Un plan para salvar la economía
elEconomista.es
El coronavirus se expande a toda velocidad por el planeta. Más de un centenar de países reportan ya algún caso. La única manera de detenerlo es adoptar las instrucciones dadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que se mostraron eficientes en ocasiones anteriores como el Ébola o el SARS.
Si no queremos que su crecimiento continúe de manera descontrolada es necesario aislar los focos de infección, lo que en términos médicos se denomina zonas rojas. Una prueba de ello es China, que aisló a alrededor de 60 millones de personas en la provincia Hubei, cuyo epicentro es la ciudad de Wuhan, en cuyo mercado se produjo el brote. Este fin de semana, fue el Gobierno italiano quien cerró a cal y canto el acceso a la región de la Lombardía y varias provincias limítrofes, un área de once millones de habitantes, el corazón industrial de Europa. La lección china muestra que después de varias semanas, los nuevos casos descienden drásticamente. El viernes y el sábado menos de cien nuevos pacientes dieron positivo, sobre una población infectada superior a 80.000. La cara oculta de la enfermedad es el daño económico que propina a los negocios y la economía. Las exportaciones chinas descendieron el 17 por ciento en los dos primeros meses del año. En Italia, un país eminentemente turístico, ciudades como Milán o Venecia se han quedado sin visitantes.
La UE permitirá utilizar una cláusula para ayudar a los afectados del virus sin que los países lo contabilicen como déficit
El Gobierno anunció un plan de 7.500 millones para ayudar a pequeños negocios y personas afectadas, que ilustra el camino a seguir por los demás países. Europa va a flexibilizar sus reglas para poder acogerse a una cláusula que permite no computar el gasto como déficit. No podemos permitir que el coronavirus nos hunda en un recesión.