Opinión
Improvisación y pérdida de libertad
Eduardo Olier
Decía el actual ministro de Justicia en un artículo publicado en un diario de tirada nacional que la "legislación de excepcionalidad española alarma, excepción y sitio?no supone una excepción del Estado de Derecho, ni una ruptura del orden constitucional, sino todo lo contrario (sic)". Para los que no somos juristas y nos movemos en el ámbito de la racionalidad económica, este juego de palabras nos deja, como se dice vulgarmente, "en las cuerdas". Tirando por elevación hay que recurrir al Libro V de la Metafísica de Aristóteles, donde el filósofo asegura que "es imposible que una cosa sea y no sea al mismo tiempo". Sin embargo, para el ministro, si bien entiende que estamos en "estado de excepción", su argumento va al revés. Para él: "alarma, excepción y sitio no es una excepción, sino todo lo contrario". Lo que lleva a preguntarse cómo se ha podido pasar del "estado de alarma" aprobado por el Congreso de los Diputados de acuerdo con el artículo 116 (2) de la Constitución, al "estado de excepción" que se indica en el 116 (3), y llegar al "estado de sitio" del 116 (4); una pérdida de los derechos fundamentales de los españoles sin que se haya discutido nada en el Congreso de los Diputados. Un órgano institucional clave para asegurar las libertades que está mudo, aunque no económicamente mudo para sus componentes. Arcanos jurídicos que dejamos a expertos en temas constitucionales.
Con la constante presión mediática en defensa de los cambiantes postulados gubernamentales donde elEconomista viene a ser una de las excepciones que confirman la regla, los efectos del Covid-19 parece que nada tienen que ver con las imprevisiones del Gobierno, sino que son más bien producto de un invisible enemigo que ataca por igual a la humanidad entera. En el mimético discurso de los medios afines nada existe de las continuas advertencias que se hicieron desde la OMC y la Unión Europea, o por qué se canceló en enero el Mobile World Congress en Barcelona, mientras el Gobierno se dedicaba a otros fines más acordes con sus presupuestos ideológicos. Pues, contrariamente a lo que se quiere hacer creer, España no tiene dos Gobiernos, uno socialdemócrata y otro de corte comunista: España tiene un único Gobierno que actúa como tal y, en sus declaraciones, parece no importarle que España sea el país donde el Covid-19 haya producido una de las mayores tasas mortandad por millón de habitantes del mundo, como tampoco que los test adquiridos en China sean muy poco fiables (por cierto, se sigue sin saber quiénes han sido los intermediarios de esas operaciones de ida y vuelta), o que el personal sanitario, por apuntar otro ejemplo, tenga unos índices de afectación enormes. Todo esto va pasando a un segundo plano, quizás con la idea de que se olvide rápidamente. Tampoco parece que importen los casi 14.000 fallecidos que van entrando en una simple estadística que se minora gracias a la curva de Gauss (además, muchos de ellos estaban ya "en tiempo de descuento" al decir del Ministro de Ciencia e Innovación, con lo que parece que tampoco esto es relevante). Sin embargo, la gestión de esta crisis se ha movido con los vaivenes de la improvisación que, como todo en este Gobierno, se trata de paliar con "cuentas de vidrio coloreadas de los recortes del PP, los Pactos de la Moncloa o el bloqueo antipatriota", tal como escribe un periodista.
La pasividad que muestra la oposición en la actual crisis es difícil de entender
Si en lo que se refiere a la salud, el Gobierno se ha movido entre la improvisación y la falta de estrategia, en lo referente a la economía ha hecho más de lo mismo; con el agravante de que en economía no se puede contar con la curva de Gauss. Una vez en caída libre, será muy difícil darle la vuelta. No se trata de una depresión en V, como la recesión estadounidense en los años cincuenta del siglo pasado, o en L, como la burbuja japonesa de activos en los noventa de entonces, se trata de que el hundimiento del turismo, que supone el 13 por ciento del PIB, sólo podrá resolverse con consumo interno, en una situación de enorme crisis de demanda debido al impacto del cerrojazo económico impuesto por el Gobierno, donde el consumo supone el 60 por ciento del PIB. A lo que se sumará el drama del tejido empresarial, donde las empresas con menos de 5 trabajadores constituyen el 92% del total. Con una situación, de acuerdo con la Ley de Okun, en la que desempleo y crecimiento económico van de la mano. Y, en España, por ejemplo, muestra que una tasa del crecimiento económico por debajo del 2 por ciento aplana la curva de creación de empleo, con el hecho de que este comportamiento influye más en unas comunidades autónomas que en otras incrementando la desigualdad interregional.
El país necesita un comité de expertos independientes, que los hay, para salir del agujero
España entra en una senda de importante recesión económica, que algunos analistas apuntan a caídas superiores al 9%, con un aumento del paro muy por encima de los 5 millones de trabajadores. No será como la recesión de 2009: puede ser mucho más dramática. Apelar a un Plan Marshall, no es sino utilizar mensajes mediáticos para confundir. EEUU, que lanzó aquel plan para la reconstrucción europea en 1948, no vendrá en nuestra ayuda. Mutualizar la deuda pública con eurobonos es altamente improbable. Europa no es sino un mercado común ?ya sin el Reino Unido?, con el euro como divisa común, donde cada país tratará de salir adelante con sus propios medios.
España puede encarar un rescate o algo similar, lo que haría nuestra situación mucho más complicada en el futuro. No se entiende cómo el Gobierno no ha organizado ya un verdadero Comité de Expertos de probada independencia que actúe como tal en los temas económicos. Ni tampoco se entiende la pasividad de la oposición, que podría hacer lo mismo, pero que parece estar más pendiente de los réditos que pueda sacar de la ineficacia de este Gobierno. Un Gobierno cuyos miembros no han trabajado nunca fuera de la política, y que desconocen lo que es una empresa. España necesita con urgencia un grupo de expertos independientes, que los hay, para salir de este agujero. No se trata del día después, es imprescindible actuar ya. Después será demasiado tarde.