Opinión

La complicidad de los palmeros

    Guillermo Fernández Vara, presidente de la Junta de Extremadura y secretario general del PSOE de Extremadura

    José María Triper

    Triste e indignante a la vez, resultaba este jueves la imagen de tres Reyes Magos extremeños, arropados por decenas de paisanos, a las puertas del Congreso de los Diputados para entregar centenares de miles de firmas de ciudadanos en demanda de infraestructuras dignas en esa comunidad, mientras su presidente, el socialista Fernández Vara, permanecía mudo y sumiso ante las prebendas, concesiones y cesiones políticas económicas que su secretario general y candidato a la Presidencia del Gobierno, hacía a los independentistas catalanes y vascos para asegurar una investidura que le permita continuar en La Moncloa a costa de poner en grave riesgo la unidad de España y de liquidar la igualdad entre todos los españoles que consagra la Constitución.

    Un Fernández Vara que aparece como consentidor y cómplice por omisión de esos pactos antinatura que no sólo están destruyendo la imagen y la credibilidad de España en el exterior -ahí están las sentencias del Tribunal Superior de Justicia de la UE sobre Junqueras y la decisión de Bélgica de suspender la euroorden contra Puigdemont y Co-mín-, sino que humillan y ofenden a los españoles del resto de las comunidades autónomas, a los que se relega a la condición de ciudadanos de segunda, ante la pasividad de los barones socialistas que han renegado de esa condición para convertirse en vasallos de un sanchismo que está certificando la muerte del PSOE, al menos de ese PSOE que conocíamos y al que respetábamos como partido de Estado, socialista y español. Condiciones estas últimas que ya solo le quedan en el nombre y no sabemos por cuanto tiempo.

    Tanto Fernández Vara en Extremadura como García Page en Castilla-La Mancha, Lambán en Aragón, Barbón en Asturias, Susana Díaz en Andalucía o Tudanca en Castilla y León son hoy la imagen reencarnada de ese Cornudo y Apaleado del Deca- merón, asistiendo impávidos al espectáculo de cómo su jefe de filas margina a los ciudadanos de sus comunidades y les coloca a ellos a los pies de los caballos ante las próximas elecciones municipales y autonómicas, en las que tendrán que rendir cuentas a sus electores.

    Los 'barones', relegados a vasallos, certifican la muerte del PSOE que conocíamos

    Una pasividad y hasta cobardía que se extiende también a un Comité Federal relegado a ser palmeros de su amo y al resto de dirigentes y exdirigentes del PSOE, desde Felipe González hasta Joaquín Leguina, pasando incluso por Rodríguez Ibarra y otros referentes, a los que muchos hemos admirado y respetado por su integridad y sentido del Estado, pero que ahora se limitan a declaraciones institucionales o a escritos en los medios, pero sin moverse un ápice de su particular zona de confort. Que obras son amores y no buenas razones.

    Como tuve también ocasión de argumentar hace sólo unas semanas, en este partido socialista de Pedro Sánchez, la hora de los valientes ni está ni se la espera. Se fue con Rubalcaba y con Javier Fernández y lo que queda es solo una mala fotocopia.

    Y cooperadores y consentidores son también esos partidos cantonalistas y arribistas de Canarias, Teruel o el BNG, privilegiados por una ley electoral injusta, que venden su voto a cambio de las migajas del banquete y que olvidan, o simplemente desconocen, que desde su elección son diputados o senadores del Reino de España. ¡Vaya tropa!