América Latina: desigualdad, crecimiento, productividad y nuevo consenso 2020
Ramón Casilda Béjar
El año 2019 ha sido uno de los años más convulsos en la historia contemporánea de América Latina. Durante sus últimos meses, se registraron protestas violentas y fuertes confrontaciones en Colombia, Ecuador, Chile, Haití, Honduras, Paraguay, Perú y Bolivia. Los detonantes que los originaron difieren en los matices, pero cuentan por un lado, con elementos sociales internos comunes y por otro, con la proximidad temporal de los mismos. ¿Ha sido una coincidencia? ¿Ha sido una conspiración de cisnes negros externos?
Socialmente, cabe recordar que la región es una de las más desiguales del planeta. Aproximadamente, un 5% del ingreso total se concentra en el 20% más pobre, mientras un 47% se concentra en el 20% más rico. En términos prácticos, esto significa que, durante épocas de menor crecimiento económico como sucede actualmente, una base amplia de la población corre el serio riesgo de perder su empleo, y si había ingresado en la clase media, volverá a caer en la pobreza.
De manera que alta desigualdad y menor crecimiento económico, son ingredientes básicos para esclarecer el origen de las protestas y los violentos enfrentamientos. Aunque quizá se necesiten años y análisis multidisciplinares, incluso de fuera de la región, para esclarecer y dar con las claves que originaron tan dramática e inesperada situación.
Una amplia base de la población corre el riesgo de perder su empleo y volver a caer en la pobreza
La explosiva situación ha dejador ver, que se reclama una mayor participación en la tarta de la riqueza, la cual no se produce, y esto no tiene nada que ver con la ideología política de derecha o izquierda. En los acontecimientos, se observa que las políticas de los gobiernos difieren, sin embargo, no han evitado que surjan las explosiones sociales.
Uno de los datos que evidencian las explosiones, es que América Latina registra el peor desempeño mundial en términos de crecimiento económico y productividad. La importancia del crecimiento económico y la productividad es primordial por los beneficios que suponen. La productividad constituye la fuente del crecimiento económico. Los modos específicos de aumentar la productividad definen la estructura y la dinámica de un sistema económico determinado. Actualmente estos modos específicos pasan y se centran en la incorporación de las modernas tecnologías que permiten obtener un producto con menos trabajo o alternativamente, uno mejor con el mismo esfuerzo. La productividad no lo es todo, pero en el largo plazo lo es casi todo.
La capacidad de un país para mejorar su nivel de vida depende casi únicamente de su capacidad para elevar su producción por trabajador. Por ejemplo, el instituto McKinsey estima que el crecimiento promedio anual de la productividad en América Latina, entre el 2000 y 2015, fue del 0,6%. Mientras en Asia alcanzó el 4,2%. En estos 15 años la productividad total de los factores (PTF), aumentó el 9,4% en América Latina, mientras que en Asia alcanzo el 82%. Modificar el sistema productivo Latinoamericano resulta, además de importante, estratégico. Pero el sistema productivo de un país, no se cambia de la noche a la mañana. Forma parte de la esencia misma de su economía. Se modifica como consecuencia de las iniciativas de los agentes económicos (básicamente privados) en el medio y en el largo plazo, adaptándose a los cambios en la demanda y tratando de perpetuarse a lo largo del tiempo. Un aspecto relevante en el sistema productivo de cualquier país es su tejido empresarial. Quizás el aspecto más importante, y el tejido empresarial latinoamericano es estructuralmente débil, y comparado con los países emergentes asiáticos resultan más débiles, y con los avanzados muy débiles.
En cuanto al crecimiento económico, simplemente no crece o lo hace muy escasamente. El Fondo Monetario Internacional en su informe Regional Perspectivas Económicas Las Américas (octubre, 2019), ha hecho ajustes a su proyección de crecimiento en los países latinoamericanos, pasando de un bajo 1,4% a un actualizado y casi nulo 0,2%, previendo un aumento hasta el 1,8% para 2020. Por su parte la Cepal, en su informe "Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2019", indica que en 2019 crecerá un mínimo 0,1%, mientras las proyecciones de crecimiento para 2020 se mantendrán bajas, en torno al 1,3%. De manera que el período 2014-2020, será el de menor crecimiento para las economías latinoamericanas durante las últimas siete décadas.
¿Qué hacer? Propongo "resetear" el arrumbado Consenso de Washington (CW), quitándole los puntos fuera de lugar e incorporar otros que si están presentes en el ambiente de la época, tal como en su día lo hizo John Williamson al diseñarlo. Y como el CW es una marca quemada, hablemos del "Consenso Latinoamericano 2020". En las actuales circunstancias por las que atraviesan las economías latinoamericanas, no parece extremadamente imaginativo proponer otros paradigmas alejados del CW, que lo trataré en el siguiente artículo. No se lo pierdan.