Opinión

Parole, parole o coronavirus a la italiana

    El presidente del Gobierno Pedro Sánchez

    José María Triper

    Recordaba al primer ministro italiano Giuseppe Conte reconociendo que Italia había actuado tarde contra el coronavirus y pidiendo al resto de gobiernos que no siguieran su ejemplo y actuaran con contundencia frente a la epidemia. Y lo hacía mientras escuchaba la rueda de prensa de nuestro presidente del Gobierno tras el consejo de ministros extraordinario del jueves, cuando no se si por causalidad del subconsciente, me vino a la cabeza esa Parole parole, canción que cantaban a dúo Dalida y Alain Delon allá por 1972. Otra vez palabras, siempre palabras, las mismas palabras, decía la letra de Gianni Ferrio, y que hoy resume con clarividencia la intervención y la trayectoria de Pedro Sánchez. Una sarta de palabras infectadas por otro virus tan nocivo como el COVID-19: la falta de credibilidad.

    Se tomaron medidas drásticas en China y aquí se nos dijo que España no era China. Lo hizo Japón y el Gobierno insistió en que no somos Japón. Después vino a Italia y siguieron diciendo que nosotros no somos Italia. El Gobierno de Díaz Ayuso en Madrid pidió al gobierno actuaciones de choque y el Ejecutivo de Sánchez se negó hasta que se superó el millar de infectados. Tuvieron que ser las comunidades autónomas -País Vasco, La Rioja y Madrid- las que lideraran la lucha contra la epidemia.

    Después de casi tres semanas desaparecido en combate Sánchez se manifiesta para anunciar un paquete de medidas de las que lo primero que se puede decir es que son insuficientes y llegan tarde

    Y con este escenario nuestro Presidente dedicó la mayor parte de su intervención al autobombo y la autoescusa, mientras pedía responsabilidad a los ciudadanos y a la oposición, precisamente lo que se ha echado en falta en la gestión del Ejecutivo en esta crisis y en especial de un Sánchez que después de casi tres semanas desaparecido en combate se manifiesta para anunciar un paquete de medidas de las que lo primero que se puede decir es que son insuficientes y en todo caso llegan tarde.

    Un plan de choque en el que apenas se adoptan medidas sanitarias, lo que contrasta con la celeridad y eficacia que está demostrando el gobierno de Díaz Ayuso en Madrid, y en el que las actuaciones económicas en las que el esfuerzo del Gobierno es inexistente porque se limitan a adelantar entregas a cuenta a las comunidades autónomas, destinar mil millones de euros del Fondo de Contingencia para las zonas más afectadas, un línea de crédito del ICO de 400 millones para el turismo cuando las perdidas del sector se estiman en 33.500 millones de euros, y al aplazamiento, que no rebaja, de pagos de impuestos a pymes y autónomos, cuando el Fondo Monetaria Internacional había recomendado unos días antes a España "una rebaja fiscal potente" para mitigar el impacto del COVID-19 en la economía.

    La primera víctima de esta deriva económica de la epidemia del COVID-19 serán los Presupuestos del Estado, que Sánchez no ha querido consensuar

    "Ni prestaciones especiales para el cese de la actividad, ni compensación por trabajos perdidos, ni liquidez para todos los sectores, ni mecanismos de flexibilidad para los gastos extraordinarios", como recordaban directivos de la ATA, la asociación de autónomos de la CEOE y mayoritaria en este colectivo.

    Falta de credibilidad también cuando pidió trabajar "todos a una" y apoyar los Presupuestos a los partidos de la oposición con los que ni cuenta, ni ha contado para nada desde su llegada a La Moncloa y falta de credibilidad y de seriedad cuando se negó a asumir responsabilidades por autorizar las manifestaciones masivas del Día de la Mujer, cuando menos de 24 horas después se multiplicaron los casos de contagio en Madrid, entre ellas dos ministras del Gobierno, incluida la propia Irene Montero a la que, dicen en Ferraz, "Sánchez no quiso desairar más por miedo a la reacción de su vicepresidente Pablo Iglesias".

    De momento, la primera víctima de esta deriva económica de la epidemia del COVID-19 serán los Presupuestos del Estado, que Sánchez no ha querido consensuar y que son el reflejo de una política económica populista y contraria a las necesidades y prioridades de una economía en desaceleración y contraria a las recomendaciones de la Unión Europea y el resto de organismos internacionales. En círculos próximos a Moncloa confirman ya que trabajan con el escenario de mantener prorrogados un año más -y serán tres- los presupuestos de Montoro de 2018 y empezar a prepara unas cuentas nuevas para 2021 que deberían ser pactadas con la oposición. Eso, al menos, si parece responsable. Pero, a día de hoy y conociendo al personal, poco creíble.