Opinión

Salvar al soldado Sánchez

    Un pacto al estilo de los de La Moncloa es lo único que evitará que Sánchez sea la víctima política del Covid-19

    Mariano Guindal

    Toda crisis social, en este caso sanitaria, se transforma en una crisis económica y en una crisis política. Es exactamente esto lo que está ocurriendo con el COVID-19. Desde el primer caso registrado de un turista alemán en La Gomera por contagio leve han pasado ya 52 días. Desde entonces se han producido cerca de once mil muertos y mas de cien mil contagiados. Se ha registrado el mayor crack bursátil desde el inicio de la democracia, se han perdido cerca de un millón de empleos y las empresas caen como fruta madura.

    En tal situación, Pedro Sánchez empieza a ser consciente de que ante una crisis como esta no hay gobierno que resista. Si la gran recesión del 2008 al 2013 se llevó por delante a medio centenar de gobiernos de diferentes colores e ideologías ésta no va a ser menos. Dejando al margen el que se haya equivocado en diagnosticar la gravedad de la pandemia y en su gestión posterior, el hecho es que España se encuentra al borde del precipicio y el gobierno de coalición de izquierdas está noqueado, desorientado sin saber por dónde tirar. Se trata de un grupo de jóvenes bisoños, sin experiencia, y con más ideología que sentido común. Un gobierno muy poco cohesionado que se creó para dar una salida política al problema de Cataluña y que se enfrenta ahora a otra prioridad muy diferente: que la gente no siga muriendo.

    El gobierno de coalición está demostrando que tiene más ideología que sentido común

    España se ha convertido el epicentro de la epidemia, es el país del mundo que peor ha gestionado la crisis sanitaria. En el terreno económico las cosas no van mejor. El objetivo es evitar que la recesión se convierta en una depresión. Ya no se trata de decidir cómo se reparte mejor la riqueza, sino cómo se distribuye la pobreza entre todos los estratos de la sociedad. Todo el mundo, sin distinciones, tendrá que apechugar, porque de aquí salimos un 30% más pobres si las cosas no se hacen medianamente bien.

    La única tabla de salvación que le queda a Pedro Sánchez es un nuevo pacto social que sustituya que se hizo durante la Transición Democrática (Pactos de la Moncloa 1977) que evitó que Adolfo Suarez se estrangulase por la mala situación económica y con la incipiente democracia. Aquellos pactos fueron el andamiaje que permitió construir la Constitución de 1978.

    La situación actual no es menos delicada a la que vivimos hace 43 años. Tenemos una crisis institucional gravísima, visualizada en el desgaste de la monarquía a consecuencia de la corrupción del Rey emérito Juan Carlos de Borbón. Una crisis social que se ha puesto de manifiesto en una Sanidad, que, a pesar del esfuerzo personal de los sanitarios, no ha sabido ni ha podido dar una respuesta a una epidemia que primero no vio venir y después no ha sabido gestionar. Estamos sumidos en una crisis económica de dimensiones desconocidas que está haciendo tambalearse al estado del bienestar. Y una crisis política que amenaza con romper la cohesión territorial de España sumada a una desafección a los políticos que está resquebrajando los pilares de la democracia.

    La única salida ante un panorama tan desolador es un Pacto Social que dé respuesta a estas tres crisis. Si Sánchez lo consigue será como en la película de Steven Spielberg Salvar al soldado Ryan (1998), Salvad al soldado Sánchez. Si bien para eso es imprescindible que se desprenda de Pablo Iglesias y de los demás miembros de Podemos y que cambie de aliados. En este escenario, Inés Arrimadas tiene una oportunidad para colocar a Ciudadanos donde siempre debió estar con el compromiso de Pablo Casado de que el PP apoyará los grandes pactos de Estado. No hay otra salida…