Opinión

De qué nos avisa el yuan


    Javier Santacruz Cano

    Cuatro años después, el renminbi o yuan, vuelve a ser el protagonista de los mercados financieros en agosto y, como suele pasar con la divisa china, provocando movimientos relevantes en los activos financieros. Sin embargo, a diferencia de lo que sucedió en 2015, el origen de las tensiones no está en una decisión deliberada del Banco Central Chino de devaluar su divisa frente al dólar, sino en no intervenir en un momento puntual de la forma en que normalmente lo hace en la fijación del tipo de cambio, dejando que éste tocara la barrera psicológica de los 7 yuanes por dólar, cosa que no ocurría desde hacía más de una década.

    Aunque estos dos escenarios ( una decisión directa como la de agosto de 2015 y la no intervención reciente) puedan parecer semejantes, los efectos financieros y las consecuencias macroeconómicas son notablemente diferentes. Quizá en esta ocasión haya más confusión que en otras ocasiones debido al contexto de la mal llamada "guerra comercial" y hasta qué punto la decisión del PBOC supondría una respuesta a los aranceles anunciados por la Administración Trump un día antes. Aunque efectivamente pueda ser una respuesta deliberada por parte de China a EEUU, la depreciación del renminbi con respecto al dólar obedece a factores económicos y financieros más profundos de China, que vienen de bastante más atrás. En este sentido, la "guerra comercial" es más bien un catalizador de la pérdida de valor del renminbi que una causa en sí misma, lo cual matiza notablemente la opinión general (incluida la del presidente Trump) de que China ha declarado la "guerra de divisas", cuando los Bancos Centrales de medio mundo llevan buscando como resultado de sus políticas monetarias la "devaluación competitiva" desde hace años.

    La tendencia principal de depreciación nominal del renminbi onshore (es decir, el que cotiza dentro de China, que aún una economía con balanza de capital intervenida) comenzó en el último día hábil de 2013 cuando marcó su valor máximo contra el dólar en 6,04 unidades. Dentro de esta tendencia principal, se produjo una primera depreciación del 15 por ciento hasta marcar el nivel de 6,95 unidades en diciembre de 2016. Entre esta fecha y abril de 2018, el renminbi recuperó posiciones hasta 6,28 (una apreciación nominal del 9,6 por ciento) y, desde entonces hasta el último nivel de esta semana, la depreciación nominal está siendo del 12,26 por ciento. Desde 2013, el renminbi acumula una pérdida nominal frente al dólar del 16,7 por ciento, es coherente con diferentes indicadores macroeconómicos que indican una pérdida de competitividad de China frente al exterior y la desaceleración en el ritmo de localización de inversiones chinas en el mundo. Precisamente la apreciación nominal que llevó al yuan a la zona de 6,05-6,10 y, posteriormente, en el entorno de 6,28-6,30, coincide con el momento de mayores tasas de crecimiento de la inversión directa exterior de China, cuando el gigante asiático colocaba entre 80.000 y 100.000 millones de dólares en inversiones de largo plazo fuera de sus fronteras.

    El origen de las tensiones radica en la no intervención en la fijación del tipo de cambio

    El primero de los indicadores que muestra la tendencia principal de depreciación del renminbi, y confirma que no sólo se trata de un movimiento nominal sino también real es el índice de tipo de cambio efectivo real de la economía china, el cual mide el precio real de la divisa frente al resto de las monedas (ajustadas por la inflación interna) con las que el país tiene relaciones comerciales, ponderando cada una en función de su peso en el total. Según los datos del CEIC con base 100 en 2005, la economía china sigue perdiendo competitividad, aunque en los últimos tres años (coincidente con la apreciación nominal del renminbi hasta el año pasado) ha conseguido detener la sangría gracias a la diversificación de las exportaciones denominadas en otras divisas más débiles y un mejor desempeño de la inflación relativa.

    En segundo lugar, la balanza por cuenta corriente muestra un deterioro acelerado. En el primer trimestre de este año, las exportaciones chinas a Estados Unidos cayeron un 9 por ciento interanual, mientras que las importaciones globales descienden a un ritmo interanual del 2,4 por ciento, y el saldo por cuenta corriente es hoy la mitad que hace cinco años (apenas 49.000 millones de euros, un 1,5 por ciento del PIB) según los datos publicados por la Administración de Comercio Exterior del Gobierno chino. El deterioro de la posición comercial de China con el exterior no es nuevo y no se debe en su integridad a la "guerra comercial". Más bien, la tensión China-USA contribuye a acelerar la reconversión de las cuentas exteriores chinas, pasando de ser un país con fuertes superávits comerciales a una situación cercana al déficit debido a que los recursos que se exportaban ahora se necesitan para suministrar adecuadamente al consumo interno. El año pasado, en el mes de marzo, registró su primer déficit por cuenta corriente (-1,1 por ciento del PIB) y en los próximos meses es probable que se den más señales de este tipo por la necesidad de mantener el crecimiento del consumo interno. El giro que está dando China hacia el interior, dedicando menos recursos financieros a su expansión exterior, no por ser menos esperado es menos inquietante para una buena parte de la economía global.

    El precio de una divisa frente a la otra es el reflejo de un mercado que sigue una "revolución económica"

    En tercer y último lugar, el diferencial de los tipos de interés entre China y Estados Unidos determina una expectativa bajista a corto plazo del tipo de cambio. Siguiendo la teoría de la paridad cubierta de intereses, el tipo de interés del bono americano a 10 años está descendiendo a mayor velocidad que el tipo de referencia a 10 años que marca el mercado monetario chino. En el último año, el tipo chino ha pasado del 3,62 por ciento al 3,25 por ciento (último dato del cierre de junio) dentro de una tendencia bajista iniciada en 2014 (por encima del 4,5 por ciento); mientras que en Estados Unidos el descenso del "Treasury" ha sido mucho más fuerte, pasando en pocos meses de rentar al 3,23 por ciento al 1,77 por ciento actual. Por ello, para equilibrar el diferencial de tipos, se produce una expectativa de depreciación del renminbi frente al dólar.

    Por último, el análisis tiene que incluir a uno de los objetivos económicos fundamentales en China que es liberalizar la balanza de capitales para 2021, que exige de una preparación de las herramientas de política y de la disponibilidad de liquidez para los futuros inversores extranjeros que entrarán en China. Con todo ello, interpretar el tipo de cambio nominal como una variable exógena que puede ser manipulada con cierta facilidad, incluso en una economía todavía centralizada, es un error de análisis en torno a lo que está sucediendo en las principales economías del mundo. El precio de una divisa frente a otra, tal como se ha visto anteriormente, es más bien el reflejo de un mercado y una economía que está ajustando sus posiciones frente al exterior para seguir haciendo su "revolución económica". Es, en realidad, un giro defensivo de China frente al liderazgo tecnológico de EEUU y, por tanto, creen prioritario dedicar más dinero a innovación tecnológica que sustituya el superávit de inversiones americanas y coloquen a la tecnología china como la más importante en campos especialmente delicados como las redes de telecomunicaciones, la investigación biomédica o la inteligencia artificial, entre otros.