Motor
Un fallo imperdonable al conducir en lluvia… y otros cuatro errores a evitar
- Menor visibilidad y menor adherencia comprometen la seguridad
- Mejor que adaptarse a las condiciones del momento, anticiparse
Miguel García
La temporada de lluvias obliga a cambiar nuestra forma de conducir e incluso nuestros horarios si queremos llegar a los sitios a tiempo. No cometas errores básicos en los que algunos caemos cuando llegan las lluvias.
Llega el otoño, las primeras borrascas y, "sorpresa", se colapsa el tráfico en las ciudades y en las carreteras periféricas. Los accidentes salpican las vías de entrada a los grandes núcleos urbanos. No solo hay más gente que decide coger el coche, es que seguimos conduciendo igual que siempre. Y este es el fallo capital, porque en lluvia no se conduce igual, como lo has comprobado año tras año, aunque nos coge siempre por sorpresa.
La distancia de seguridad tiene la culpa. Todos sabemos que hay que aumentarla, porque la visibilidad es peor y cuesta más anticipar lo que sucede dos o tres coches por delante. Y, si hay que frenar a fondo, sobre mojado los neumáticos agarran casi la mitad que en seco. Eso, con neumáticos con buen dibujo, porque las diferencias de agarre entre seco y mojado se acrecientan a medida que el neumático se desgasta.
El problema surge porque, al dejar más hueco con el coche de delante, parece que invitas a ponerse delante de ti al coche del carril contiguo, que siempre va con más prisa. O bien alguien necesita tomar la salida de la autovía en el último metro, justo delante del resto. Al obligar a frenar, comienzan esos acordeones en que los coches que van detrás tienen que frenar cada vez más fuerte para no colisionar. Ya tenemos el germen del atasco y, con mala suerte, de las colisiones por alcance.
Fallo uno: no salir de casa un poco antes.
En cualquier vía hay una velocidad que maximiza la cantidad de vehículos que puede "digerir". Más despacio, aunque más juntos, pasan menos y, al contrario, más deprisa, se deben separar y también empeora el flujo de vehículos. Con firme deslizante (y más con poca visibilidad) se debe aumentar la distancia de seguridad, y al pasar menos coches por minuto por ese tramo, bajará la velocidad media del tráfico… y llegarás más tarde de lo que acostumbras. No tardas mucho en darte cuenta y hasta para ti pueden comenzar las prisas.
Fallo dos: ¿hace cuánto que no miras los neumáticos?
No sirve decir que ya pasaste la ITV y que estarán bien. El dibujo del neumático sirve para desalojar el agua y que haya el máximo de huella de goma con contacto real con el asfalto. Cuanto más profundo y más abierto sea el dibujo (es decir, con más canales para dar salida al agua), mejor agarre tendrá. Desconfía si los laterales del neumático están muy gastados y, por tanto, los canales laterales del dibujo son poco profundos y no escupen el agua hacia los lados. Con neumáticos con menos dibujo el coche frena peor, agarra menos y tienes peor control en charcos, porque desaloja mal el agua.
Fallo tres: estrenar los charcos
A ser posible, sigue la huella del coche de delante, porque habrá evacuado una parte del agua y tu neumático tendrá menos trabajo y mejor contacto con el suelo. Los charcos pueden esconder una profundidad tal que provoquen el aquaplanning y pérdida momentánea del control sobre la dirección del coche. Hay que tener en cuenta que el agua suele correr y acumularse en los laterales de las vías, en el interior de las curvas. Mejor evitarlo, porque estos embalsamientos pueden descolocar la trayectoria del vehículo y darnos un susto. Todo charco merece precaución; cuando se producen lluvias muy fuertes (como las que ha traído la borrasca Aline), se han dado casos de charcos que ocultaban tapas de alcantarillas levantadas.
Fallo cuatro: ¿por qué a mí se me empañan los cristales?
El vaho en ventanillas y parabrisas es tan peligroso o más que la propia merma en visibilidad que provoca la lluvia. Para desempañar, el aire acondicionado es providencial, aunque aún hay gente con coches modernos que solo lo usa en verano. Los fabricantes recomiendan conectar el aire acondicionado (o la climatización) al menos una vez por mes, para que se mantenga lubricado el sistema. Como guinda, existen tratamientos para los cristales que mitigan la formación de vaho (también para que las gotas no se acumulen en el parabrisas).
Fallo cinco: mis limpiaparabrisas dejan surcos
Sí, los limpiaparabrisas hay que cambiarlos cada cierto el tiempo. Sus escobillas se desgastan. También la goma se puede deteriorar con el tiempo. A veces, basta con limpiar la goma con un trapo, agua y jabón: imagina la de aceite, carbonilla y suciedad minúscula a la que están expuestas y que pueden acumular. Y cada una de ellas, al describir un arco sobre el parabrisas, dejará esa molesta colección de surcos acuosos en el parabrisas que dificultan la visión.
Un último apunte para explicar por qué los accidentes se mantienen a pesar de la mayor seguridad de los coches: los sistemas de ayuda, como el ABS o el ESP, ofrecen una gran eficacia, pero sin neumáticos en condiciones, sin adherencia a la que apelar… poco pueden ayudar.