El imperativo de crecer: ¿estamos ante una nueva ola de intraemprendimiento?
Santiago Fernández
El crecimiento siempre ha ocupado un lugar estelar en la definición y despliegue de las estrategias empresariales. Clave para la supervivencia de las compañías y una de sus razones de ser, el crecimiento ha visto alterado considerablemente su rumbo durante la pandemia, que ha dejado a muchos sectores y empresas con una reducción significativa de sus ingresos, reformulando además las reglas del mercado a nivel global. Por ello no es de extrañar que crecer, transformar y reinventarse ocupan hoy un lugar destacado en las agendas de los directivos y constituyen el principal mantra en el camino de la recuperación. Y en este proceso de la reconstrucción, el desarrollo orgánico – entendido como creación de nuevos modelos de negocio, servicios o productos innovadores- gana importancia como una nueva palanca de crecimiento. Así lo constatan los resultados de una reciente encuesta que hemos llevado a cabo en McKinsey y que señala que más de la mitad de los directivos considera la diversificación y creación de nuevas fuentes de ingresos cada vez más prioritarias para afrontar el futuro en un mundo digitalizado y marcado por continuas disrupciones.
Crecer fuera del core del negocio tradicional e innovar desde dentro toman impulso como prioridades estratégicas, traspasando los límites geográficos y sectoriales. Se trata de una tendencia que, además, pone en valor el intraemprendimiento, del que se espera que sea un poderoso generador de una nueva ola de innovación de las empresas. Y hay mucho en juego: nuestro análisis indica que siete de cada diez empresas que apostaron por el emprendimiento interno y la creación de nuevos negocios como su principal estrategia crecieron a tasas superiores que la media de sus sectores.
Este reciente auge del desarrollo orgánico y puesta en marcha de iniciativas innovadoras desde dentro podría sugerir que las empresas tradicionales están queriendo acceder al espacio tradicionalmente ocupado por las start-ups y se espera que, en un futuro próximo, lo hagan a una escala sin precedentes. Tanto es así que, durante la pandemia, ya se pudo apreciar el impacto de la innovación en la resiliencia que han mostrado los 'creadores de negocios'. El 34 por ciento de las empresas que priorizaron la apuesta por nuevas fuentes de ingresos no experimentaron ningún cambio a la baja e incluso tuvieron una mejora en el crecimiento como resultado de la pandemia.
¿En qué reside el éxito de intraemprendimiento? No es un tema exclusivamente de velocidad; la agilidad solo importa si se avanza en una dirección correcta. La pregunta, por tanto, es ¿cómo encauzar correctamente el rumbo para emprender desde dentro con éxito? O lo que es lo mismo, ¿pueden las compañías tradicionales integrar la mentalidad de una start-up?
Según nuestra encuesta, el 30 por ciento de los negocios fallidos no cumple con las expectativas de crecimiento debido tanto al propio entorno empresarial como a las disrupciones inesperadas en el mercado. Para lograr el éxito a la hora de emprender proyectos nuevos, las compañías necesitan desarrollar una estrategia en la que cuatro elementos son relevantes: crear una cultura interna que promueva el cambio, ampliar la visión del mercado y clientes, escalar y adaptarse de forma continua, y apostar por un ecosistema de alianzas.
Con respecto a la cultura, es necesario contar tanto con el apoyo de liderazgo, como desarrollar nuevas capacidades y conseguir talento adecuado- incluyendo el digital-. Al mismo tiempo, comprender las oportunidades de mercado y contar con una estrategia de adquisición de clientes rentable y de largo plazo resultan fundamentales. De hecho, esta visión amplia del entorno está conectada con la capacidad de pivotar y escalar que debe tener todo negocio nuevo. Las empresas que crean nuevos negocios con éxito realizan pruebas continuas de productos, servicios y modelos de negocio para identificar los problemas y corregir los fallos; y analizan los datos de manera continua para actuar en base a ellos.
Por último, el intraemprendimiento se beneficia también de un ecosistema de alianzas externas. Se trata de desarrollar una red de partners que, además de aportar una visión desde fuera, ayude a sumar capacidades que puedan estar fuera del alcance de las empresas, pero que, sin embargo, resultan clave para capturar todo el valor de los nuevos negocios. Mediante estos ecosistemas, se consiguen resolver necesidades de los clientes que, de forma independiente, las empresas no podrían atender.
Estos elementos son clave para la creación de nuevos negocios y para brindar a las compañías 'tradicionales' la posibilidad de unir la agilidad y el rápido crecimiento de una start-up con los recursos y la experiencia de una compañía establecida.