Opinión
El cambio frustrado de Rajoy
elEconomista.es
Tras la debacle de las elecciones del 24-M, tanto el PP como el Gobierno debían enfrentarse a una profunda renovación, pero los cambios realizados por el presidente Mariano Rajoy se quedaron en una mera anécdota.
La causa estriba en que el jefe del Ejecutivo dejó que sus planes se estrellaran contra la estrategia personal de la actual secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, para conservar poder.
La dirigente del PP, ante la imposibilidad de formar Gobierno en Castilla-La Mancha -el socialista Emiliano García Page ha sido investido presidente de la región con el apoyo de Podemos-, y frente a la posibilidad de perder la Secretaría General del PP, exigió a su jefe de filas una Vicepresidencia en el Ejecutivo y su portavocía, una función ahora en manos de su conocida rival, Soraya Sáenz de Santamaría. La líder popular lanzó un órdago, que el presidente no se atrevió a sostener, temeroso de los efectos que una salida deshonrosa de su mano derecha podría tener.
Rajoy la había intentado convencer sólo con una cartera ministerial (en especial la de Educación), una propuesta que rechazó de plano y abortó el proyecto de renovación del líder del PP en el Gobierno y le obligó a mantenerla en el cargo como secretaria general, a pesar de los malos resultados de la formación en las autonómicas y locales. De poco servirá que el presidente haya procurado rodear a Cospedal de sus fieles, al situar en las vicesecretarías del partido a personas como Andrea Levy o Javier Maroto.
Rajoy tuvo que desdecirse y dejar en cambios cosméticos la renovación profunda que había anunciado sólo unos días antes, provocando con ello el asombro entre los ciudadanos, que ven en él incapacidad para tomar decisiones.