Motor
Volkswagen da la cara ante los trabajadores y lanza un ultimátum: "Tenemos uno o dos años para adaptarnos"
- La firma indica que esperan vender alrededor de 500.000 vehículos al año
- El gigante alemán señala que, actualmente, poseen dos fábricas de más
- La marca germana planea cerrar fábricas en Alemania por primera vez en 87 años
Javier Fernández Sánchez
La compañía germana ha celebrado este miércoles una asamblea general en su sede ubicada en Wolfsburgo, en la que ha señalado las razones que han empujado a la dirección a plantear cierres de fábricas en Alemania por primera vez en 87 años de historia. La cúpula de Volkswagen ha descrito la delicada situación de la empresa con el objetivo de justificar un movimiento que quebraría el acuerdo con los sindicatos, sellado en 1994, por el que la firma se comprometió a no aplicar despidos hasta 2029. En este contexto, y ante los propios asalariados de la compañía, la marca ha señalado que tiene "uno o dos años" para arreglar la compleja situación actual.
La dirección de la firma ha señalado los plazos que maneja para darle la vuelta a la tortilla y aplicar un programa de reducción de costes que contempla, actualmente, el cierre de fábricas en Alemania y el recorte de su plantilla en suelo germano, conformada por 300.000 empleados. En su intervención, Arno Antliz, director financiero de Volkswagen, ha señalado que la firma tiene "uno o dos años para cambiar las cosas", transmitiendo una especie de ultimátum que no ha sido bien recibido por los trabajadores, quienes han protestado en contra de los cierres que planea Volkswagen.
Antliz, que ha sido abucheado por los más de 20.000 empleados presentes en la reunión, ha justificado los cierres y plazos de los mismos que maneja la firma, indicando que Volkswagen prevé vender alrededor de 500.000 coches menos cada año, una producción equivalente a la de dos plantas. En otras palabras, el director financiero ha afirmado que, hoy por hoy, el gigante alemán cuenta con dos factorías de más, afirmando que la empresa tiene que "aumentar la productividad y reducir los costes".
En este sentido, los despidos se antojan necesarios para la firma, ya que la compañía no espera que la demanda europea de vehículos vuelva a los niveles prepandemia. Así lo ha indicado el propio Antliz, quien ha señalado que la industria automotriz del Viejo Continente ha perdido dos millones de entregas desde sus máximos. Oliver Blume, consejero delegado de la empresa, ha señalado tras ser abucheado por los trabajadores que está determinado a aplicar las medidas apropiadas para enderezar el rumbo de la empresa.
La apuesta de Blume es arriesgada, pues el último consejero delegado que intentó aplicar despidos en Volkswagen acabó saliendo de la firma. El camino es tortuoso, en primer lugar, por la oposición de los poderosos sindicatos. Daniela Cavallo, presidenta del comité de empresa, ha señalado que los problemas de Volkswagen no están en las plantas y el personal de la firma, sino en que la dirección "no está haciendo su trabajo". Además, ha recordado que los gastos por mano de obra constituían una parte muy pequeña del programa de reducción de costes trazado por la firma en diciembre de 2023.
Cavallo indicó que la clave es reducir la complejidad de la empresa, señalado que la burocracia de la firma ha impedido la rápida adaptación de Volkswagen al nuevo mercado automovilístico. Un diagnóstico similar al realizado por Moritz Kronenberger, analista de Union Investment, quien indicó que esta búsqueda por abaratar costes es consecuencia de "las oportunidades falladas a lo largo de los años" por parte de la firma, en referencia al lento ajuste a los coches eléctricos. Además, también ha recordado que el estado de Baja Sajonia, que posee un 11,8% de las firma y un 20% de las participaciones con derecho a voto, está interesado en mantener operativas las instalaciones, ilustrando los obstáculos que puede encontrar la marca para aplicar sus nuevos planes.
En este sentido, el Ejecutivo alemán ya se ha mostrado su voluntad para intervenir en la crisis de Volkswagen. Sin embargo, los problemas de la firma son el síntoma de la gran debilidad que posee actualmente la industria automotriz europea. La transición hacia los coches eléctricos se ha embarrado en el Viejo Continente, con gobiernos como el de Berlín o Estocolmo reduciendo las subvenciones para la compra de dichos vehículos. Además, las ventas de coches se encuentran por debajo de los niveles previos al COVID, y compañías como Stellantis, Renault y la propia Volkswagen están operando a pérdidas algunas de sus factorías, según datos de Just Auto citados por Bloomberg.