Motivos para reflexionar en la CNMC
Venancio Salcines
Ducharnos, encender el teléfono, trabajar en un ordenador, cocinar, bajar o subir en un ascensor son cosas habituales que hacemos cada día sin pensar. Efectivamente, sin pensar un solo segundo. La electricidad y el gas nos permiten hacer estas cosas. Y nos permiten muchas otras, como ensamblar un coche, fabricar vajillas con cerámica, producir cemento o poner riego programado en unos viñedos de vino o aceite de más de 500 hectáreas. Eso nos permite el gas y la electricidad, que disfrutamos a pesar de ser invisibles. La realidad es que muchos no entienden o no se paran a pensar cómo se genera, cómo se transporta o almacena, cómo se conecta a tu hogar o a tu fábrica. Si además añadimos los términos "regulado" o "liberalizado" pues aún queda más confuso.
Dos características de la energía eléctrica y del gas hacen que estos "servicios públicos" -porque el gas realmente no lo es, aunque se crea lo contrario- sean diferentes de la mayoría de las otras industrias.
Primero, tanto el transporte como la distribución de estas energías se realizan de manera más económica mediante una sola línea o una sola red de líneas. Debido a que una sola línea de alta capacidad minimiza los costes de capital y las pérdidas, el transporte y la distribución son – y deben ser – "monopolios" naturales que se regulan, pero que deben ganar dinero y ser rentables. De lo contrario, no habrá inversión ni crecimiento de redes, ni buen mantenimiento, ni progreso para que construyamos un buque o nos duchemos.
¿Y por qué explico esto? Porque la CNMC en sus circulares sobre retribución de la electricidad y del gas tiene que tener esto muy en cuenta, como deben hacerlo las empresas del sector y el propio gobierno y ministerios que, directa o indirectamente, están impactados por estas circulares; y no es sólo el de transición energética, sino también, por ejemplo, el de industria y turismo o el de economía o el de fomento. Y aquí me gustaría recordar la cita del famoso francés Gustave Le Bon "Para progresar no basta actuar, hay que saber en qué sentido actuar".
Segunda característica, debido a que la electricidad no se puede almacenar a bajo coste – desgraciadamente -, debe producirse instantáneamente a demanda o gastarse o usarse el gas para tener la llamada "seguridad de suministro", que pasa necesariamente por las redes, o sea, que no te pase que le des al botón de encender tu fábrica y nada se encienda. Dicho de otra manera, evitar que la falta de ajuste de la producción a la demanda puede causar caídas de tensión o apagones en una gran región, como recientemente pasó en Nueva York o en Argentina.
El transporte y distribución de gas y luz se debería hacer de forma más económica
La seguridad de suministro, por lo tanto, requiere que los generadores operativos estén respaldados por unidades de reserva que pueden comenzar a producir instantáneamente. Y unas redes que garanticen el transporte y distribución de esa energía.
Por ello, no debe sorprender que dadas estas características y el músculo financiero que hay que tener para continuar invirtiendo, el proveedor típico de electricidad sea un gran propietario integrado de generación, transporte y distribución e incluso comercialización. Estas empresas tienen un pseudo "monopolio" otorgado por el gobierno a cambio del cual tienen una obligación legal como servicio público (agua y electricidad, que no exactamente en el caso del gas) para atender a todos los clientes en un área.
Son los responsables de la operación de un área de control, dentro de la cual se debe mantener la seguridad y calidad de suministro, pero no olvidemos esto… siempre de manera económica.
Para progresar necesitamos una red de energías actualizada para los próximos 30 años
Los gobiernos hacen bien en regular estas empresas. El poder de los estados para regular debe ser casi total, pero no dictatorial, no puede pensar ni diseñar políticas sin debatir con los demás agentes implicados y, por supuesto, no puede limitar la inversión porque limita el progreso. Si algo necesitamos para progresar es energía y una energía a través de unas redes que estén actualizadas para los próximos treinta años. El gobierno debe tener esta perspectiva siempre, al igual que los partidos políticos. Así, toda regulación ideal pasa por equilibrar "confiabilidad" de la red, servicio al cliente y brindar a los accionistas de estas empresas un rendimiento justo y razonable. Por ley, las empresas de servicios públicos deberían recuperar su coste de servicio, que incluye los gastos incurridos "con prudencia" y un rendimiento "justo" sobre el patrimonio. El rendimiento del capital debe ser lo suficientemente alto como para atraer capital.
Y entonces a mí, personalmente, me sorprende sobre manera un hecho. La CNMC ha "parido" unas circulares "a su bola". Permítanme estos coloquialismos. Las han redactado sin hablar con el ministerio, sin hablar con los partidos políticos, sin hablar con las empresas que deben dar servicio y cuidar a todos sus "stakeholders". Sorpresa, sorpresa.
Y claro, mucha más sorpresa cuando me voy a ver qué dice a este respecto John Stuart Mill, no un cualquiera, sino ese economista inglés que lo cambió todo. ¿Y qué dice? Pues ni más ni menos, que "no existe una mejor prueba del progreso de una civilización que la del progreso de la cooperación". Ahí lo dejo, como dicen los ingleses: food for thought.