Opinión

Relevancia de la rehabilitación energética

    Beneficios claros de impulsar la rehabilitación de viviendas

    Celia Pérez

    Muchos han sido los comentarios que ha suscitado el Plan de rehabilitación de viviendas y regeneración urbana anunciado en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia que servirá como hoja de ruta para el reparto de los fondos europeos tras el impacto del coronavirus en las economías de todo el mundo.

    Una partida muy importante, concretamente en torno a 6.820 millones de euros, irá destinada a la rehabilitación energética. Con ello, el Ejecutivo busca lograr una reducción del consumo de energía superior al 40%; un porcentaje que también se espera conseguir con las actuaciones destinadas al ámbito no residencial.

    Y este anuncio ha generado opiniones cruzadas generándose una corriente de opinión que simplifica las actuaciones del plan de remodelación a una inversión en ventanas. Nada más lejos de la realidad. Desde el sector confiamos que estamos ante un proyecto ambicioso por el retorno económico que supone la rehabilitación inmobiliaria y porque da respuesta directa a una coyuntura preocupante que exigía tratarse.

    Y fundamento en datos el porqué. De acuerdo con Seopan, la Asociación de Empresas Constructoras, los fondos públicos aportados para este tipo de actuaciones promueven una actividad que los multiplica por 6,5, generando 18 puestos de trabajo por millón de euros invertido, reduciendo los costes de desempleo un 95% del valor de la subvención, y produciendo un retorno fiscal que los multiplica por 1,9.

    A ello es importante añadir que el 75% del parque inmobiliario se construyó antes de que estuvieran en vigor las primeras Directivas sobre eficiencia energética, y que el 80% de esos edificios seguirá en pie en 2050, cuando la Unión Europea se propone alcanzar la neutralidad de emisiones, según datos de la Confederación Nacional de la Construcción (CNC).

    Además, de acuerdo a este organismo, en España, de un parque con 26 millones de viviendas, sólo un 5% de ellas están construidas atendiendo al Código Técnico de la Edificación (CTE), un 40% están construidas con la normativa básica de 1979 y un 55% sin ninguna normativa.

    Asimismo, si a toda esta problemática de carácter medioambiental añadimos que un 10% de esos edificios necesitan urgentemente acometer obras de conservación por su estado ruinoso o deficiente, y que un 50% tienen problemas de accesibilidad, puede comprenderse la necesidad real de una 'oleada de renovación' urgente, destinada a alcanzar la tasa de rehabilitación anual del 3% recomendada por la UE, muy superior a la irrisoria del 0,12% que se registra actualmente en España, lo que tiene como consecuencia un preocupante envejecimiento del parque inmobiliario que amenaza la principal partida de ahorro e inversión de las familias españolas: la vivienda. 

    Y entro un poco más en materia. Según los cálculos que manejamos en el sector, un 99% de estas viviendas en nuestro país sufren pérdidas de calor innecesarias convirtiéndose en grandes depredadores de energía que causan un 40% de las emisiones contaminantes de las grandes urbes.

    Por tanto de toda esta maraña de datos deducimos que no solo los vehículos contaminan y que la eficiencia energética de nuestros edificios es una tarea mucho más profunda que un simple cambio de ventanas del que algunos hablan. De hecho, abrigar las fachadas aislándolas térmicamente por el exterior -conocido en el argot como SATE- podría reducir más de un 30% la energía que consumen los edificios, según nuestras estimaciones

    Y es que la cuarta parte de la energía que se escapa de los hogares lo hace a través de los puentes térmicos. Para acabar con ellos, resulta importante abrigar los edificios 'por fuera', terminando además con el denominado efecto 'pared fría', que a menudo obliga a subir o bajar el termostato provocando ese derroche innecesario de energía y las consecuentes emisiones a la atmósfera.

    Y lejos de que este Plan haya desempolvado de repente la rehabilitación energética de los edificios, otras administraciones ya han mostrado su preocupación al respecto. Así, considerando estas particularidades, la Comunidad de Madrid, por ejemplo, ya tiene en marcha unas ayudas para la reducir entre un 25 y un 35% la demanda energética de los edificios. De esta manera, comunidades de propietarios, particulares, administraciones públicas o incluso empresas constructoras pueden beneficiarse de hasta 12.000 euros por vivienda para acometer estas mejoras.

    Unas mejoras que no únicamente tienen que ver con la mayor eficiencia y las menores emisiones a la atmósfera, sino también con el confort y la mejora de la calidad de vida en casa, en un momento en el que pasamos en ellas más tiempo que nunca. Asimismo, estas actuaciones también renuevan la imagen de los edificios e incluso pueden revalorizarlos más de un 20%, según datos de Andimac, la patronal de la reforma

    Y es que, como todo en la vida, es cuestión de perspectiva. El análisis de la hoja de ruta que España debe seguir para superar uno de los episodios más tristes de su historia depende del ángulo desde el que se mire. O, en este caso, del cristal con que se observe.