De errores y horrores
José María Triper
Aunque parezca una obviedad conviene recordar, porque algunos no parecen enterarse o entenderlo, que, aunque el país esté en Estado de Alarma, en situaciones de emergencia como está son el Parlamento, los medios de comunicación y la sociedad civil los mecanismos de defensa que tiene la democracia para evitar las tentaciones autoritarias y de abuso de poder. Y dentro de estos mecanismos la crítica es un derecho esencial que refuerza esa unidad de acción que piden los poderes públicos para afrontar las crisis y como garantía de legitimidad de las decisiones que se adoptan desde ellos.
Y es en el ejercicio de este derecho democrático de crítica en el que se inscribe la necesidad de denunciar los errores cometidos, máxime cuando desde el poder político ni se reconocen, ni se piden disculpas, ni se observa propósito de enmienda, como está ocurriendo con el oscuro asunto de los test rápidos que no funcionan y que sabemos -no por el Gobierno sino gracias a la Embajada de China- que se compraron a una empresa sin licencia cuando desde el Ministerio de Comercio del país asiático se había facilitado una lista de exportadores certificados en la que no estaba esa compañía. Una cuestión está de porqué no se acudió a las empresas de esa lista que aún nadie aclarado.
El Gobierno no supo calcular el impacto de la crisis sanitaria ni ahora el de la económica
Como tampoco se han dado explicaciones de porqué se mintió a los españoles diciendo que eran 9.000 los test fallidos cuando después se reconoció que son 60.000. O de porqué desde el Gobierno se niegan a dar el nombre de ese proveedor al que culpan del desastre. O porqué tampoco se ha contestado al gobierno de Pekín cuando asegura que España llegó a tarde al mercado de los productos sanitarios, y porqué se ha vuelto a recurrir a esa misma empresa para comprar nuevas pruebas diagnósticas pese a no tener licencia. ¿Hay implicaciones, omisiones o confusiones que se quieren ocultar?
Pero lo cierto es que los errores de este gobierno de coalición socialpopulista, en el que, salvo algunas notables excepciones, parece predominar una mentalidad simplista de universitario del 68, son de antes y de bulto. Recordemos como el propio presidente Sánchez, cuando aún estaba en la oposición declaraba que "falta más presupuesto contra la violencia de género y sobra el Ministerio de Defensa". Esas Fuerzas Armadas a las que ahora recurre y a las que fía una parte importante de los dispositivos sanitarios y de orden público. Y que, siguiendo esta doctrina la ministra de Defensa, Margarita Robles, que hoy está demostrando ser una de las pocas excepciones del simplismo, desmanteló al poco de asumir el cargo, el hospital de campaña ROLE 3, con capacidad para un centenar de pacientes, unidad de cuidados intensivos, cuatro salas de operaciones y disponibilidad para desplazarse en menos de quince días en todo el territorio nacional. Un dispositivo similar al que sólo disponían cuatro países de la OTAN.
Recordar también como la ministra de Hacienda, hoy también portavoz, María Jesús Montero -esa que como su jefe sigue intentando culpar de las insuficiencias sanitarias a los recortes de Rajoy- envió una carta el pasado mes de julio a todas las comunidades autónomas para pedirles contención en el gasto y ahorro en el gasto en medicamentos y otros productos hospitalarios. Esto sin contar que el Gobierno de Rodríguez Zapatero dejó un déficit de 16.000 millones de euros en la sanidad. Ese mismo Zapatero que ahora se permite la insolencia de declarar públicamente que "algún error tiene que haber", cuando se le pregunta por la gestión del Gobierno en esta crisis. Unas palabras que, más que una justificación, parecen una ofensa y un desprecio hacía las víctimas y los afectados por el coronavirus.
No supieron calcular el impacto de la crisis sanitaria – acordarse de cuando decía que España no era China y que España no era Italia- ni están sabiendo calcular ahora el impacto de la crisis económica, cuyas víctimas en pymes, autónomos y empleos empezaremos a contar cuando se despeje el drama sanitario.