Opinión

Repercusión en España de la moción a Trump

    Donald Trump, presidente de Estados Unidos

    Ken Fisher

    La política norteamericana acapara los titulares a ambos lados del Atlántico. La noticia sobre la petición a Ucrania por parte de Donald Trump de que investigara por tráfico de influencias a su rival potencial en las elecciones de 2020, el exvicepresidente Joe Biden, reavivó el debate sobre una eventual destitución del presidente, acusado de promover una intervención extranjera en un proceso de votación interno.

    En la actualidad la investigación sigue en curso, por más que los analistas entiendan que se trata de un escenario inédito que puede castigar a la economía y los mercados estadounidenses -e internacionales- por su imprevisible desenlace. Mucho ruido y pocas nueces.

    El mero hecho de que se plantee la posibilidad de una moción de censura es, para muchos, un contratiempo por la incertidumbre política que entraña, un lastre para la inversión privada. Si así fuera, el golpe reverberaría hasta en España, dado que EEUU representa el 25 por ciento del PIB mundial. Además, pese a que durante los primeros siete meses de 2019 solo el 4,5 por ciento de la demanda exterior española se dirigió a aquel país, es el principal mercado final del conjunto de la eurozona -el 14,9 por ciento de las exportaciones en este ejercicio-. De consumarse la caída de las compras a las principales potencias de la región, España sufriría daños colaterales.

    El procedimiento de destitución, con todo, no hará temblar a los mercados, en primer lugar, porque no tiene visos de prosperar. De momento hay una investigación en marcha, como tantas otras de las que ha sido objeto Trump desde 2016, aparte de que la apertura del trámite exige 218 votos de un total de 435 de la Cámara de Representantes, la cámara baja estadounidense. Los demócratas solo podrían permitirse unas pocas deserciones, ya que ostentan 235.

    Aun así, la iniciativa no tendría por qué culminar en la salida del actual inquilino de la Casa Blanca, sino que daría paso a un juicio con el presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, al frente. Nombrado por los republicanos, se antoja poco factible que interprete las pruebas a favor de los demócratas. Los representantes del Senado, la cámara alta, actuarán como jurados. Para condenar es necesario el voto de al menos 67 de los 100 senadores, 53 de los cuales pertenecen a la bancada republicana, frente a 47 demócratas. Al menos 20 miembros de su propio partido habrían de votar contra Trump. Llegado el caso, Mike Pence ocuparía su puesto, pero jamás ha sucedido tal cosa.

    Solo tres presidentes se han visto en una situación similar. En 1868 Andrew Johnson fue exculpado, sin embargo, no disponemos de información financiera fiable de la época. Nixon renunció en 1974 ante la amenaza de una moción de censura y Bill Clinton fue procesado pero absuelto entre 1998 y 1999.

    Los problemas de Nixon coincidieron con una profunda recesión y un mercado bajista, aunque no significa que fueran su causa. A pesar de que el repunte de la incertidumbre política no fue beneficioso, hubo otros factores en liza de mayor alcance, como las medidas adoptadas por el Gobierno que perjudicaron a los precios. Asimismo, el embargo al petróleo árabe desató una escasez generalizada que redundó en una recesión de escala planetaria. El Watergate no fue el motivo.

    La causa de Clinton no desencadenó ningún impacto económico. El PIB creció un 4,5 por ciento y un 4,8 por ciento en 1998 y 1999, respectivamente; ambos datos por encima del 4,4 por ciento de 1997 y el 4,1 por ciento de 2000. Tampoco apreciamos ninguna consecuencia en el mercado bursátil: el S&P 500 se revalorizó un 28,6 por ciento (en dólares) en 1998 y en 1999 lo hizo en un 21,0 por ciento. Entre el inicio del procedimiento y su absolución, 56 días más tarde, las acciones avanzaron un 3,7 por ciento.

    No obstante lo improbable del cese de Trump, salvo sorpresa mayúscula, tampoco supondría una amenaza en sí mismo. Los temores a una caída de la demanda de productos europeos son, por tanto, injustificados.

    El Tribunal Supremo de mayoría republicana parará cualquier iniciativa contra Trump

    Esto parece tratarse más de un postureo de cara a los comicios de 2020. Trump está aprovechando el supuesto vínculo -ético o no- de Biden con Ucrania para poner en cuestión sus valores. El antiguo número dos de Obama es, para muchos expertos, el favorito para desbancar a Trump el año que viene y este seguramente también lo cree. Como igualmente piensa que Elizabeth Warren, la segunda en las encuestas demócratas, no puede ganar en el corazón industrial del Medio Oeste, donde las votaciones de 2016 se decantaron a favor del magnate inmobiliario. En esos estados los electores son más moderados y priorizan el empleo o los salarios frente a las promesas, según muchos, radicales de la senadora.

    La evolución de los acontecimientos también podría complicar la posición de los demócratas, elevando la controversia con Biden. La exoneración de Trump podría suponer el fin de las investigaciones en torno a su persona, si bien un juicio podría repercutir en algunos candidatos a las cámaras por Estados en principio adjudicados de antemano, lo que beneficiaría a los republicanos tanto en el Congreso como en la Presidencia.

    No revise sus previsiones ni cambie su estrategia de inversión, la moción de censura no supone ninguna amenaza, no es más que otro episodio del culebrón político de EEUU sin vínculos con España.