy distintas al realizarse con posterioridad a las elecciones españolas.
Pero Artur Mas tiene otro problema, y es que para gobernar Cataluña deberá también pactar con las distintas fuerzas que componen su coalición y que según la lista electoral están formadas por 29 militantes de CDC y 33 candidatos pertenecientes a ERC, MES, DC e Independientes. Esta división interna puede tener consecuencias importantes a la hora de negociar la política social y económica que ha de prio- rizar el Gobierno catalán.
Inés Arrimadas, líder de la lista de Ciudadanos, se apresuró en su primer balance a exigir de forma inmediata la dimisión de Artur Mas y la convocatoria de nuevas elecciones. Ciudadanos ha sido la gran sorpresa de estas elecciones al casi multiplicar por tres el número de votos y escaños.
Da la impresión que mientras las decisiones del PP y las declaraciones de Rajoy hacían aumentar el número de independentistas, las decisiones de Artur Mas y de Junqueras aumentaban el número de españolistas y votantes de Ciudadanos. Con más de 700.000 votos recaudados en las urnas parecen dispuesto a romper la tradicional hegemonía que los partidos políticos tradicionales catalanes han disfrutado desde la Transición. Sin embargo, hay que ser cautos, ya que estas elecciones, al transformarlas en plebiscitarias, han trasladado el voto del elector hacia posicionamientos que muy probablemente no corresponden a su ideología o a su pertenencia social. No olvidemos que Ciudadanos defiende una política económica liberal conservadora muy alejada de los intereses que siempre han caracterizado a las habitantes de las barriadas obreras de la periferia barcelonesa.
Y en el extremo inferior del cómputo de resultados encontramos a partidos con sentimientos opuestos, por un lado las CUP que también han casi triplicado el número de votos y han pasado de 3 a 9 escaños. Un gran éxito que probablemente se debe a la floja actuación llevada a cabo por Podemos e ICV, que se han equivocado en el planteamiento de estas elecciones al no considerar el carácter plebiscitario de las mismas.
Y finalmente se encuentra el gran perdedor, el Partido Popular, al haber dejado en el camino 8 de los escaños que poseía. Y aunque su presencia en Cataluña sea ya irrelevante no podemos olvidar que en su mano está, de momento, la clave de la solución al problema catalán. Porque en estas elecciones se ha confirmado que España tiene un problema y que alguien tendrá que encontrarle una solución.