Opinión

Elecciones y zombis

    Independentismo catalán

    Joaquín Leguina

    El último parte de guerra (1-IV-1939) redactado por Franco rezaba así: "Cautivo y desarmado el Ejército Rojo, las tropas nacionales han alcanzado sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado".

    No mentía, porque la guerra terminó, pero no llegó la paz, sino que llegó la victoria y sobre ella se edificó un régimen liberticida. La paz sí llegó tras la muerte de Franco, con la Ley de Amnistía y con la Constitución. Así se acabó el franquismo y, por lo tanto, también el antifranquismo, pero increíblemente y a manos de una generación de izquierdistas se ha creado un antifranquismo sobrevenido que no quiere la paz, sino ganar la guerra que se perdió aquel primero de abril.

    No sé si es ese antifranquismo sobrevenido el que ha llevado la semana pasada a que Pedro Sánchez haya desenterrado a Franco, coincidiendo ese mismo día con otra exhumación, la que Torra ha hecho del procés. "Lo volveremos a hacer", ha asegurado Torra, y yo me pregunto qué es lo que volverán a hacer. ¿Otro referéndum como el que convocó Artur Mas, mientras el Gobiernos de Rajoy miraba para otro lado? ¿O se trata de otra algarada como la del 1 de octubre de 2017?

    El columnista Daniel Gascón ha calificado ambas salidas de tumba como resurrección de dos zombis, porque es obvio que los dos están muertos. Aunque sea frecuente que algunos políticos se intenten apropiar de hechos sucedidos en el pasado, seguramente porque no son capaces de dar soluciones al problema del presente y del futuro.

    El separatismo catalán no está dispuesto a admitir que el procés está muerto y que los líderes (llamémosles así) que lo pusieron en marcha están políticamente liquidados, o expresado en términos penales, están inhabilitados para una larga temporada y por lo tanto no podrán presentarse a ninguna elección. Pero esa muerte política no le impide a Torra exigir dialogar con el Gobierno, mientras se niega a hacerlo con los catalanes no independentistas (que son la mayoría electoral y también en las encuestas de opinión). Es más, para los líderes separatistas esos catalanes no existen.

    Sánchez estuvo por primera vez a la altura cuando se negó a responder la llamada de Torra

    Habrá de reconocerse que Sánchez ha estado por primera vez a la altura de su cargo al no ponerse al teléfono cuando Torra lo ha llamado y también al decirle que para dialogar con el Gobierno de España, el presidente de la Generalidad tendrá que dialogar antes con los representantes de esa mayoría de catalanes que no son separatistas.

    ¿Y qué hacer con esos separatistas salidos de madre? Yo creo que, de momento, olvidarlos y, tras las elecciones, ponerse de acuerdo en tres o cuatro cosas que sirvan para, a partir del 10 de noviembre, votar a favor de un Gobierno estable que aborde la próxima legislatura desde un consenso básico.

    Al fin y al cabo, como ha escrito Adela Cortina: "Es necesario que los gobernantes asuman su modesto papel de facilitadores de la vida pública, que los partidos dejen de ser agencias de colocación y presenten propuestas diferenciadas de lo que de verdad creen que quieren y pueden hacer para servir a la ciudadanía. Y que lo cumplan".