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Qué es la descarbonización de la movilidad: así afectará a la fabricación de coches eléctricos

Coche eléctrico cargando | Fuente: iStock


¿Os imagináis pasar más de 103 horas en un atasco cada año? Pues esto es les sucede a los habitantes de Los Ángeles por culpa de la congestión del tráfico, un problema muy común a nivel mundial y que también afecta a las principales ciudades españolas.

Más allá de las situaciones de estrés generados por estos atascos, los embotellamientos de vehículos en los carreteras son una de las principales fuentes de emisiones de efecto invernadero y partículas nocivas para la salud.

Los patrones realizados a diario por los conductores de frenada y aceleración generan más CO2 que cualquier otra situación que podamos pensar en carretera.

Tal y como indica el índice global de tráfico que elabora la compañía de análisis de datos norteamericana INRIX cada año, las 191 horas de retenciones al año de Bogotá, las 166 de Roma o las 78 de Barcelona nos vienen a contar la misma historia: reducir las emisiones de gases de efecto invernadero pasa por cambiar la forma en la que nos movemos.

Ahora bien, ¿cuál es el papel que jugará el coche eléctrico en este proceso tan importante como complejo de la descarbonización mundial?

El papel del coche eléctrico

Únicamente en España, se emitieron a la atmósfera una cifra superior a las 304,4 millones de toneladas de gases de efecto invernadero en 2022, lo que supuso un 3,1% más que en 2021, según recogen los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Además, y según el Ministerio para la Transición Ecológica, aproximadamente un 24% de estas emisiones proviene del transporte, donde se incluyen desde vehículos pequeños hasta aviones transoceánicos.

Dentro de ese 24% de emisiones, la movilidad por carretera es la responsable del 72% de la huella de carbono del transporte, según el World Resource Institute (WRI).

Ahora es cuando surge una duda: ¿es el coche eléctrico realmente la solución a la descarbonización? La electrificación de los 1.500 millones de coches existentes en el planeta ha sido señalada como una de las soluciones más asequibles para avanzar en este complejo proceso.

El actual pronóstico es que para el año 2030, el 13,4% de las ventas de vehículos sean de coches eléctricos. Asimismo, y de acuerdo con un análisis realizado por Wood Mackenzie, las tendencias actuales hacen vaticinar que, para mitad de siglo, más de 700 millones de automóviles eléctricos circulen por las carreteras de todo el mundo.

Conductor cargando su coche eléctrico | Fuente: iStock

Actualmente, Noruega es el país que lleva la delantera en electrificación: más de la mitad de los coches nuevos que se venden allí son eléctricos. Pero casi todos los países tienen planes en marcha para impulsar este cambio. La clave es sencilla: reducir emisiones sin alterar demasiado el modelo actual, basado en el coche privado y en una industria del automóvil que genera el 3 % del PIB mundial.

Entre las estrategias más ambiciosas, destacan la del Reino Unido y los países nórdicos, que prohibirán la venta de coches de combustión en 2030. Sin embargo, cambiar gasolina y diésel por electricidad no es garantía de éxito. Según el WRI, la demanda energética del transporte seguirá creciendo a lo largo del siglo, incluso con planes agresivos de electrificación.

Por eso, además de apostar por el coche eléctrico, es imprescindible reforzar el transporte público, los servicios de movilidad compartida y la infraestructura para bicicletas y peatones. No se trata sólo de reducir emisiones, sino también de evitar atascos y diseñar ciudades más eficientes y sostenibles.