Reestructuraciones: es el momento de "levantar la mano"
Pablo Zamorano
Las compañías necesitan 136.000 millones de euros para recuperar los niveles de solvencia previos al coronavirus, el 50% de esa cantidad corresponde a pymes y en juego están cerca de 2 millones de empleos. Los datos, extraídos de un informe de la consultora Alvarez & Marsal, reflejan con extremada claridad que estamos en un momento crítico para muchas empresas en España.
Es cierto que esta situación, a diferencia de otras crisis, ha venido sobrevenida por el COVID-19 y no por la caída de uno o varios sectores de actividad concretos o de un colapso financiero o de los mercados. Pero independientemente del origen, es indudable que muchas compañías si no están ya con graves problemas financieros, lo estarán en breve conforme siga extendiéndose la pandemia y vayan levantándose algunos estímulos o ayudas a la financiación.
Llegadas a esta situación, muchas empresas tratan de manera natural de dejarlo todo y concentrarse única y exclusivamente en salvarse, olvidando en muchos casos el propio negocio. Se centran en achicar agua como pueden y como creen que deben hacerlo, pero dejan de hacer lo más importante: levantar la mano y pedir ayuda a los que saben. O lo hacen tarde, cuando el agua ya está llegando hasta el techo.
Contar con asesores financieros y legales expertos en este tipo de situaciones es clave para poder tomar las medidas necesarias a tiempo para salvar la compañía, y volver a ponerla en la senda del crecimiento y en una posición de solvencia. Pero también lo es, y a veces todavía es menos evidente, disponer de un asesor o consultor de comunicación especializado como Kreab para que el proceso pueda culminar con éxito. No se toman decisiones "agradables" pero éstas deben ser entendidas y aceptadas por todos los stakeholders o grupos de interés.
Antiguamente muchas compañías trataban de evitar que este tipo de situaciones se supieran públicamente o que la negociación con los acreedores o sindicatos se llevara de la manera más discreta posible, generando poco ruido. Hoy, estos escenarios no existen en un entorno donde, al contrario, son múltiples los stakeholders los que utilizan los distintos canales a su alcance para dar a conocer la situación, presionar y poner en juego el proceso de reestructuración y la "paz" o el clima interno.
Es más, si algo genera confianza (la palabra clave) es la transparencia y la honestidad. Tomar, como vulgarmente se dice, el "toro por los cuernos" y liderar un proceso que, aunque complicado, requiere de valentía y audacia. Por tanto, el "silencio" ya no sólo no es rentable, sino que ni siquiera debe ser una opción.
Saber armar los mensajes adecuados en una reestructuración, "decodificarlos" para cada stakeholder, acompasar la estrategia del proceso con la comunicación interna y externa, ver cuáles son los tiempos de comunicación y cuáles de "silencio", o la idoneidad de los distintos canales son algunas de las cuestiones que deben trabajarse desde el ámbito de la comunicación y que también requieren de especialización, y de la adecuada coordinación con asesores legales y financieros como si fuera un único equipo de trabajo.
Todo ello sin olvidar que el proceso debería ser sólo una "isla" en medio de la historia de la compañía y que el negocio debe continuar, lo mejor posible, a pesar de las circunstancias. Por ello, la comunicación interna con los empleados se torna más estratégica que nunca, al igual que la corporativa y de producto debe seguir viva, aunque bien coordinada con la del proceso, para seguir muy cerca de los clientes y del mercado.
Son por tanto tiempos complejos que requieren, más que nunca, de una visión estratégica y de equipos especializados para actuar… y hacerlo cuando antes mejor. Es el momento de hacer las cosas de manera distinta, y con el compañero de viaje adecuado.