Opinión

Cómo debe actuar Europa ante el Covid-19

    Europa es la zona que lo tendrá más difícil para recuperarse tras la crisis

    Daniel Gros

    La propagación del coronavirus en Europa y EEUU ha llevado a una fuerte corrección en los mercados y ha provocado llamados a favor de la implementación de políticas monetarias y fiscales activas, para evitar una recesión. Sin embargo, un análisis más profundo sugiere que tal abordaje podría no ser de ayuda en absoluto.

    La epidemia está marcada por la incertidumbre. Técnicamente, no es un evento de "cisne negro", pero fue, hasta hace unos meses, imprevisible, al menos en términos específicos. Y, tendrá un impacto duradero.

    Por ahora, parece que el virus se está desplazando a Occidente. En China, lugar donde surgió, las infecciones disminuyen después de que las autoridades aplicaran medidas radicales – incluyendo cierres que paralizaron la economía durante más de dos semanas. Si bien es demasiado pronto para saber si realmente se contuvo el virus, parece que la vida económica ahora está normalizándose gradualmente, lo que implica que el shock puede apaciguarse.

    Una vez se contenga el virus, habrá razones para consumir como se hacía antes

    En EEUU y Europa, por el contrario, el shock está empezando, con un número creciente de nuevas infecciones que alimentan el fantasma de perturbaciones económicas. Este riesgo es particularmente pronunciado en la eurozona, que quizás no tenga la capacidad para capear una recesión severa sin entrar rápidamente en crisis.

    Sin duda, las consecuencias fiscales directas de la epidemia parecen manejables. Incluso Italia, que es el país que más sufre en la actualidad, podría aumentar el gasto público en medidas de contención del virus sin infringir las normas fiscales de la UE.

    Si estos costes se disparan – como parece probable, ahora que una cuarta parte del país, que representa la mayor parte de la actividad industrial y financiera, está cerrada – la UE debería poder ofrecer apoyo a Italia, además de permitir que el gobierno tenga un déficit mayor. El artículo 122.2 del Tratado de Funcionamiento de la UE permite al Consejo conceder ayuda financiera a un Estado miembro que se enfrente a "dificultades graves" causadas por " acontecimientos extraordinarios que dicho Estado no pudiera controlar". Este procedimiento debería activarse ahora.

    Se debe permitir que la banca preste dinero incluso a empresas en mala situación financiera

    En cualquier caso, la trayectoria de COVID-19 sugiere que probablemente se extenderá más lejos, obligando a otros Estados de la UE a adoptar medidas de salud pública a expensas de la actividad económica, especialmente en sectores como los viajes y el turismo. Además, las cadenas de suministro se verán afectadas, no sólo por el cierre temporal de la exportación china, sino también por las perturbaciones en Europa. Ni los recortes de los tipos de interés, ni los nuevos gastos públicos contribuirían mucho para compensar los efectos a corto plazo de tales perturbaciones.

    Es probable que los problemas más graves surjan del sistema financiero. Aunque muchas firmas pueden reducir la producción, mantener un negocio en funcionamiento en "modo de recuperación frente a desastres" sigue costando dinero, y las deudas, tarde o temprano llegan a su vencimiento. En Europa, lugar donde los costes laborales no se pueden reducir a corto plazo, los desafíos que esto plantea son particularmente graves.

    Afortunadamente, la mayoría de los miembros de la UE tienen algún sistema en vigencia en virtud del cual el Gobierno cubre los salarios de los trabajadores que son despedidos temporalmente por razones ajenas al control de sus empleadores. Estos mecanismos, que sostendrían los ingresos personales durante la crisis, son la razón principal por la que es poco probable que se produzca una caída duradera del consumo. Una vez que se contenga el virus, los consumidores europeos tendrán pocas razones para no gastar tanto como gastaban antes.

    Sin embargo, otros dos escenarios podrían llevar a la eurozona a la recesión. El primero es una fuerte desaceleración del comercio mundia. El segundo es un colapso de las inversiones, que la UE debe trabajar para prevenir.

    La última crisis de la eurozona demostró que la inversión colapsa cuando el sistema financiero deja de funcionar. En los sistemas basados en el mercado, como EEUU, esto es una interrogante ligada a las primas de riesgo y el acceso al crédito, situación sobre la que los responsables políticos difícilmente pueden influir. En el caso de Europa, con su sistema financiero centrado en la banca, la clave para capear la crisis COVID-19 es, por lo tanto, mantener saludable al sector bancario.

    Es esencial una respuesta calibrada respecto a la supervisión. El traspaso de la supervisión bancaria al BCE ha dado lugar a políticas crediticias más rigurosas y selectivas de los bancos comerciales. Si bien esto ha reducido los riesgos, la aplicación de normas de préstamo estrictas en un momento de grave tensión económica podría castigar a empresas que están enfrentando pérdidas temporales, pero que bajo otras circunstancias serían empresas con solvencia crediticia.

    El Gobierno de Italia está prestando apoyo financiero a las empresas afectadas por los cierres patronales. Pero si la crisis se extiende, el número de sectores concernidos aumentará. Los Gobiernos no pueden prestar apoyo financiero a todos. Los bancos pueden hacer mucho más, pero sólo si están dispuestos a pasar por alto que las firmas presenten estados financieros malos. Los supervisores deben permitir, e incluso fomentar, tal abordaje.

    Un abordaje basado en la flexibilidad de pagos haría mucho más a favor de mitigar el riesgo de crisis en comparación con lo que se lograría mediante recortes microscópicos de las tasas de interés.

    Entretanto, sólo se necesitaría un estímulo fiscal adicional en el caso improbable de que tras la crisis siguiera un período de depresión de la demanda. No obstante, la epidemia de Covid-19 debería servir para recordar el valor de mantener una política fiscal prudente en tiempos normales. Los países con menores déficit están en una posición mucho más fuerte para responder frente al shock del Covid-19 que aquellos, como Italia y Francia, que no tienen apenas margen.

    Frente a un shock severo, las autoridades públicas deben actuar, y hacer ver que actúan. Pero, en este caso, es poco probable que los instrumentos macroeconómicos habituales funcionen. Los bancos centrales y las autoridades gubernamentales deben explicar esto al público; y, posteriormente, deben centrar su atención en la labor menos glamurosa de salvaguardar la salud pública, los ingresos de los hogares y el sistema financiero.